Katrina Cornish pasa sus días en el cultivo de dientes de león y arbustos del desierto. Cosecha las elásticas sustancias de caucho que producen y utiliza máquinas especiales para convertirlas en condones, guantes de uso médico y piezas para tubos traqueales. Y cree que esos productos podrían alterar para siempre el panorama de la agricultura en Estados Unidos.
Cornish, profesora de la Universidad Estatal de Ohio que estudia alternativas al caucho, no es la única que invierte energía en cultivos alternativos como el guayule —un arbusto del desierto— o los dientes de león de caucho que florecen con pétalos amarillos en el invernadero donde ella trabaja.
También en Arizona el guayule prospera en plena sequía, con sus hojas azul verdosas apartadas de la tierra seca en una granja de investigación y desarrollo operada por la empresa de neumáticos Bridgestone. Y en Nebraska y otras partes del centro de Estados Unidos brotan pastos verdes de sorgo que se agitan con racimos de granos rojizos.
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No son el maíz, la soja, el trigo o el algodón que han predominado en esas zonas durante décadas. Más bien son cultivos que muchas empresas, organizaciones filantrópicas y entidades nacionales e internacionales promocionan como alternativas prometedoras para enfrentar el cambio climático.
Pero si bien algunos investigadores y agricultores se muestran optimistas sobre el potencial de estos cultivos —muchos de los cuales son más eficientes respecto a su necesidad de agua e importantes en ciertas partes del mundo para combatir el hambre—, también dicen que sería necesario que ocurrieran cambios drásticos en los mercados y el procesamiento antes de que podamos ver alguna vez campos repletos de estas plantas que se salen de lo convencional, o muchos productos en las tiendas elaborados con ellas, especialmente en Estados Unidos.
La mayor parte del procesamiento del caucho se realiza en el extranjero, y Estados Unidos no está preparado para procesarlo en el país. Pero Cornish explica que las amenazas de enfermedades, el cambio climático y las tensiones comerciales internacionales también significan que el trabajar en el cultivo y procesamiento de alternativas nacionales sería una inversión inteligente.
Dado que el sorgo se cultiva para consumo humano, así como para animales de granja e incluso alimentos para mascotas, sería necesario ampliar el procesamiento, dijo Nate Blum, director ejecutivo de Sorghum United, una organización no gubernamental internacional enfocada en crear conciencia sobre el sorgo.
Aunque Estados Unidos es el mayor productor mundial de sorgo, todavía representa sólo una pequeña fracción de las hectáreas sembradas en comparación con cultivos básicos como el maíz y la soja. Y aunque el maíz y la soja están fuertemente incentivados en el país, Blum alberga la esperanza de que la demanda de los consumidores fomente una mayor inversión en el sector del sorgo y el mijo.
No obstante, es más probable que los agricultores siembren cualquier cultivo que reciba subsidios, dijo James Gerber, destacado científico de Project Drawdown, una organización sin fines de lucro especializada en soluciones climáticas. Gerber, quien recientemente publicó un artículo en la revista científica Nature Food sobre qué cultivos experimentarán un crecimiento de rendimiento y cuáles podrían estancarse en los próximos años, refirió que comparar la producción de sorgo en India con la de Estados Unidos ilustra este principio. India ha invertido mucho para mejorar los rendimientos de sorgo allí, pero Estados Unidos no, agregó.
Aún así, Blum cree que hay beneficios reales para continuar el trabajo con el sorgo, y quizás beneficios más urgentes en otras partes del mundo que en Estados Unidos.
Luego de que el año pasado la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO, por sus siglas en inglés) declaró que se enfocaría en los mijos, incluido el sorgo, Blum cree que aún queda mucho más por hacer.
“El fin del año internacional no es el final. En realidad, es sólo el comienzo”, dijo.
Dado que el cambio climático afecta a la agricultura en todo el mundo, la necesidad de cultivos que puedan resistir condiciones climáticas extremas, como sequías persistentes, es especialmente importante en partes del África subsahariana y el sur de Asia, donde los pequeños agricultores dependen de sólo unas pocas hectáreas de tierra. Algunos de los programas de mejoramiento de esos cultivos se llevan a cabo en Estados Unidos, pero se incluyen con mucha menos frecuencia en la dieta o el estilo de vida estadounidense.
Es por eso que los mercados especializados serán fundamentales para que estos cultivos tengan alguna esperanza de incrementar su popularidad aquí, explicó Cornish. Ella piensa que, así como Tesla abrió la posibilidad de que los autos eléctricos fueran convencionales al comercializar primero el producto como un bien de lujo, los bienes de primera calidad como los condones, las piezas de tubos traqueales y los guantes quirúrgicos resistentes a la radiación deben fabricarse con diente de león y guayule para inspirar a los productores a sembrar cantidades más significativas de esos cultivos.
“No puedes hacerlo sin transitar ese camino porque no tienes economías de escala, y no tienes suficiente para ingresar a mercados que requieren una gran cantidad”, explicó Cornish.
El guayule es “claramente un cultivo especializado y probablemente siempre lo será” en términos de hectáreas cultivadas, declaró Bill Niaura, director ejecutivo de innovación sostenible de Bridgestone. Dijo que el trabajo de Bridgestone con el guayule se ha centrado estrictamente en el ámbito de la investigación y el desarrollo durante aproximadamente los pasados diez años, y sólo en los últimos dos años la empresa ha hecho la transición hacia explorarlo como negocio.
“Intentas desarrollar una nueva industria para el continente americano que actualmente no existe”, agregó.
Mientras tanto, los agricultores de Estados Unidos dependen de una economía agrícola construida a escala, por lo que siembran los cultivos que les dan opciones sobre dónde vender, dijo Curt Covington, director sénior de negocios institucionales de AgAmerica Lending, un administrador de inversiones y prestamista privado centrado en tierras agrícolas.
Añadió que, con frecuencia, los banqueros que financian a esos agricultores no quieren correr el riesgo de un cambio completo a un cultivo que no tiene mercados establecidos. Eso, declaró, podría ser un problema para el país en el futuro, ya que el cambio climático exacerba las amenazas a cultivos como el algodón y la alfalfa, que requieren mucha agua y se cultivan en el suroeste.
Los agricultores de Arizona ya han tenido que dejar la tierra en barbecho, detenido por completo la siembra y, en ocasiones, han pasado dificultades o de plano han abandonado sus negocios familiares a consecuencia de los cortes de agua del río Colorado. Aunque el guayule sólo utiliza la mitad del agua que el algodón y la alfalfa, si la economía no lo respalda, eso no le sirve de mucho a la mayoría de los agricultores.
“En última instancia, con lo que terminas es potencial para, honestamente, una gran cantidad de tierra en barbecho, y el que ese mismo cultivo sea importado a este país desde otros países”, opina Covington. “Así que, para mí, eso crea un riesgo de seguridad para este país”.
Eso es algo que Cornish cree que se puede evitar, dice, reinventando a Estados Unidos no como una tierra dominada por olas de cereales, sino también como un productor dominante de caucho natural.
“Mi trabajo no estará terminado hasta que esto sea una característica permanente del paisaje”, agregó.
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