
Pese a un escenario político marcado por la fragmentación electoral y la incertidumbre de cara a los comicios de 2026, la economía peruana mantiene, por ahora, un desempeño más resiliente de lo previsto. La inversión privada cerraría este año con un crecimiento cercano al 10%, apoyada en la ausencia de un candidato antisistema y en la estabilidad macroeconómica.
Dicha estabilidad hacen prever que los precios internos - entiéndase la inflación - no estaría en riesgo de subir; tampoco se espera cambios abruptos en el tipo de cambio, noticias que por ahora - si tiene deuda en dólares- son un alivio para el bolsillo. Pero, ¿qué pasa a nivel macro?
Crecimiento, pero no al ritmo deseado
Economistas consultados por Gestión advierten que este impulso convive con un problema de fondo: un crecimiento potencial bajo que, sin reformas y consensos políticos, difícilmente permitirá cerrar las brechas que arrastra el país.
Juan José Odar, director de Phase Consultores, señala que, hasta ahora, el escenario electoral no ha generado un quiebre en las expectativas del sector privado. A diferencia de procesos democráticos anteriores, no aparece con claridad un candidato abiertamente “antisistema”, estatista o intervencionista que altere de manera sustancial el ánimo de los inversionistas. En ese contexto, la inversión privada —que explica el 80% del total— cerraría el 2025 con un crecimiento cercano al 10%, acumulando varios trimestres consecutivos de expansión.
“Podríamos crecer de manera sostenida, pero a un ritmo bajo: alrededor de 3.5% en promedio en los próximos cinco años, lo cual es insuficiente para una economía como la peruana”, apunta.
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Este desempeño permitiría que la economía ingrese al 2026 con una base relativamente sólida por el lado del capital particular. No obstante, Odar advierte que podría darse una “pausa” o moderación en el primer o segundo trimestre del próximo año, a la espera de que se defina el resultado electoral. Aun así, con la información disponible y las encuestas actuales, la expectativa es que la inversión privada mantenga un desempeño favorable a lo largo del 2026.
Sin embargo, el optimismo de corto plazo convive con un riesgo estructural: la fragmentación política. Con más de 30 listas en competencia y un Congreso potencialmente atomizado, el próximo gobierno tendría serias dificultades para construir consensos y sacar adelante reformas económicas de fondo. En ese escenario, el crecimiento económico podría sostenerse, pero a un ritmo bajo.
Las proyecciones apuntan a una expansión promedio de alrededor de 3.5% anual en los próximos cinco años, en línea con el crecimiento potencial actual del país. Para una economía con amplias brechas de infraestructura, sociales y de productividad, este ritmo resulta insuficiente, más aún en un contexto internacional que ofrece condiciones externas relativamente favorables.

En esa línea, el economista José Távara coincide en que la estabilidad macroeconómica, entendida como inflación baja y orden monetario, no estaría en riesgo inmediato. La fortaleza de las reservas internacionales, el bajo nivel de endeudamiento y los precios aún elevados de los minerales permiten mantener controlados los precios internos, una tarea en la que destaca el rol del Banco Central de Reserva y su equipo técnico.
No obstante, advierte que esta estabilidad es solo una parte de la ecuación. La incertidumbre política prolongada puede terminar afectando el sector real de la economía, la competitividad de las exportaciones y, sobre todo, los flujos de inversión de mediano y largo plazo. Si bien no se espera un shock abrupto en variables como el tipo de cambio, sí existe el riesgo de presiones graduales si se deteriora la credibilidad frente a inversionistas externos.
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A ello se suma que el país no estaría aprovechando plenamente los llamados “vientos de cola” externos. Pese a precios históricamente altos del oro y otros minerales, la inversión minera no muestra el dinamismo esperado. No hay grandes proyectos nuevos en ejecución, y el crecimiento del sector responde más a la inercia de iniciativas previas que a una nueva ola de inversiones.
“No se esperan sobresaltos abruptos en el tipo de cambio, pero una mayor incertidumbre política sí puede generar presiones graduales”, indica el académico.
Así, el Perú enfrenta una paradoja: mantiene estabilidad monetaria y cierto dinamismo de corto plazo en la inversión privada, pero carece de las condiciones políticas e institucionales necesarias para aspirar a tasas de crecimiento superiores, como las de 5% o más que se observaban hace una década y media. De cara al próximo gobierno, el desafío no será solo preservar la estabilidad, sino romper el techo de crecimiento que hoy limita el desarrollo económico del país.
“El país puede mantenerse estable, pero estable no es lo mismo que desarrollarse; crecer poco durante muchos años también es una forma de retroceder”, concluye.
Reformas en 2026: ¿cómo podrían impactar en tu economía?
En el Congreso anidan iniciativas que buscan elevar las compensaciones a los trabajadores para el próximo año fiscal, entre estas, encontramos:
- Días de licencia remunerada se duplicarían por “adopciones especiales”
- Mayor tiempo de licencia por paternidad
- Trabajadores CAS con gratificación y CTS
- Teletrabajo: papás también podrían solicitarlo en el primer año del hijo
- Trabajadores tendrían mayor plazo para interponer una demanda tras ser desvinculados
- Aumento de reparto de utilidades a empleados de algunos sectores
Además, se espera que este año nuevo se apliquen algunos beneficios tributarios —tanto para empleadores como trabajadores—: reducción al 20% en el Impuesto a la Renta para el desarrollo de empresas digitales - tecnológicas y el pago de crédito hipotecario para reducir la carga impositiva de los empleados.

Periodista con más de 5 años de experiencia en la cobertura de coyuntura económica e informes especiales en prensa escrita y digital.








