
Escribe: Jorge Picón Gonzales, abogado y docente de postgrado y maestría en materia tributaria
Si buscamos el significado de “el elefante en la habitación”, obtenemos que se refiere a una verdad inconveniente, pero tan evidente que su ignorancia es absurda. Es un problema presente, pero que todos fingen que no existe. Un mensaje muy simple para el actual gobierno, en los pocos meses que tiene –aun cuando transmite sus buenas intenciones– y para el próximo nuevo gobierno: SUNAT es el elefante en la habitación.

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Es sumamente obvio lo esencial del rol de la SUNAT en la estabilidad y el crecimiento del país, pero revisemos conceptos básicos:
- De los ingresos públicos que genera el Perú, el 75% viene de tributos recaudados de la SUNAT (Fuente: BCR).
- Los impuestos son costos muy relevantes para los privados (con o sin actividad empresarial) y, en su mayoría, autoliquidados, aun cuando el Estado vive de dichos pagos.
- Cuando la SUNAT no genera una percepción de riesgo sobre los contribuyentes, una parte de ellos ni declara ni paga estos impuestos.
Hace 15 o 20 años, la SUNAT se ganó el prestigio de ser la institución pública más eficiente, técnica, tecnológica, equilibrada. Pensar en corrupción en SUNAT era difícil; seguramente había, pero era algo tan excepcional, que ni era obvio ni afectaba sustancialmente el progreso del país.
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Pero eso cambió hace mucho tiempo (el punto de quiebre de esta tendencia se dio entre el 2008-2012, y de ahí fue en bajada). Hoy, luego de casi dos décadas de acciones equivocadas e inacciones –por lo menos– sospechosas, la SUNAT ha creado la siguiente realidad:
- Informalidad e ilegalidad han tomado –por lo menos– el 50% de la economía. Casos icónicos como el oro ilegal y el contrabando nos golpean en la cara y, en todos estos años, no se ha creado un plan, estrategia o acción visible para controlarlos. Los especialistas opinan que una realidad tan grande y de tanto dinero como la del oro ilegal (más de US $ 12,000 millones en el 2025), se ha convertido, inclusive, en uno de los elementos que está impulsando a la baja el tipo de cambio. Es decir, esos miles de millones de dólares son tantos que inundan el mercado y hacen que el tipo de cambio baje, por exceso de dólares en la economía. Hace años esa realidad era impensable en nuestro país: que una actividad ilegal sea tan grande que mueve el tipo de cambio nacional; y la duda es si la inacción de SUNAT responde a incapacidad funcional, ineficiencia de estrategias o simple y gigantesca corrupción.
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- La formalidad es asediada de una forma exagerada, generando sobrecostos y falta de seguridad jurídica que termina espantando la inversión formal, como lo he comentado en decenas de ejemplos en columnas anteriores y, solo para mencionar tres menciono lo relacionado a la fehaciencia de las compras, liquidaciones de compra y el PDB de los exportadores.
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- La recaudación es una de las más bajas de la región. La presión tributaria de Perú está por debajo del 17%, mientras que países de la OCDE están alrededor de 34% y el promedio de Sudamérica está en 23%. Lo contradictorio es que la presión individual del sector formal está muy por encima de la presión por empresa de Sudamérica y la OCDE.
Para agravar esta situación, el nuevo gobierno acaba de nombrar al quinto superintendente en poco más de un año y medio. Aquellos que piensen que es obvio porque el jefe de la SUNAT es un puesto de confianza del Ministro de Economía, se equivocan. La SUNAT debería tener una estabilidad similar a la del BCR, pues su inestabilidad es casi tan dañina como lo sería para el BCR.
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¿Por dónde empezamos?
Por la cabeza. El esquema del BCR es el adecuado para la SUNAT. No un funcionario todopoderoso puesto a dedo por el ministro de turno, sin ningún tipo de verificación de antecedentes o capacidades. Debe ser nombrado por un directorio de diversas fuentes, equilibrado, que le dé un norte a la institución. El tiempo de duración de este directorio no debe estar amarrado a periodos presidenciales o ministeriales, como el caso del contralor que es nombrado por siete años. Por supuesto, esto requiere cambiar la ley, pero es el momento de hacerlo. La SUNAT tiene que ser una institución que, aunque coordine con el Poder Ejecutivo, no dependa exclusivamente de el.







