
Escribe: Carlos Casas Tragodara, profesor de la Universidad del Pacífico
Se han señalado hasta el cansancio todos los riesgos fiscales que afrontamos por las normas que el Congreso ha aprobado, producto del afán populista que predomina en la actualidad y que se ve exacerbado por la campaña electoral en la que nos encontramos
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Una cifra que preocupa es que los pagos por intereses han aumentado más que el resto de los gastos, aun en un contexto de depreciación del dólar, lo que debería implicar un menor peso, dado que el pago de intereses se registra en soles. Esto se aplica a la deuda emitida en dólares, que representa el 50% del total.

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Si el gasto por intereses ha aumentado a pesar de que el valor del dólar se ha reducido, se observa cómo el mayor nivel de endeudamiento comienza, paulatinamente, a absorber una porción creciente del gasto público. Si la deuda continúa incrementándose, como creemos que ocurrirá, este peso será mayor cada año.
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Aún faltan dos semanas para el cierre del año, y sabemos que el gasto público tiende a incrementarse hacia finales del año, especialmente el gasto de capital, debido a que la ejecución suele ser baja en los primeros meses. Al momento de escribir estas líneas, la ejecución de inversiones se ubica alrededor del 70%, y los gobiernos locales solo han ejecutado el 63% de su presupuesto de inversiones.
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Esto implica que el gasto crecerá aún más este mes, a lo que debemos prestar especial atención, ya que este aumento no siempre se realiza de manera eficiente y, en algunos casos, abre la puerta a la corrupción. No obstante, la tendencia indica que lo más probable es que se cumpla la regla fiscal.
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Estos elementos, sumados a las buenas perspectivas en los precios de los metales, nos llevarían a pensar que todo está controlado y que vamos por una buena senda. Es de esperar que el Gobierno transitorio actual reclame el crédito por este desempeño económico.
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Sin embargo, el panorama para los próximos años no es tan favorable. Se han señalado hasta el cansancio todos los riesgos fiscales que afrontamos por las normas que el Congreso ha aprobado, producto del afán populista que predomina en la actualidad y que se ve exacerbado por la campaña electoral en la que nos encontramos.
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En términos de crecimiento, el primer semestre estará cargado de incertidumbre por la campaña electoral y las ofertas populistas que se ensayarán. Esto nos traerá a la memoria el célebre vals criollo de los años cincuenta, “Parlamanías”, que describe una situación como la actual y que culmina con la frase: “…y las corvinas, sobre las olas, nadarán fritas con su limón”.
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Se debe evitar dar cabida a estas propuestas y estamos en el derecho de exigir que se explique cuál será el financiamiento de las medidas que se propongan.
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La incertidumbre descrita nos lleva a anticipar un primer semestre tímido en términos de crecimiento, y el desempeño del segundo semestre dependerá de la configuración de las fuerzas políticas que se dé en el Congreso. Las expectativas jugarán un rol importante.
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El entorno internacional seguirá siendo incierto, pero con precios de los metales por encima de sus niveles históricos, es decir, una coyuntura favorable. Por lo tanto, la incertidumbre y su impacto en las decisiones de consumidores e inversionistas serán las variables a observar con especial cuidado. Por ello, el crecimiento en el 2026 será menor que el observado este año.
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Desde el lado fiscal, es poco lo que se podrá hacer sino buscar restablecer el orden. Los consensos políticos para derogar muchas normas nocivas será necesario. De lo contrario, los costos serán pagados en el corto plazo y ello puede ser doloroso, sobre todo, para los grupos más vulnerables.
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También puede haber cierto espacio para recuperar la recaudación. Si se fiscaliza adecuadamente a aquellas profesionales o empresas formales, pero que tienen prácticas informales, se puede generar un incremento no desdeñable de los ingresos fiscales y también se brindarán incentivos para que este grupo de agentes económicos pague.
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También debe crecer la conciencia tributaria. Si como personas evitamos pagar las cuentas de nuestras compras semanales en el supermercado pidiendo facturas, si empezamos a premiar a los que cumplen con sus obligaciones en vez de imitar a los que juegan al límite o simplemente no pagan impuestos, haremos bastante. De la misma forma, debemos exigir nuestras boletas de compra a restaurantes o profesionales independientes que nos brinden servicios. La Autoridad tributaria debe empezar a hacer cruce de información efectiva con otras bases de datos existentes para detectar situaciones que no tienen explicación.
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Estas últimas medidas deben darse en un nuevo Gobierno, pero lo principal es evitar la inundación de gastos fiscales que amenaza con arrasar a toda la economía en el mediano plazo. Quizás el cierre de este año no es más que la calma antes de la tormenta.

Profesor e investigador principal del Centro de Investigación de la Universidad del Pacífico.







