Una investigación periódica reveló que 111 fusiles de guerra fueron manipulados, transformados, rehechos de manera artesanal; convirtiéndolas, literalmente, en armas hechizas. Todo ocurrió, dentro de un almacén del Ejército del Perú, donde, en teoría, ninguna arma se mueve sin que sea minuciosamente registrada.
Según Cuarto Poder, nadie se había percatado que varias partes de estas armas de guerra habían sido reemplazadas por componentes que no son originales.
Un caso tan grave que llevó a que la procuraduría del Ejército recién -después de 3 largos años de sospechosas demoras y sin responsable descubierto- denuncie la desaparición de la parte más importante de 111 fusiles Galil 5.56.
El dominical accedió a documentación del Ejército del Perú, donde se demuestra que alguien, para no despertar sospechas, fue sacando de a pocos las principales piezas a estas armas hasta dejarlas inservibles.
Investigación
El 11 de enero de 2021, el comandante Zanoni Durand ingresa como nuevo comandante del Batallón de Material de Guerra 512. Él sustituye al comandante Ricardo Jaramillo, quien hace el relevo, entrega la documentación de las armas sin novedad. Tras este paso, el entrante Durand descubre que 111 fusiles habían sido manipulados y que varias partes eran maquetas.
“Se detectaron estas ocurrencias. ¿Quién lo detecta? El comandante entrante, a quien le advierte el comando, que faltan el cajón de 111 fusiles. Cuando eso pasa, formulamos un informe inicial, va al comando superior”, se escucha en el informe periodístico.
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Durand informa lo que acaba de descubrir y pide a su superior, el jefe del servicio de Material de Guerra del Ejército, tome medidas urgentes e inicie una investigación. ¿Quién era el general?
El nombre que no quiere revelar es del general de Brigada Mario Chávez Cresta, el hermano del actual ministro de Defensa, Jorge Chávez Cresta. Él es el oficial que recibe la información sobre la “canibalización” de los 111 fusiles Galil.
Durand intenta que Inspectoría de material de guerra haga una investigación y tome medidas, pero el general Chávez le exige al propio Durand le entregue un informe detallado. ¿Qué había descubierto el nuevo jefe de material de guerra del batallón 512?
Armas en desuso
De acuerdo con el código 96105944, el arma no cuenta con culata, también hay ausencia de mira delantera, tampoco agujas percutoras y anillos de vástago de la guía. El cañón tiene picaduras en las ánimas. Además, el cajón de mecanismo está reconstruido artesanalmente. No tiene guardamanos ni gatillo.
El código 96116494, tampoco tiene culata, ni agujas percutoras. Daño en los anillamientos de primero, segundo y tercer grado. El cajón de mecanismo no es el original. No hay resortes de guardamanos ni abrazaderas traseras. Ausencia de palanca del fiador, no tiene mira ni cubre llamas.
Durand hace un resumen de sus hallazgos y le envía el documento a su jefe, el general Mario Chávez Cresta. El hermano del ministro ordena sancionar al comandante Jaramillo con 8 días de arresto simple, porque no informó sobre esta grave denuncia.
El general Chávez Cresta involucrado
Pero más allá de la sanción al comandante Jaramillo, lo grave es como los responsables de las armas pretendieron solucionar el faltante de los fusiles Galil.
Según el documento 389, con fecha 5 de noviembre de 2021, es decir, once meses después del descubrimiento de las armas canibalizadas, el general Chávez Cresta solicita que se cumpla la disposición de dar de baja al armamento mediante el método de destrucción, es decir, que lo fundan.
Esto significaba que las armas dejaban de ser parte del armamento del ejército por un procedimiento habitual, como si no hubiese existido ninguna irregularidad, pese a haberlas encontrado totalmente hechizas.
Durand, el comandante que hizo la denuncia, no estuvo de acuerdo. En este informe de número 335 dice “no es recomendable realizar los trámites de baja y disposición final por el método de destrucción, además agrega que al ser hechizos no originales, fundir los 111 fusiles acarrearían responsabilidades administrativas y penales.”
Se volteó la información
A inicios del año 2022 y con el proceso todavía en curso, se nombra un nuevo jefe de material de guerra del Ejército, el general Aldo Cornejo, quien ordena que Inspectoría haga un nuevo informe detallado del material de guerra que existía en el batallón 512, donde se habían encontrado las armas canibalizadas.
Allí, simplemente, confirman lo que Durand venía denunciando. En el informe del BMG 512, que detalla la situación de cada uno de los 111 fusiles Galil que estaban en un estado inservible, se concluye que “son armas réplica artesanal con componentes no originales reconstruidos artesanalmente”. Por esta razón consideran que las 111 armas son “inservibles e irrecuperables”.
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Recién el 17 de enero de 2024, 3 años después, cuando la Procuraduría del Ejército decide denunciar al fuero militar la pérdida de los cajones de mecanismo de los 111 fusiles Galil. Algo que ya denunciaba el comandante Durand desde el 2021.
Pero qué es lo extraño, según la denuncia que hace la Procuraduría, ellos indican “la presunta comisión de infracción penal cometida por el teniente coronel Zanoni Durand y los que resulten responsables”. Esto quiere decir que la Procuraduría del Ejército termina denunciando al oficial que sacó a la luz la pérdida del material de guerra.
“Si es gracias al comandante Durand que se dan cuenta de esto, por qué procuraduría denuncia al comandante, aquí hay que precisar que los responsables de no dar cuenta del uso a los componentes, fue sancionado en su momento”, se oye en el informe.
Recordemos que en apenas una semana, la policía ha logrado incautar fusiles de asalto en manos de la criminalidad. Un caso ocurrido en Chagual, la Libertad y otro en Ventanilla. Lo que confirma que los delincuentes quieren conseguir este tipo de armamento para cometer sus crímenes.