
El 2025 no se recordará por una sola catástrofe ni por un único liderazgo, sino por una sensación compartida: el mundo entró en un estado permanente de alerta.
La guerra dejó de ser una excepción, el clima dejó de ser una amenaza futura, la política dejó de ofrecer certezas y la economía dejó de prometer estabilidad.
Desde Kiev hasta Gaza, desde el Vaticano hasta Washington, desde los mares comerciales hasta las fronteras sudamericanas, el año fue una sucesión de pruebas que confirmaron que el orden global atraviesa su momento más frágil desde el fin de la Guerra Fría.
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EE.UU., Rusia y Ucrania por la paz
En 2025, Rusia, Ucrania y Estados Unidos reactivaron los canales diplomáticos en un nuevo intento por encaminar una salida negociada a la guerra iniciada en 2022. A lo largo del año se registraron reuniones y contactos indirectos, impulsados principalmente por Washington, con el objetivo de reducir tensiones, evitar una mayor escalada militar y sentar las bases para un eventual alto el fuego.
Si bien las gestiones no se tradujeron en un acuerdo definitivo de paz, marcaron un punto relevante en el conflicto al reinstalar el diálogo como una opción en la agenda internacional.
El desgaste bélico, el impacto humanitario y la presión de aliados europeos fueron factores clave que empujaron estas conversaciones, en un contexto en el que el conflicto siguió siendo uno de los principales focos de inestabilidad global durante 2025.
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Ucrania y Medio Oriente: las guerras que ya no buscan final
En 2025, la guerra en Ucrania entró en una fase de estancamiento armado. Ninguno de los bandos logró una victoria decisiva.
Rusia consolidó posiciones en el este y el sur del país, mientras Ucrania sostuvo la resistencia con apoyo militar y financiero de Estados Unidos y la Unión Europea.
El conflicto dejó de ocupar portadas diarias, pero siguió influyendo en el precio del gas, los granos y la política de defensa europea. La normalización de la guerra fue, en sí misma, una derrota para el sistema internacional.

En paralelo, Medio Oriente vivió uno de sus años más violentos de la última década. La ofensiva israelí y las respuestas de grupos armados regionales ampliaron el conflicto más allá de Gaza.
El sur del Líbano, Siria y el Golfo Pérsico entraron en la ecuación. Cada ataque elevó el riesgo de una guerra regional abierta, obligando a Estados Unidos, Rusia y China a intensificar su diplomacia de contención.
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Israel e Irán: cuando la guerra dejó de ser indirecta
El punto de quiebre llegó cuando Israel e Irán cruzaron una línea histórica. Durante años, ambos países se enfrentaron a través de milicias aliadas y operaciones encubiertas.
En 2025, esa lógica colapsó. Ataques directos a infraestructura militar y estratégica, seguidos de represalias calculadas, colocaron a la región al borde de una guerra total.
Aunque el conflicto no escaló a un enfrentamiento prolongado, el mensaje fue claro: la disuasión tradicional ya no garantiza estabilidad.

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El comercio global bajo fuego: el Mar Rojo y los mares en disputa
El Mar Rojo se convirtió en uno de los puntos más sensibles del planeta. Ataques reiterados a buques mercantes obligaron a las principales navieras a desviar rutas por el Cabo de Buena Esperanza, encareciendo el transporte y afectando cadenas de suministro.
El impacto se sintió en los mercados internacionales y en la inflación de varios países.
A esa crisis se sumaron los incidentes entre buques de Estados Unidos y Venezuela, en un contexto de sanciones, tensión política y demostraciones de fuerza naval. El mar dejó de ser solo una vía comercial: volvió a ser un espacio de disputa estratégica.

Washington presentó sus operaciones como parte de misiones regulares de seguridad y lucha contra el narcotráfico, mientras Caracas denunció provocaciones y vigilancia cercana a su zona marítima.
Los episodios incluyeron interceptaciones, advertencias por radio y maniobras de aproximación que, sin llegar a enfrentamientos armados, elevaron el nivel de alerta regional. Cada cruce fue seguido de cerca por los mandos militares y las cancillerías, conscientes de que un incidente menor podía escalar rápidamente en un contexto de alta sensibilidad diplomática.
Más allá de lo operativo, la tensión tuvo un fuerte componente simbólico. Para Estados Unidos, se trató de reafirmar su presencia como potencia hemisférica; para Venezuela, de exhibir control y capacidad de respuesta.
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El clima golpea sin pedir permiso
Si hubo un consenso en 2025 fue este: el cambio climático ya no es abstracto.
Inundaciones en Asia y América Latina dejaron miles de desplazados. Incendios forestales arrasaron zonas de Estados Unidos, Canadá y el sur de Europa. Olas de calor récord saturaron sistemas eléctricos y hospitales.
Las pérdidas económicas se contaron en miles de millones, mientras los gobiernos enfrentaron críticas por respuestas tardías y falta de prevención.

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La gripe H3N2 y la memoria de la pandemia
La expansión de la gripe H3N2 reactivó protocolos sanitarios en varios países.
Hospitales con alta ocupación, campañas de vacunación reforzadas y ausentismo laboral marcaron el año.
No hubo confinamientos globales, pero sí una sensación compartida: el mundo sigue siendo vulnerable a nuevas crisis sanitarias.
Perú no fue ajeno a ello, tras la confirmación de los primeros casos de esta gripe en el país.
Los recuerdos de la pandemia por Covid-19 siguen vigentes.

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La muerte del papa Francisco y el nuevo rumbo del Vaticano
El fallecimiento del papa Francisco cerró uno de los pontificados más influyentes del siglo XXI. Su liderazgo, marcado por una agenda social, ambiental y política, incomodó a sectores conservadores y lo convirtió en una figura global más allá de la Iglesia.
El cónclave posterior eligió a su sucesor en medio de una fuerte expectativa internacional.
El nuevo pontífice, León XIV, de nacionalidad estadounidense pero de corazón peruano, asumió el desafío de conducir a una Iglesia dividida, en un mundo polarizado, y definir si mantendría el tono reformista o giraría hacia una línea más doctrinaria.

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África y el G20: una foto que quiso cambiar el mapa
La Cumbre del G20 realizada en África fue uno de los hitos diplomáticos del año.
Más allá de los acuerdos, la imagen fue potente: las principales economías del mundo reunidas en un continente históricamente excluido de las grandes decisiones.
La agenda incluyó deuda, desarrollo, cambio climático y desigualdad, aunque muchos compromisos quedaron sujetos a futuras negociaciones.
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Estados Unidos: Trump vuelve y el Estado se apaga
Enero de 2025 marcó el regreso de Donald Trump a la presidencia, en un segundo mandato no consecutivo.
Su gobierno impulsó una agenda más nacionalista: aumento de aranceles, políticas migratorias más duras y recortes al Estado federal.
Sin embargo, el episodio más simbólico fue el apagado del Gobierno estadounidense. La falta de acuerdo presupuestal paralizó servicios públicos, afectó mercados y evidenció una polarización que amenaza la gobernabilidad de la principal potencia mundial.

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América Latina: giros políticos y fronteras tensas
Uruguay inició una nueva etapa con la elección de Yamandú Orsi, consolidando un giro hacia una centroizquierda moderada que apostó por estabilidad y diálogo.
En contraste, la crisis migratoria entre Perú y Chile tensó la relación bilateral. Las declaraciones de José Antonio Kast, entonces candidato y ahora electo presidente, endurecieron el discurso sobre seguridad y migración, reflejando un clima regional más confrontacional y menos dispuesto a consensos. Kast prometió expulsar a todos los extranjeros indocumentados.
Decenas de familias en la frontera de Tacna intentaron ingresar al Perú bajo el argumento de volver a su país de origen. Aún los países no se ponen de acuerdo y toman una decisión.

China y Taiwán: un año de tensión sostenida en el estrecho
En 2025, la relación entre China y Taiwán volvió a situarse entre los principales focos de tensión internacional. A lo largo del año, Pekín incrementó la presión política y militar sobre la isla, reafirmando su postura de que Taiwán forma parte de su territorio y rechazando cualquier avance hacia una independencia formal. Este escenario mantuvo en alerta permanente a la región del Asia-Pacífico.
Durante el año se repitieron maniobras militares chinas en las inmediaciones del estrecho de Taiwán, con despliegues navales y aéreos que Taipei calificó como provocaciones y actos de intimidación. Taiwán respondió reforzando su vigilancia y capacidades defensivas.
Estados Unidos tuvo un papel clave en este contexto, al reiterar su respaldo a Taiwán mediante cooperación en materia de seguridad y llamados a resolver las diferencias por la vía pacífica. La combinación de presión militar, advertencias diplomáticas y apoyo internacional convirtió el tema China–Taiwán en uno de los ejes centrales de la agenda geopolítica de 2025, sin que se produjera un quiebre abierto, pero con una tensión constante que marcó el año.

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El 2025 no ofreció finales felices ni grandes consensos. Fue un año de supervivencia, ajustes y advertencias.
Un año que confirmó que el mundo ya no avanza con certezas, sino con reflejos. Y que la historia, lejos de calmarse, volvió a acelerar.

Escribo sobre política, economía, defensa y afines. Nueve años contando historias y analizando problemáticas en prensa escrita, radio y televisión.








