
Introducida en el Perú desde la segunda mitad del siglo XX, la fresa transitó décadas entre Lima, Huaral y Cañete como un cultivo marginal, vinculado solo a la demanda interna.
El cambio comenzó en 2008, cuando los informes técnicos del Ministerio de Agricultura y Riego (Midagri) advirtieron que dicha fruta registraba condiciones agroecológicas favorables tanto en la costa como en la sierra. Tras la noticia, entre 2010 y 2022, el área sembrada se duplicó —2,600 hectáreas— y la producción alcanzó niveles récord —45,000 toneladas—.
A este primer impulso se sumaron las variedades Albión y San Andreas, de mejor rendimiento. No obstante, mucho antes de que la relevancia comercial fuese considerada, la colonia japonesa echó “las primeras raíces”. ¿Qué hizo?
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Expertise oriental
César Romero, especialista de la Dirección de Estudios Económicos de la Dirección General de Políticas Agrarias del Midagri, cuenta cuál fue el protagonismo de los migrantes orientales.
“El cultivo [de fresa] era artesanal y se desarrollaba en grandes latifundios, como la hacienda Huando, por ejemplo. La colonia japonesa fue importantísima porque tenía experiencia y un fino manejo de la horticultura. De ahí recién vino la Reforma Agraria y los pequeños productores se dedicaron a cultivar las fresas bajo estos conocimientos, porque no tenían ganancias. Era su caja chica”.
Agrega: “Y ahora también es una caja chica. El empresario exportador trabaja de la mano con los pequeños productores, los orienta, les da insumos, les da tecnología; luego recibe el producto y lo comercializa a nivel mundial”.
El legado técnico que dejaron los foráneos escaló con los años y se fortaleció con otros factores que Gabriel Amaro, presidente de la Asociación de Gremios Productores Agrarios del Perú (AGAP), identifica:
“En principio, para llegar a ser competitivo, era necesario tener tratados de libre comercio; y ello ha ido ocurriendo con Estados Unidos, la Unión Europea y otros. Por eso el crecimiento ha sido lento los primeros diez años del 2000, luego ya se incrementaron los volúmenes y la inversión en el sector”.
“Otro elemento ha sido la madurez de la industria y entender también el manejo adecuado para tener alta productividad. Por otro lado, los accesos a mercados han sido fundamentales. Una cosa es el TLC y otra es la gestión de Senasa con la autoridad sanitaria del país a donde se requiere ingresar”, aclara.

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El año bisagra: 2025
Después de que la fresa peruana dejara atrás su perfil de cultivo vulnerable, dio en 2025 un salto decisivo hacia la competitividad: la mayor demanda mundial en su versión congelada (98% de la producción) y una exportación récord de la misma —de enero a setiembre se han enviado 15,133 toneladas, 77% por encima del volumen del mismo periodo del año anterior— ubican al Perú frente a una nueva oportunidad.
En el último informe que lanzó la Dirección de Estudios Económicos de la Dirección de Políticas Agrarias del Ministerio de desarrollo Agrario y Riego (Midagri), la posición es tajante:
“No cabe duda de que el 2025 se va convertir en un año bisagra, donde el rendimiento por hectárea redefine el potencial productivo del país”.
Y se precisa: “Los tres escenarios al 2028 —ambicioso, moderado y prudente— no solo reflejan tasas de crecimiento, sino decisiones políticas y estratégicas que determinarán si Perú se consolida como líder agroexportador o se estanca en una producción limitada". ¿A qué se refiere?

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Las posibilidades en marcha
De acuerdo con el área especializada en Midagri, se abren tres rutas para el triunfo de la fresa en próximos tres años.
“El primer escenario, el más ambicioso, muestra un crecimiento promedio anual de 9.5%, tasa calculada para el período 2015-2025. Con esta tasa se va a proyectar la producción anual de los siguientes años (2026-2028), que permite alcanzar al cierre del año 2028 una producción de 82,4 mil toneladas. A este ritmo de expansión, Perú se convierte en actor competitivo internacional”, se explica.
El segundo escenario se enfoca en un crecimiento moderado: “Se considera la tasa de crecimiento promedio anual de 5.7%, registrado durante el período 2015-2024, sin tomar en cuenta la extraordinaria tasa de crecimiento del año 2025. Esta tasa permite cuantificar al final del año 2028 un volumen de producción de 74,1 mil toneladas. A este ritmo, Perú mantiene su crecimiento, pero sin aprovechar plenamente el salto de 2025. Se prevé una exportación limitada".
El tercer escenario se caracteriza por ser prudente: “Se muestra la tasa de crecimiento de 5.7%. Se estima la cifra del año 2026 como el promedio de los tres años anteriores al 2025 (2022-2024), junto con el volumen de producción afectado por impactos climáticos. [...] Al final del año 2028, se proyecta una cifra de 48,6 mil toneladas. [...] En este punto, Perú se estanca por falta de infraestructura, tecnificación o articulación comercial".

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Los planes
Para que el buen momento de la fresa peruana se traduzca en un crecimiento ambicioso —tal cual figura en el primer escenario—, es un requisito la tecnificación mucho más profunda del cultivo; así como la renovación de variedades de alto rendimiento y la expansión en regiones altoandinas, como Cusco, Áncash y Cajamarca. En el frente comercial el impulso pasa por certificaciones, infraestructura de frío y una mayor presencia en ferias internacionales.
Tanto Romero como Amaro subrayan una ventaja que este territorio no puede desperdiciar: la contraestacionalidad; es decir, el posicionamiento del producto durante lapsos de baja temporalidad para cubrir la demanda de los principales países destino.
“Chile [competidor] no tiene esta ventaja. Eso nos permite planificar nuestra producción y aprovechar las ventanas estacionales entrando cuando hay precios bastante altos, inclusive no nos cruzamos con Chile”, argumenta el vocero del Midagri.
Amaro complementa: “En general, el 90% de los consumidores están en el hemisferio norte, y nosotros estamos a contraestación per se. Entonces, cualquier producto que tengamos posibilidades de desarrollar va a ser exitoso”.

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Congelados, la pieza ganadora
En Perú, los envíos internacionales de fresas frescas representan, en promedio, solo el 2% del total; mientras que los de congeladas, dada su capacidad, viajan hacia al alrededor de 38 mercados de América, Asia y Europa.
A la cabeza de los países receptores de esta presentación del berry nacional está Estados Unidos, con más del 50% del total de congelados exportados. “Un segundo mercado es Canadá, hacia donde se dirige alrededor del 25%. Y un tercer mercado en importancia es Japón, al que se dirige alrededor del 7%”, se enumera en el informe del Midagri.
Para seguir el mismo rumbo hacia el 2026, “el Ministerio de Economía y el Ministerio de Agricultura tienen que sacar el reglamento de la nueva ley agraria”, recalca Amaro.
“Además, debemos trabajar en conjunto, como lo venimos haciendo con el Congreso, con el Ejecutivo, para seguir mejorando la política pública de todo el sector. Perú es admirado por la calidad de sus productos agrarios, pero también porque, a pesar de las crisis que viene sufriendo, ha mostrado madurez”, acota.
Romero sintoniza con este mensaje: “Ha habido mucho esfuerzo de la empresa privada, que ha entendido muy bien que le debe invertir al ganador. [...] Y pese a toda las crisis, el empresariado y el sector técnico gubernamental han seguido trabajando. [...] Dejamos a un costado los problemas políticos y nos dedicamos a laborar“.
El dato:
- El Perú es el octavo exportador mundial de fresas congeladas, lo que representa alrededor del 4% del comercio global.

Redactora de Economía en diario Gestión. Periodista piurana con seis años de experiencia profesional en el rubro.









