Los inversionistas en bonos se han visto perjudicados repetidamente en Argentina, que ha incumplido su deuda nueve veces desde que obtuvo la independencia en 1816. Ahora, pocos días antes de una elección presidencial crucial, se está gestando otra crisis.
Javier Milei, un outsider descarado y libertario, promete cambiar completamente la economía. Su oponente del partido en el poder, Sergio Massa, quiere seguir gastando ante una inflación de tres dígitos.
Sea quien sea que asuma el cargo, los inversionistas están preocupados. Los tendedores de alrededor de US$ 65,000 millones de deuda soberana ―incluidos grandes inversionistas como Pimco, BlackRock y Fidelity― ya han visto cómo los bonos han perdido aproximadamente US$ 24,000 millones de su valor desde la última reestructuración en 2020. Y saben, si la historia sirve de guía, que es probable que observen más pérdidas.
“Argentina, desde la perspectiva macroeconómica y fundamental, lleva bastante tiempo yendo por el camino equivocado”, dijo Mila Skulkina, administradora de dinero de Lord Abbett & Co. “Es bastante difícil que haya un cambio”.
Los bonos extranjeros del país han sido algunos de los mayores rezagados del mundo desde que fueron emitidos hace tres años como parte de una reestructuración.
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Los siguientes pagos importantes de deuda se postergaron hasta 2024 y 2025, y la mayoría de los bonos se negocian por debajo de los 30 centavos por dólar, con rendimientos que sugieren que los operadores se están preparando para un décimo default.
Lo que venga a continuación dependerá de a quién elijan los votantes el 19 de noviembre. Si bien a los inversionistas les gusta la promesa de Milei de aplicar una motosierra al gasto público, les preocupa que sus propuestas radicales de dolarizar la economía y cerrar el banco central puedan provocar malestar social, lo que dificultaría llevar a cabo las reformas necesarias.
Massa, en tanto, representa a la coalición gobernante de izquierda bajo cuyo mandato se produjo el aumento más reciente de la inflación y la agitación económica en el país.
Si bien algunos inversionistas dicen que Massa tiene la influencia política para hacer las reformas necesarias, hasta ahora ha dependido del gasto gubernamental ―financiado mediante la impresión de dinero― para persuadir a los votantes.
Para Mike Arno, administrador de dinero de Brandywine Global Investment Management, la incertidumbre sobre lo que hará el próximo presidente una vez que asuma el cargo es razón suficiente para evitar la deuda.
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Vendió los bonos argentinos en sus carteras después de que Milei inesperadamente saliera victorioso en las elecciones primarias de agosto, y dijo que la firma debía “pensar si deberíamos invertir, cuándo y cómo”.
Esa es una pregunta que también se plantean otros en Wall Street. Los inversionistas han recibido poca compensación por mantener los bonos durante los últimos tres años.
Por ejemplo, desde la última reestructuración, US$ 1 millón en bonos al 2030 de Argentina habría generado aproximadamente US$ 11,000 en pagos de intereses, según datos compilados por Bloomberg.
Sin embargo, el valor de esa tenencia ha caído a aproximadamente US$ 565,000, según muestran los datos de precios indicativos. Eso deja a los tenedores de deuda con dos opciones: esperar y tener esperanzas o aceptar las pérdidas y vender.
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Dichas pérdidas han llegado a las carteras, incluso si el país representa proporciones relativamente pequeñas de las tenencias de los principales fondos. Por ejemplo, el Global Allocation Fund de BlackRock, el New Markets Income Fund de Fidelity y el Income Fund de Pimco han observado pérdidas de sus tenencias de bonos argentinos de al menos un 33% desde la última reestructuración del país en septiembre de 2020, según datos compilados por Bloomberg.
Los representantes de las tres empresas declinaron hacer comentarios sobre las cifras y su posicionamiento en el país antes de las elecciones del domingo.
Para algunos, por supuesto, esas pérdidas se traducen en una oportunidad, especialmente si el próximo presidente sorprende al mercado y adopta políticas que estabilicen la economía, el peso y el mercado de bonos.
“Los desafíos para el próximo Gobierno, sea quien sea, son increíblemente grandes”, dijo Stuart Sclater-Booth, gestor de cartera de Stone Harbor Investment Partners en Nueva York. La firma mantiene los bonos argentinos a un nivel consistente con los indicadores de referencia de mercados emergentes de JPMorgan Chase & Co., dijo.
“No quiero quedar demasiado expuesto”, explicó, “porque si me equivoco, hay mucho potencial de rendimiento y retorno al que se está renunciando”.
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Los pagos se acumulan
Para quienes están a la expectativa, el riesgo de otro default es algo fundamental. El banco central de Argentina lleva mucho tiempo con dificultades para gastar reservas en moneda extranjera, lo que plantea interrogantes sobre cómo el próximo Gobierno logrará hacer los pagos de los bonos.
Los inversionistas esperan obtener US$ 2,600 millones en intereses y capital el próximo año, y los primeros pagos importantes vencerán en enero, apenas unas semanas después de la toma de posesión del próximo presidente. Esa cantidad se duplica con creces hasta los US$ 5,600 millones en 2025, según datos del Ministerio de Economía.
Para Richard Hall, gestor de cartera asociado de T. Rowe Price, todavía hay incertidumbre sobre cómo el país recuperará el acceso al mercado, abordará su crisis económica y gestionará su carga de deuda.
Los swaps de deuda-default, aunque poco comercializados, ya implican un 100% de posibilidades de que el Gobierno no cumpla con los pagos y caiga en default dentro de los próximos cinco años.
“No hay un camino atractivo para ningún candidato. Cualquiera de los dos intentará implementar un programa de estabilización lo antes posible”, dijo Juan Manuel Pazos, economista jefe de la casa de bolsa Grupo TPCG, con sede en Buenos Aires. “La gran pregunta es si será algo creíble o solo un cambio superficial”.
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