El mercado financiero peruano no luce atractivo para cierto público. Se trata de los inversionistas “retail”, quienes se ven ahuyentados por la falta de tecnología, tarifas elevadas, entre otros motivos.
Según Sebastián Documet, gerente general de Renta4 SAB, los inversionistas “retail” tienen un promedio de 35 años, nativos de canales digitales, con un perfil de inversión generalmente a corto plazo y una aversión a las perdidas, pero apetito por riesgo para obtener ganancias y con un excedente para invertir entre los S/ 10,000 y S/ 20,000.
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“El inversionista tradicional se diferencia por tener un mayor acceso a los mercados, productos e información por tener patrimonios más elevados, por ende, tienden a tener un horizonte más a mediano plazo. Además, suele ser una persona de 50 años en adelante”, señaló a este diario.
El ejecutivo subrayó que los principales factores que inhiben la participación de los inversionistas “retail” en el mercado financiero son los siguientes:
- Falta de tecnología
- Tarifas elevadas
- Poca liquidez de algunos instrumentos o mercados
- Limitado acceso a educación financiera e información de mercado
- Discriminación de los intermediarios por montos a invertir
- Falta de interés de los participantes en desarrollar el mercado de capitales y llevarlo al público en general
- Falta de asesoramiento personalizado
Documet afirmó que en el país la banca tradicional no tiene un interés real de llevar a sus clientes a productos de inversión. En cambio, prefieren incentivar el ahorro tradicional en cuentas corrientes.
“En todo caso, ofrecen el servicio [productos de inversión] para evitar que los clientes se vayan a otras entidades especializadas en inversiones. Por otro lado, hay mucho trabajo por hacer conocer a las personas que existen medios digitales para acceder a servicios financieros, considerando la elevada penetración de la telefonía móvil”, subrayó.
El experto explicó que, para atraer a este público al mercado financiero, es importante la educación financiera, así como la asesoría de un especialista para entender los riesgos del producto en sí y también analizarlos en el contexto de cada individuo.
“Es clave contar con tecnología que permite economías de escala y así atender a clientes con patrimonios más bajos y no discriminar como lo hacían intermediarios tradicionales. Rebajar las tarifas y establecer una única independientemente del mercado que se opere y no cobrar nada más aparte de por operar”, puntualizó.
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