Una tienda turística en la calle comercial de Nakamise en Tokio | Yuichi YAMAZAKI / AFP
Una tienda turística en la calle comercial de Nakamise en Tokio | Yuichi YAMAZAKI / AFP

Considerado hasta ahora un destino al alcance de pocos, atrae a un número récord de turistas extranjeros que, animados por la debilidad del frente al o el , no dudan en gastar su dinero en kimonos, cuchillos o cenas de lujo.

“Compré tres pares de zapatos, algo que normalmente nunca hago”, comentó riendo la francesa Katia Lelievre, de 36 años, en la atestada zona Asakusa de Tokio, famosa por su templo budista y sus tiendas de recuerdos.

Es calzado de las marcas Converse, Nike y Adidas que podría haber encontrado en Europa, pero que debido al tipo de cambio “realmente valió la pena” comprar, explicó.

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La experiencia es parecida para Dominique Stabile, una italiana de 31 años que ya había visitado el país hace “cinco o seis años”. “Recuerdo que los precios eran claramente más altos que ahora, en particular para los cosméticos y la ropa”, afirmó.

“La comida es realmente barata”, explicó esta turista, que confiesa haber gastado mucho “especialmente en comida”.

La depreciación del yen, que cayó el lunes a mínimos de décadas frente al dólar y el euro, anima el consumo de los turistas para regocijo de los comerciantes locales.

“Mucha gente hace las cuentas y cuando ven el equivalente en su moneda dicen ‘caramba, voy a comprar eso’”, contó Saori Iida, empleada en una tienda de ropa tradicional japonesa. “Ayer tuvimos una persona que compró 15 kimonos”, dijo.

“Gracias al yen barato, los clientes extranjeros están comprando muchos cuchillos artesanales, incluso si aumentan de precio”, aseguró Yuki Suzuki, de 21 años, dependienta en un comercio especializado en estos productos.

“Siento que ahora hay más clientes que quieren comprar algo más, por ejemplo varios cuchillos hechos por el mismo artesano”, agregó.

Un ramen muy razonable

En marzo, Japón recibió por primera vez más de 3 millones de turistas foráneos en un mes. Es un 11.6% más que en marzo de 2019, antes de que el golpeara el turismo.

Además, el gasto per cápita de estos visitantes subió 52% en los primeros tres meses del año comparado con 2019.

El fenómeno difícilmente se explica sin la variación del tipo de cambio: en 2019, con un dólar se compraban 112 yenes. El miércoles eran casi 158 yenes, el precio más barato en 34 años.

Un plato de fideos ramen cuesta alrededor de 1,000 yenes, o US$ 6,3. En 2019 eran US$ 8,9. Un reloj de lujo o una cartera de marca de 700,000 yenes ahora son US$ 4, 430, lejos de los US$ 6,250 de hace cinco años.

Muchas tiendas eximen a los turistas del impuesto de ventas de 10% si enseñan el pasaporte. Los más derrochadores per cápita son los australianos, seguidos por los británicos y los españoles, según la agencia japonesa de turismo.

Invasión

La depreciación del se atribuye en parte a la política del Banco de Japón de mantener tasas de interés ultrabajas, a contracorriente de otros bancos centrales que las aumentan.

Favorable para el turista, este fenómeno penaliza el consumo doméstico, en declive desde marzo de 2023 por la . El yen bajo encarece las importaciones y lasta el poder adquisitivo.

Turistas visitan el templo Sensoji de Tokio |  © Yuichi YAMAZAKI / AFP
Turistas visitan el templo Sensoji de Tokio | © Yuichi YAMAZAKI / AFP

Además, la invasión de turistas que saturan tiendas y restaurantes genera malestar en parte de la población local.

Los visitantes “reciben un buen valor por su dinero”, señaló Akiko Kohsaka, economista del Japan Research Institute y experta en turismo.

“Puede significar que los turistas elijan permanecer en hoteles mejores a lo que acostumbran o quedarse un día más en Japón o comprar artículos de marca”, comentó a AFP.

“Incluso comiendo sándwiches o hamburguesas, que pueden conseguir en sus países, sienten que no encontrarían ese precio en casa”, agregó Kohsaka.

“Creo que puede confiar en sí mismo como destino turístico. Incluso si se revierte la tendencia del yen, no creo que provoque una caída en el gasto de los turistas”.

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