Las empresas en una trampa de productos creen que los productos son su única fuente de ingresos. (Foto: Anna Shvets / Pexels)
Las empresas en una trampa de productos creen que los productos son su única fuente de ingresos. (Foto: Anna Shvets / Pexels)

Hace más de 60 años, el profesor de Harvard Business School, Theodore Levitt, argumentó que las a menudo fracasan porque se centran tan estrechamente en los productos y servicios, que se olvidan de tener en cuenta el panorama general: lo que los realmente quieren. Levitt llamó a este problema “miopía de marketing”. Hoy, sin embargo, las empresas se enfrentan a una nueva afección, a la que llamo miopía digital.

Las empresas digitalmente miopes no aprecian el valor creciente de los datos. A través de mi investigación, he identificado cinco trampas principales que las empresas deben tener en cuenta si esperan evitar la miopía digital.

La trampa del producto

Las empresas en una trampa de productos creen que los productos son su única fuente de ingresos. Se basan únicamente en datos episódicos, generados por eventos aislados, como el envío de un componente o la venta de un producto.

Para evitar las trampas de productos, las empresas deben comenzar a pensar en los productos como conductos para datos interactivos. Las empresas deben estar abiertas a la idea de que lo que ofrecen a los consumidores puede cambiar con nuevos desarrollos en el mundo de los sensores en rápida evolución.

LEA TAMBIÉN: El líder y las conversaciones difíciles

La trampa de la cadena de valor

Las empresas caen en la trampa de la cadena de valor al creer que sus cadenas de valor limitan su alcance comercial. Tradicionalmente, las empresas han asumido que las ventas y los servicios posventa representan el final de su cadena de valor.

Pero no lo son. Los consumidores que han comprado automóviles necesitan carreteras, gasolineras y proveedores de servicios independientes; los consumidores que han comprado bombillas necesitan enchufes, cableado y electricidad.

Las empresas pueden ampliar su alcance mediante la creación de ecosistemas de consumo completamente nuevos: redes que generan y comparten datos y los utilizan para conectar a los usuarios del producto con entidades de terceros que pueden ofrecer servicios relacionados adicionales.

LEA TAMBIÉN: Más mypes podrán financiarse usando pagarés electrónicos

La trampa de la eficiencia operativa

Los ecosistemas de consumo pueden resultar desconocidos para muchas empresas, pero los ecosistemas de producción no lo son. En los ecosistemas de producción, las empresas convierten sus activos, procesos y entidades de la cadena de valor interna en redes para generar y compartir datos.

Impulsar la eficiencia operativa tiene sus ventajas, pero si las empresas creen que las mejoras de la eficiencia operativa son el único uso de las tecnologías digitales modernas, pueden caer en la trampa de la eficiencia operativa.

Evitar la trampa de la eficiencia operativa requiere que las empresas descubran cómo convertir sus cadenas de valor en redes de generación e intercambio de datos, de manera que impulsen nuevos servicios.

LEA TAMBIÉN: Los cinco errores más comunes de los peruanos en el manejo de su dinero

La trampa del cliente

Las empresas caen en la trampa del cliente cuando piensan en los clientes solo como personas o grupos que compran sus productos. Todavía no reconocen a los clientes como fuentes de datos interactivos.

Para evitar la trampa del cliente, primero debe acumular muchos datos. Eso no es fácil. Por lo tanto, ordenar los efectos de red se convierte en una prioridad, y hacerlo implica encontrar formas de incentivar y atraer clientes digitales.

LEA TAMBIÉN: Trabajadores a tiempo parcial pueden trabajar horas extra

La trampa del competidor

Las empresas caen en la trampa del competidor cuando creen que sus competidores son solo aquellos que ofrecen productos similares y no notan nuevos competidores digitales.

Para evitar caer en la trampa del competidor, las empresas deben encontrar formas de rastrear a sus competidores digitales. No todo serán plataformas digitales. Algunas pueden ser nuevas empresas y otras pueden ser productos familiares y rivales de la industria que se han transformado en competidores digitales.

Hace sesenta años, al escribir sobre la miopía del marketing, Theodore Levitt alentó a las empresas a preguntarse de forma rutinaria: ¿En qué negocio estamos realmente? Hizo esa pregunta en una era de productos, cadenas de valor e industrias, pero sigue valiendo la pena preguntarla hoy.

(Mohan Subramaniam es profesor de estrategia y transformación digital en IMD Business School, en Lausana, Suiza)

LEA TAMBIÉN: Sector logístico: habilidades, salarios y puestos del rubro que se robustece tras el COVID