Por Bobby Ghosh
La revelación más sorprendente en los informes sobre el hackeo al teléfono celular de Jeff Bezos es que el príncipe heredero Mohammed bin Salman puede haber tenido un rol directo y personal.
Bloomberg News informa que dos personas familiarizadas con la trasgresión dicen que el gobernante de facto de Arabia Saudita, conocido como MBS, comenzó el proceso enviando al jefe de Amazon.com Inc. un mensaje de WhatsApp que contenía malware oculto, que permitió a los sauditas acceso al teléfono del multimillonario.
Más condenatorio aún, expertos independientes de las Naciones Unidas dicen que tienen información que sugiere la participación de MBS en el ataque. “La información que hemos recibido sugiere la posible participación del príncipe heredero en la vigilancia del señor Bezos, en un esfuerzo por influir, si no silenciar, en los informes del Washington Post sobre Arabia Saudita”, escribieron en un comunicado el miércoles los expertos independientes Agnes Callamard, relatora especial de la ONU sobre ejecuciones sumarias y extrajudiciales, y David Kaye, relator especial de la ONU sobre la libertad de expresión.
La respuesta del príncipe revelará si aprendió alguna lección del asesinato de Jamal Khashoggi y sus efectos colaterales.
El mensaje a Bezos precedió al espeluznante asesinato del periodista en el consulado saudí en Estambul, por cinco meses. La investigación de la ONU sobre el asesinato indica que MBS “tiene una responsabilidad en relación con el asesinato” y la CIA cree que dio la orden. El gobierno saudita niega esto y pasó por una serie de procedimientos judiciales para culpar a las personas que, según afirma, estaban involucradas.
Esta saga ha hecho poco para disipar la nube gris sobre la reputación de MBS. Como escribí en el aniversario del asesinato, el fantasma de Khashoggi persigue cada paso del príncipe. Incluso asistió, tipo Banquo, al banquete para banqueros de la OPI de Aramco.
La historia sobre el hackeo al dueño del Washington Post atrae tanta atención como el asesinato del columnista.
La acusación de que el príncipe estuvo involucrado personalmente es particularmente perjudicial y minimizará aún más su posición internacional. En Estados Unidos, endurecerá la posición de muchos en el Congreso de hacer que MBS rinda cuentas por el asesinato, a pesar de los mejores esfuerzos del presidente Trump para protegerlo.
La cosa no va a terminar ahí. Que el objetivo sea uno de los hombres más ricos del mundo desencadenará un escrutinio más detallado de otros incidentes que involucren a figuras menos prominentes, como el pirateo de teléfonos pertenecientes a disidentes sauditas, amenazas contra otros críticos y la acusación de que empleados de Twitter espiaron en nombre del reino.
La primera respuesta de los sauditas fue fiel a su costumbre. La embajada saudí en Washington ha calificado los informes del ataque Bezos de "absurdos", replicando la postura que adoptó al rechazar los primeros informes de que Khashoggi había sido asesinado por orden de Riad.
Lo más sabio sería permitir una investigación transparente sobre el ataque con un mandato más amplio que la investigación de la ONU: descubrir quién lo ordenó y quién lo ejecutó. Tras el opaco proceso alrededor del asesinato de Khashoggi, cualquier investigación por parte de las autoridades sauditas inevitablemente dará la impresión de un encubrimiento. La mejor manera de evitar esa razonable sospecha sería permitiendo una supervisión internacional del proceso.
Si tal investigación concluye que la primera violación al teléfono de Bezos provino del mensaje de WhatsApp de MBS, entonces el príncipe debe aclararlo: un verdadero mea culpa, y no el reconocimiento cargado de advertencia que tardíamente emitió en el asunto Khashoggi. Mejor aun, debería renunciar al uso de tales tácticas contra los críticos.
Los admiradores y defensores de MBS a menudo señalan que el príncipe tiene un largo reinado por delante: podría ser rey durante 50 años. Esa era será más fácil si no carga con más fantasmas y escándalos.
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