
Cuando uno recuerda la incertidumbre generada por Donald Trump a comienzos del año y las discusiones sobre la velocidad a la que bajaría la inflación, era posible concluir que el 2025 sería un año retador, con rendimientos moderados para los activos financieros. Sin embargo, una vez más, las tendencias de largo plazo han tenido un impacto mayor que el “ruido” de corto plazo.
El anuncio de Trump durante el Liberation Day materializó el temor respecto del nivel de aranceles que podríamos tener en los próximos años. Mayores tarifas implican mayores costos comerciales, presiones inflacionarias, dificultades para hacer negocios y, finalmente, expectativas más cautas sobre el crecimiento de las utilidades corporativas. El efecto negativo generó una corrección del índice americano de acciones cercana al 21%, entre febrero y marzo de ese año.
Luego de esa caída, la mayoría de inversionistas internalizó que la escalada arancelaria venía de la mano con otro fenómeno más tendencial vinculado a la globalización. El 2025 será recordado como un año icónico, en el que se terminan de sentar las bases de un mundo más fragmentado, donde las cadenas de producción velarán más por la eficacia de llegar al cliente en el momento adecuado, dejando atrás la lógica de “hacer las cosas” al menor costo posible.
LEA TAMBIÉN: Trump promete a EE.UU. un “boom económico” en 2026, pero no habló sobre Venezuela
Así, veremos una reducción de algunos beneficios de la globalización, como consecuencia de la carrera existente en inteligencia artificial como por una alta conflictividad bélica en diferentes partes del mundo. No olvidemos que atravesamos los niveles más altos de tensión geopolítica desde inicios de los años noventa, tras la guerra entre Estados Unidos e Irak. Definitivamente, los aranceles no son positivos para crear negocios, pero hoy forman parte de la ecuación global. Las necesidades de los clientes finales siguen presentes y las empresas aún tienen margen para generar utilidades atractivas, siempre que puedan adaptarse a este nuevo entorno. Con ello en mente, diversos índices accionarios se recuperaron y están terminando el año en azul.
El peso de unas condiciones financieras a nivel global más flexibles, junto con el fuerte impulso de las inversiones en el desarrollo de inteligencia artificial, ha sido determinante para fortalecer las expectativas positivas entre los inversionistas. Una inflación cada vez más controlada en Estados Unidos ha permitido a la Reserva Federal (Fed) realizar tres recortes en la tasa de referencia durante este año, llegando al 3,75%. El índice de precios al consumidor está cerrando en torno al 2,7%, cada vez más cerca del objetivo del 2,0% fijado por la Fed. Tasas de interés a la baja se traducen en menores costos de financiamiento y mayor flexibilidad para obtener dinero a nivel global.
LEA TAMBIÉN: Bajarán intereses en un segmento de créditos hipotecarios en Perú por caída de tasa de la Fed
A ello se suma el ambicioso volumen de inversiones anunciadas en el mundo occidental en tecnología, que supera los US$ 5 billones para los próximos cinco a siete años. Para dimensionar esta cifra, en los cinco años previos las inversiones acumuladas alcanzaron “apenas” US$ 1,5 billones. Estos recursos estarán principalmente orientados al desarrollo de infraestructura —como data centers— y de software, con un énfasis relativo menor en hardware, como los chips. Esta apuesta del sector empresarial sustentará los precios elevados de commodities y abrirá espacio para utilidades atractivas en sectores donde economías como la peruana cuentan con ventajas competitivas a nivel global.
De esta manera, no debe sorprendernos que diversas bolsas a nivel global estén en azul. Las acciones norteamericanas, europeas y de mercados emergentes terminarán rindiendo aproximadamente 18%, 18% y 25%, respectivamente. Quizás un efecto “colateral”, no planeado por Trump, es que el Liberation Day hizo reflexionar a los inversionistas sobre lo idóneo de solo favorecer inversiones financieras en Estados Unidos. La conclusión preliminar es que hay espacio en el mundo desarrollado y en el emergente para crear negocios y, finalmente, retornos atractivos en el mercado financiero.

Graduado en Administración de Empresas y Contabilidad de la U. del Pacífico, con un MBA de Columbia Business School. En AFP Integra se ha desempeñado como Portfolio Manager de Renta Variable, estratega de Inversiones, gerente de Inversiones de Renta Variable, gerente de Inversiones Top Down y actualmente como vicepresidente de Inversiones.









