El ministro de Economía, Alex Contreras, finalmente cayó y ha sido reemplazado por el competente economista José Arista, de amplia experiencia en el sector público incluyendo la del gobierno regional de Amazonas en el periodo 2011-2014. La salida de Contreras no sorprendió a nadie, desde que a inicios del presente año, la presidenta Dina Boluarte se había reunido con el exjefe del plan de gobierno de Keiko Fujimori y con el propio Arista. Aquella vez, el presidente del Consejo de Ministros, Alberto Otárola, había declarado que la presidenta tenía el derecho de escuchar a diversos especialistas.
Si bien el ingreso de José Arista, con quien he compartido trabajo en el sector público en diversas ocasiones desde 1990, significa un refuerzo del gabinete Otárola, así como el ingreso de Rómulo Mucho al ministerio de Energía y Minas, lo cierto es que el ministro recibe varias “papas calientes” que no serán nada fáciles de enfriar.
La primera de ellas es la recuperación del crecimiento económico. No hablo aquí del rebote de la caída de la producción del año pasado, lo que casi con toda seguridad se dará, sino la de retomar el crecimiento a tasas superiores al 3%, que es lo que se necesita para que la pobreza retome su senda de disminución y para que los empleos e ingresos aumenten.
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Respecto de lo primero, puedo afirmar, utilizando cifras desestacionalizadas del PBI que publica el Banco Central de Reserva (BCR), que la recesión que empezó en octubre del 2022 terminó en julio del 2023. De allí en adelante se inició un periodo expansivo lento y frágil que cinco meses después no había permitido aún recuperar los niveles de producción de septiembre del 2022, el mes previo al inicio de la recesión. Arista no tendrá que hacer mucho para que este proceso expansivo continúe porque hay varios factores que lo impulsan: no tenemos el nivel de conflictividad social del primer trimestre del 2023, estamos asistiendo –como ha señalado un experto– al funeral de El Niño Costero 2023-2024, la inflación hasta enero último continuó a la baja, lo que ha permitido al BCR continuar con la reducción de la tasa de interés de referencia, lo que se está trasladando a las tasas de interés de la economía.
El problema para Arista es cómo hará que este rebote se traduzca en una reactivación sostenida, que signifique incluso una mejora del crecimiento potencial de la economía. Para ello se requiere reformas que mejoren la productividad y restablezcan la confianza. Allí tendrá que enfrentarse a un Congreso al que lo único que le interesa es durar hasta el 2026 y aprobar medidas populistas como lo ha venido haciendo. No solo ello, un Congreso empeñado en desandar reformas importantes (Sunedu, carrera magisterial, Junta Nacional de Justicia, entre otras) y terminar de tumbarse el equilibrio de poderes. Si a eso añadimos una creciente polarización política que avizora el enfrentamiento de los extremos en una segunda vuelta electoral, como en el 2021, con resultado incierto, parece difícil, sino imposible, que la confianza se recupere y anime a los inversionistas a lanzarse a proyectos de inversión de envergadura.
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La segunda “papa caliente” es la del déficit fiscal. Como sabemos, el ministro anterior pese a que prometió cumplir la regla fiscal, no pudo lograr su promesa, pero no solo ello, en su intento de cumplirla, “maquilló” cifras adelantando al Tesoro Público utilidades del Banco de la Nación y embalsando devoluciones de impuestos. Todo esto, que ha resultado en un duro golpe a la reputación del MEF, ya había sido alertado en mi columna de diciembre del 2023: “El maquillaje del ministro”. Pero más allá del incumplimiento, lo preocupante es la tendencia del déficit que no ha dejado de crecer desde mediados del 2022. La principal causa de este crecimiento del déficit fiscal es la caída de la recaudación en más de dos puntos del PBI en el 2023. Las causas de esta caída han sido explicadas en al menos dos de mis columnas anteriores, en las que he señalado –y lo reitero– que lo más probable es que en este 2024 tengamos una nueva caída, lo que hará imposible cumplir la regla fiscal en el presente año. El ministro tendrá que afrontar esta “papa caliente” designando un nuevo jefe de la Sunat porque al actual ya le pidió su renuncia, luego de ver las cifras de recaudación. Arista deberá designar a alguien experimentado porque el que llegue no estará para aprender.
La tercera “papa caliente” es la de Petroperú, que es un barril sin fondo que succiona el dinero de los contribuyentes, quienes con sus impuestos están financiando no solo parte de la nueva refinería sino también la pérdida de líneas de crédito de la empresa y su menor participación en el mercado de combustibles, todo ello producto de malos manejos en la empresa estatal. El nuevo ministro heredó esta crítica situación y no tuvo más remedio que ratificar la instrucción al Banco de la Nación para que le otorgara dinero fresco por US$1,300 millones, porque, aunque el ministro Otárola lo niegue, qué otra cosa, sino dinero fresco, es otorgar créditos con garantía soberana. El ministro Arista ha tenido un manejo político de la situación defenestrando directores de la empresa y denunciando privilegios, pero lo cierto es que ningún privilegio se ha eliminado y “soltó el dinero”, aunque este haya sido vía el banco del Estado. Esperamos que los nuevos directores designados, personas de prestigio, nos cuenten toda la verdad de la empresa y empiecen haciendo públicos los flujos de caja proyectados y los supuestos detrás. Solo así sabremos los contribuyentes si nuestro dinero continuará financiando a esta empresa en lugar de atender necesidades sociales básicas de la población.
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La cuarta “papa caliente” es la del sobreendeudamiento de la Municipalidad de Lima. Como hemos comentado, este alcanzaría el 500% de los ingresos municipales y comprometería la gestión futura de varios alcaldes. Esto, así como el problema de Petroperú, ha sido alertado por el Consejo Fiscal. En este caso, el nuevo ministro no ha sido tan furibundo con la Municipalidad de Lima como lo ha sido con Petroperú. Esperamos que eso no signifique que avalará el endeudamiento.
Son cuatro las “papas calientes”. Dura tarea para el ministro a quien le deseamos que estas “papas” no lo terminen quemando.
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