Aeropuertos de cinco regiones fueron dañados la semana pasada. Entre ellos, el del Cusco y el de Andahuaylas, ambos bajo el control de Corpac, que también se encarga de la infraestructura de aeronavegación del de Arequipa (el terminal lo opera un privado). A las aerolíneas les preocupa que los equipos afectados no sean repuestos pronto.
El porqué es lo más importante: la estatal Corporación Peruana de Aeropuertos y Aviación Comercial (Corpac) tiene serios problemas organizacionales que dificultan su capacidad de respuesta ante dicha crisis. Estos ya venía generando retrasos, por ejemplo, en la construcción de la nueva torre de control del aeropuerto Jorge Chávez, según alertó recientemente la Contraloría.
Puros encargados
De las 15 gerencias de Corpac, 13 están encargadas. Eso significa que las personas ocupan los cargos temporalmente –hasta por un año– y, a veces, dejando de lado sus puestos originales. Al no tener garantías sobre su continuidad, no pueden proyectar su gestión a mediano o largo plazo. “Un gerente encargado no puede organizar su trabajo ni los recursos humanos para un plan de trabajo que exceda el corto plazo. Mucho menos si tienes dos gerencias a la vez. Es físicamente imposible”, explica Patricia Benavente, ex presidenta del Ositran.
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Dirigir una gerencia encargada también limita seriamente la toma de decisiones. “¿Quién te va a firmar algo siendo encargado? No se puede esperar un mínimo de funcionalidad. No es viable ni aquí ni en China. Se necesita una mejor estructura gerencial, porque entre cada encargatura no se sabe qué pasará”, dice Carlos Gutiérrez, Gerente General de la Asociación de Empresas de Transporte Aéreo Internacional (AETAI).
Las gerencias más importantes de Corpac sufren este vicio organizacional. Por ejemplo, la gerencia general, la de finanzas, la de operaciones aeronáuticas y la del aeropuerto internacional del Cusco. Incluso, hay personas que –como dice Benavente– cargan con la inviable tarea de lidiar con dos encargaturas a la vez. Miguel Moreno Ramírez es gerente general y gerente central de Administración y Finanzas encargado, e Ignacio Delgado Bracesco está en la misma situación, como gerente de Asuntos Jurídicos y de Planeamiento y Desarrollo.
El problema no ha podido resolverse en todo el 2022. En febrero, Corpac le pidió al Fonafe –el conglomerado de empresas estatales que lo supervisa– iniciar el proceso de selección de 10 puestos gerenciales y validar los perfiles mínimos requeridos para cada uno. Para ello, contrató una headhunter (una empresa reclutadora de personal) y a finales de marzo le envió al Fonafe la información de los candidatos que esta propuso. No eran idóneos.
“Fonafe encontró que varios no cumplían con el perfil mínimo definido para el puesto. El headhunter había obviado los requisitos relacionados a la naturaleza de los puestos y al nivel de los cargos gerenciales”, aseguró el conglomerado a este diario.
Corpac tuvo dos meses para subsanar los perfiles, pero no entregó todos. El 8 de agosto venció el plazo para corregirlos. Ese día Corpac informó a Fonafe que la headhunter se negaba a enviar información de los puestos faltantes e intentó iniciar un nuevo proceso de reclutamiento, esta vez para los 13 puestos encargados. El 4 de octubre, sin embargo, reportó que la orden de servicio del reclutador había sido resuelta, quedando congelado el proceso.
Gestión buscó la versión de la empresa estatal de aviación, pero al cierre de esta edición no quisieron atendernos.
La torre del Jorge Chávez
El deterioro organizacional de Corpac tiene consecuencias que van más allá de las recientes protestas. Una de las que más preocupa a las aerolíneas es el déficit de controladores aéreos que, según el ex presidente de su directorio, Jorge Perlacios, asciende a 200. Sus efectos ya se hicieron sentir en su última huelga realizada en Semana Santa.
Pero hay un retraso que podría ocasionar que el Estado incurra en un grave incumplimiento en los próximos días y que atañe a la actual gestión, llena de encargaturas. El último 6 de octubre, la Contraloría alertó mediante un informe de orientación de oficio que Corpac no había convocado todavía el proceso de selección para conseguir el equipamiento necesario que permita operar la nueva torre de control del Aeropuerto Internacional Jorge Chávez, en Lima. Esta torre es indispensable para que empiece a funcionar la segunda pista.
La situación adversa hace improbable que se cumpla el plazo de entrega de estos equipos, pactado para el 30 de enero de 2023. La implementación de los sistemas de la torre de control era inicialmente deber de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), pero cayó en manos de Corpac en marzo de este año.
La Contraloría dijo que hasta octubre Corpac no había convocado el procedimiento necesario para comprar una plataforma de vigilancia, radios, entre otros equipamientos. Un riesgo que alarma a los gremios aerocomerciales, pues además de retrasar una infraestructura clave para su negocio, podría servir de excusa para que el concesionario del aeropuerto construya un nuevo terminal con menor capacidad de la prevista.
“Para enero deberíamos tener las dos pistas más la torre. Podría pasar que tengamos una infraestructura subutilizada porque no podremos tener la doble operación”, dice Carlos Gutiérrez, de la AETAI.
“Con dos pistas, se dará una operación más compleja. Se entendía que se harían capacitaciones, pero no se han hecho hasta el momento. Eso también va a demorar la puesta en funcionamiento de la nueva torre”, agrega Martín La Rosa, country manager en Perú y Bolivia de la Asociación de Transporte Aéreo Internacional (IATA).
Los problemas organizacionales de la empresa pública encargada de coordinar los despegues y aterrizajes de los peruanos son cada vez más preocupantes para las aerolíneas. La situación es tan compleja, según pudo conocer Gestión, que el Ejecutivo ya estaría cocinando la elaboración de un plan para reorganizarla, algo que la entidad hoy parece pedir a gritos.