
A días de culminar el 2025, en ProInversión ya han difundido lo que sería su cartera de proyectos en Asociaciones Público-Privadas (APP) y Proyectos en Activos (PA) para el 2026. En el listado, hay una obra en particular que resalta por su volumen y alcance.
La Iniciativa Estatal Proyecto en Activos Sechura, o simplemente “IEPA Sechura”, se adjudicaría en el tercer trimestre del 2026, es decir, sería de los primeros proyectos que el próximo Gobierno encargaría a un privado, según el cronograma de la agencia del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF).
A luces de su inversión estimada, como de su área por explotar, no se trata de un proyecto menor. De concretarse, dejaría “chico” al ya conocido proyecto Fosfatos de Bayóvar, tanto en inversión como en área por explotar, según comprobó Gestión.
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Un proyecto ambicioso
En junio del 2024 Perú dio un paso clave para aventurarse en la producción nacional de fertilizantes, que hoy se importa anualmente en alrededor del 80% para el sector agrícola.
FOSPAC, subsidiaria de Cementos Pacasmayo, explota diatomitas desde 2007 en la concesión Bayóvar N° 9. Pero, tras identificar existencia de reservas de roca fosfórica, acordó con el Gobierno dicha adenda para atender también la demanda agrícola de fertilizantes vía fosfatos. IEPA Sechura persigue el mismo fin, pero a un nivel mucho mayor.
De inicio, ProInversión estima que para dicho proyecto será necesario US$ 462 millones de inversión base, que sumados a otros US$ 1,694 millones en costos operativos por 10 años, elevarían la cifra total hasta los US$ 2,156 millones.
En el IEPA Sechura se podrían producir unas 2 millones de toneladas anuales de concentrado de roca fosfórica, pero no solo eso. Su área destinada es casi 14 veces más grande que su vecino en la zona de Piura. Su espacio total abarca 94,770 hectáreas (Ha) (concesiones Bayóvar N° 5, 6, 7, 8 y 12), mientras que Bayóvar N° 9, del proyecto de fosfatos de FOSPAC, solo abarca 6,891 (Ha).
Según una presentación de junio del 2025, a cargo de Rogger Incio, director del proyecto en ProInversión, estudios realizados en las concesiones Bayóvar N° 7 y 12 confirman la existencia de depósitos de roca fosfórica, salmueras, diatomitas y yeso, útiles para producir fertilizantes, sal industrial, entre otros productos.
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Una nueva oportunidad de concretar interés
Aunque sin revelar nombres, ProInversión confirmó a Gestión que ya “empresas interesadas” en el IEPA Sechura se han acercado a la agencia para informarse de cuál será su proceso de promoción y postular.
Al respecto, Luis Miguel Incháustegui, exministro de Energía y Minas (Minem), destacó que, como ya se explicó, el IEPA Sechura es un proyecto vecino del de FOSPAC, lo que lo hace más atractivo a ojos de posibles adjudicatarios.
“Está ubicado al lado de uno que ya fue adjudicado. Si bien antes las condiciones, parecieran, no generaron mucho interés, ahora se proyecta licitarlo nuevamente. Lo más probable es que, si la demanda de fosfatos sigue creciendo en el mundo, aparezcan más interesados en esta nueva oportunidad”, consideró.
El exministro recordó también el caso del proyecto minero El Algarrobo, que sirve como un antecedente útil para estimar éxito en el IEPA Sechura.
Hay una razón por la que Incháustegui hace referencia a que la adjudicación en 2026 es “una nueva oportunidad”. Las concesiones del IEPA Sechura ya fueron explotadas antes, lo que vuelve brownfield al proyecto.
En 2007, el Estado transfirió Bayóvar N° 12 a la empresa Juan Paulo Quay S.A.C. Al año siguiente, hizo lo mismo con las otras (Bayóvar N° 5, 6, 7 y 8) a Américas Potash SAA (APPSA).
Entre los años 2011 y 2015 se hicieron trabajos de exploración y APPSA llegó a producir carnalita en su área. Sin embargo, entre 2019 y 2021 estas concesiones revirtieron al Estado.
La cronología que registra ProInversión señala que, tras 3 años de silencio, en 2024 el Minem inició el proceso regular bajo la ley que regula las APP y PA para encargarlo a ProInversión.
Ahora, la agencia se enfrenta a la primera convocatoria de un proyecto de roca fosfórica en su historia, aunque, como remarcó Incháustegui, con la experiencia de ya haber adjudicado proyectos mineros antes como PA, tal como el caso de El Algarrobo.
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¿Fechas clave por revisar?
Para que el IEPA Sechura se adjudique en el tercer trimestre del 2026, de acuerdo con el cronograma que en su momento difundió ProInversión, la convocatoria debería darse en la quincena de enero.
Sin embargo, consultados por si esta línea temporal se mantiene vigente, ProInversión informó a Gestión que estaban reprogramando los plazos, sin precisar si ello implicaría posponer la adjudicación más allá del 2026. De momento, la buena pro podría darse en julio del próximo año.
“(Lo hacemos) tomando en cuenta la situación actual de la Comunidad de Sechura que está en proceso de solucionar su administración y gobernanza. Esta comunidad campesina es la propietaria de los terrenos superficiales”, comentaron.
El dato anterior no es menor. De las 94,770 Ha del IEPA Sechura, el 71% del terreno (unas 67,500 Ha), está en manos de los campesinos locales. ¿Podría afectar ello a a la adjudicación del proyecto? Tal vez, pero Incháustegui insistió en que la experiencia con El Algarrobo podría aliviar esa potencial tensión social.
“Si los terrenos pertenecen a la comunidad, definitivamente se necesitará negociar con ellos. Podría plantearse que el inversionista colabore con el desarrollo de la zona, no solo con empleo, incluso con un fondo de desarrollo”, propuso.
Ese fue el enfoque de El Algorrobo, considerado un proyecto “hídrico minero”. Su primera etapa consiste en identificar fuentes de agua para mejorar el abastecimiento del centro poblado Locuto, Tambogrande, Piura y de sus actividades productivas.

Periodista económico con más de 5 años de experiencia en el rubro. Licenciado en Comunicaciones por la Pontificia Universidad Católica del Perú. Antes fui parte del equipo fundador del medio digital Sudaca. Cubro temas vinculados a proyectos de inversión público y privada en más de una modalidad y hago seguimiento a diversos sectores económicos.








