
Halloween y el Día de la Canción Criolla son, históricamente, una de las dobles fechas de mayor consumo para el sector gastronómico y nocturno en Lima. Además del aumento de reservas y la coctelería temática, estas celebraciones muestran un cambio más amplio: los bares están reorientando su oferta hacia experiencias integrales y no solo hacia la venta de bebidas.
En los últimos años, el público se ha vuelto más exigente y selectivo. Esto ha empujado tanto a locales independientes como a operaciones corporativas a replantear su modelo de negocio, con un énfasis creciente en la profesionalización del entretenimiento.
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Según la presidenta del Gremio Retail y Distribución de la Cámara de Comercio de Lima (CCL), Leslie Passalacqua, las celebraciones Halloween y el Día de la Canción Criolla tendrán este año un mayor enfoque en actividades recreativas y el consumo familiar.
Señaló que, si bien Halloween no representa un incremento significativo en las ventas del retail tradicional, sí genera mayor movimiento en el rubro de entretenimiento, principalmente en tiendas dirigidas a niños, eventos temáticos y actividades en malls.
Por su parte, el Día de la Canción Criolla concentra su dinamismo en el sector Horeca (hoteles, restaurantes y cafeterías), donde se espera un aumento en las reservas y en la organización de espectáculos en vivo, peñas y presentaciones artísticas.
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Casual dining
Por ejemplo, Jarabar tiene una propuesta que se sitúa en el segmento de casual dining, el énfasis está en generar una experiencia alrededor de su barra de alitas y su coctelería. Según Daniel Rojas, CEO de esta empresa, e público limeño dejó de buscar solo un bar bonito.
“Si no hay una propuesta clara, el cliente lo detecta al instante. La barra libre de alitas es parte de nuestra identidad y cumple un doble rol: atraer a nuevos clientes como gancho publicitario y fidelizarlos al permitirles probar todos los sabores. Si bien requiere un control estricto de costos, se ha convertido en una estrategia rentable porque convierte primeras visitas en clientes recurrentes”, aseveró.
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La operación se basa principalmente en consumo en salón, que representa cerca del 70% de sus ingresos, mientras que el delivery y take away equivalen al 30%.
“Cuando dependes del salón, cada detalle pesa. La luz, la música, la cadencia del servicio. Si un elemento está fuera de lugar, la experiencia se rompe”, menciona.
Actualmente, este negocio registra un ticket promedio de S/ 45, con un crecimiento “moderado” en el último año.
“Hoy en día no contamos con un delivery propio. Trabajamos con socios estratégicos como Pedidos Ya y Rappi, que representan un canal de venta importante para nosotros. Estas plataformas no solo nos ayudan a llegar a un público más amplio, sino que también promueven nuestra presencia digital y nos permiten mantener un flujo constante de pedidos fuera del salón”, dijo Rojas.

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En fechas como Halloween o la Canción Criolla, el local observa aumentos de afluencia y rotación.
“La demanda sube, pero no por la decoración del día. Es porque la narrativa se mantiene estable. El concepto no depende del disfraz”, comenta.
La retención de clientes, añade, pasa también por la propuesta gastronómica.
Actualmente, Jarabar opera solo con locales propios, un modelo que -según Rojas- les permite sostener el control de la experiencia. Actualmente, están en Lima, Arequipa y Cusco.
“Nuestro crecimiento se ha sostenido principalmente en una combinación de capital propio y financiamiento bancario. Como todo negocio en expansión, hemos tenido que apalancarnos con crédito para abrir nuevas sedes y seguir creciendo de manera ordenada. Esto nos ha permitido mantener el control de la empresa y, al mismo tiempo, impulsar un plan de crecimiento más acelerado”, explica Daniel Rojas.
La empresa proyecta llegar a 12 locales en tres años, con miras a ingresar a Piura, Iquitos, Cajamarca y Chiclayo.
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Hoteles: de servicio tradicional a destinos urbanos
Otro caso interesante es el de los hoteles. En este caso, explicamos lo que ocurre en el espectro del grupo Real InterContinental y Hotel Indigo Lima, que también ha identificado esta tendencia y -según señalan- espera sea el mejor punto de partida.
Manrique Rodríguez, cluster general manager, explica que el 31 de octubre es una de las fechas más rentables del año debido a la combinación de alta demanda y oportunidad de diferenciación.
En Circo, el bar que tienen acondicionado en el hotel, la apuesta pasa por integrar entretenimiento y coctelería. La ambientación temática y los menús rotativos permiten sostener la ocupación y elevar el ticket promedio hasta en 40% en fechas clave.

“Nuestro público quiere vivir algo distinto: ambientación, música y una propuesta visual clara. Halloween y la Canción Criolla nos permiten activar distintos segmentos sin perder coherencia de marca”, apunta Rodríguez.
En el caso de Nina, restobar ubicado en el Hotel Indigo, la estrategia es distinta: una propuesta basada en cocina peruana contemporánea y coctelería estilizada.

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Profesionalización del ocio nocturno
Según los ejecutivos consultados, la tendencia responde a un consumidor que demanda experiencias bien estructuradas, pero sin caer en el elitismo. La inversión, tanto en bares independientes como en cadenas, ya no se concentra únicamente en infraestructura, sino en concepto, narrativa y fidelización.

Escribo sobre política, economía, defensa y afines. Nueve años contando historias y analizando problemáticas en prensa escrita, radio y televisión.








