La movida coctelera se pone cada vez más interesante en Lima. Bares con personalidad propia y propuestas de avanzada, como Lady Bee, Sastrería Martínez, Casa Sutil o Hidden, se han sumado al pionero Carnaval. Las aperturas de restaurantes —como la de Rocco, reseñada hace unos días aquí por Javier Masías— ponen un énfasis creciente en sus barras, lo que también ocurre en clásicos como Astrid & Gastón y en novedades consolidadas como Siete. En los hoteles, los bares ganan preeminencia, como en el Westin, que reabrió Alphonse en formato speakeasy y sumó una barra más a su excelente oferta. Finalmente, surgen propuestas más relajadas, pero de alta creatividad y calidad, como Otto. Cierro esta enumeración con el temor de omitir injustamente a otros locales por falta de espacio, memoria o conocimiento.