La primera vez que probé la cocina de Emilio Macías fue en la época de la moda molecular. Esferas, humos, platos deconstruidos. Emilio trabajaba dirigiendo el restaurante de un hotel modernísimo. Luego, lo volví a encontrar en Astrid&Gastón, metido en una especie de laboratorio propio, donde creaba platos inéditos para un nuevo menú de degustación. Macías ha decidido volver a los sabores de su infancia mexicana. Podría decir que para entregarnos lo que mejor sabe hacer, pero su trayectoria demuestra que se maneja con destreza en cualquier tipo de propuesta. Más bien, lo que logra en Casa Nixtamal es realzar la cocina tradicional mexicana. Esa que encuentras en las esquinas del D.F., de las que solo saben los conocedores. Pero Emilio la lleva más allá, utilizando todo lo aprendido. Aromas, texturas, sabores inesperados, que logran reinventar un plato o mejorarlo sin quitarle su esencia.