
En esta época del año, millones de personas acuden a la iglesia. Incluso las ovejas que se han alejado del rebaño del Señor suelen encontrar el camino de vuelta en Navidad. Vienen a escuchar la historia de María, José y el Niño Jesús, acostado en un pesebre, porque no había sitio para ellos en la posada.
Los misioneros cristianos creen que la historia de Cristo puede salvar más almas. La Biblia ya es el libro más traducido de la historia —está disponible en su totalidad en más de 750 idiomas —, pero les gustaría verla en cada una de las casi 7,000 lenguas vivas del mundo. Para lograrlo, los creyentes están recurriendo a una nueva herramienta para su misión espiritual: la inteligencia artificial (IA).
La traducción es una tarea ardua. El Antiguo Testamento tiene cerca de 600,000 palabras: se supone que se necesitaron 70 eruditos para traducirlo todo en el siglo III a. C. El Nuevo Testamento está escrito en un griego problemático, lo que no ayuda. Gran parte de él es ambiguo: nadie sabe qué significa epiousion en la frase “danos hoy nuestro pan epiousion”, pero los traductores optaron por “nuestro pan de cada día”.
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La elección de las palabras ha tenido implicaciones teológicas. Una traducción de la Biblia describe a María como una mujer joven; otra, como una virgen. Las dos cosas no son lo mismo. La traducción también es arriesgada. Los eruditos de la Edad Media que tradujeron la Biblia al inglés fueron considerados herejes y quemados en la hoguera por su osadía. Gracias a la Reforma, la tarea es ahora menos peligrosa, pero sigue siendo laboriosa.
En 1999, Wycliffe, una organización misionera, estimó que se necesitarían 150 años para iniciar un proyecto de traducción en todos los idiomas restantes. Su modelo requería que los misioneros se trasladaran al extranjero, aprendieran un idioma y tradujeran la Biblia a ese idioma, un proceso que llevaba décadas. Los grupos cristianos comenzaron entonces a contratar a lingüistas locales para realizar el trabajo, pero la traducción de toda la Biblia seguía tomando cerca de 15 años.
La IA puede acelerar el proceso de manera considerable. Según algunas estimaciones, tomaría dos años producir una traducción pulida del Nuevo Testamento con la ayuda de un modelo de lenguaje de gran tamaño (LLM, por su sigla en inglés), y seis años en hacer lo mismo con el Antiguo Testamento.
Las organizaciones misioneras se han fijado ahora el objetivo de tener al menos una parte de la Biblia traducida a todos los idiomas para 2033.
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IllumiNations, una coalición de agencias de traducción de la Biblia, estima que ya han superado la mitad del camino hacia ese objetivo. (La organización ha recaudado casi US$ 500 millones en la última década para financiar sus esfuerzos). Este giro milagroso tiene una explicación terrenal. En 2022, Meta, la empresa matriz de Facebook e Instagram, lanzó una licencia abierta para un modelo de inteligencia artificial para la traducción.
El objetivo de Meta era mejorar los servicios web para 200 idiomas, centrándose en los de África y Asia. Pero para las organizaciones misioneras fue providencial: el modelo de inteligencia artificial de Meta podía adaptarse a la traducción de la Biblia, por lo que se ponía una herramienta secular al servicio de una labor sagrada. Una lengua minoritaria puede ser complicada.
“No se puede simplemente introducirla en ChatGPT y esperar obtener algo útil, porque ChatGPT nunca ha visto nada de esa lengua”, explicó Daniel Whitenack, científico de datos. Un LLM es tan bueno como el material con el que se entrena, pero ¿qué pasa si el material no existe? (La industria se refiere a estas lenguas como “de bajos recursos”).
A veces, los traductores deben proporcionarlo, por ejemplo, cuando traducen partes de la Biblia a mano. “Estamos buscando el santo grial de cuál es la cantidad mínima de textos paralelos que podemos introducir en el modelo para ajustarlo y obtener un buen resultado”, dijo Jeff Webster, consultor de traducción.
Algunos cristianos tienen dudas sobre el uso de la IA: les preocupa que pueda sustituir el papel del Espíritu Santo en lo que debería ser una tarea sagrada. Pero los evangelistas de la tecnología argumentan que el proceso sigue requiriendo la redacción de borradores, múltiples revisiones gramaticales, sintácticas y ortográficas, y verificaciones de la congruencia teológica: tareas que llevan a cabo seres humanos.
Hay que tomarse libertades creativas. La IA tiene dificultades con los nombres, los conceptos abstractos y las metáforas. Una palabra como “ariete” puede no tener equivalente en un idioma. Los traductores han recurrido a traducir “ariete” como “máquina de guerra” o “largo palo de madera utilizado para derribar las puertas de las ciudades”.
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La IA tampoco tiene concepto de las diferencias culturales. El sitio web de Wycliffe observa que la frase “aceptar a Jesús en tu corazón” tiene sentido si se imagina el corazón como fuente de sentimientos.
“Pero, ¿sabías que el pueblo Awa de Papúa Nueva Guinea considera que su centro es el hígado? ¿O que el pueblo Rawa, también de Papúa Nueva Guinea, considera que el centro es el estómago?”.
Es necesario utilizar “analogías comprendidas localmente para transmitir las mismas verdades”. Parte de la urgencia de esta iniciativa es escatológica: algunos cristianos creen que Cristo regresará una vez que la Biblia esté disponible en todos los idiomas. Otros, entusiastas del proselitismo, lo consideran su deber cristiano.
Los misioneros no solo están llevando la Biblia a nuevos lugares, sino también a nuevos LLM. El esfuerzo puede traer recompensas tanto en esta vida como en la próxima.









