Escribe: Pedro Pablo Kuczynski, expresidente de la República
En el Perú no vamos a poder avanzar, ni política ni económicamente, si tenemos a la mitad del país que se siente separada del resto y, por consiguiente, tolera rebeldía y protesta que impiden su desarrollo.
Lo que necesita el sur del Perú es lo mismo que el resto del país: seguridad, educación, agua potable, vivienda, salud e infraestructura. Pero hay algunos proyectos especiales para el sur, sobre todo en la zona urbana de Juliaca y la ciudad de Puno, que en conjunto suma 1 millón de habitantes.
Juliaca es hoy un emporio de emprendimiento. Está llena de actividad y de pequeños empresarios dedicados en su gran mayoría a actividades legítimas y no tanto al contrabando como se cree en Lima. Juliaca, además, tiene la principal planta cementera que abastece a Bolivia desde el Perú.
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Entonces, ¿en qué consiste el “Plan Juliaca/Puno”? Busca revertir el abandono de los últimos años de la inversión pública en Puno, especialmente en Juliaca. Hoy, como resultado del olvido, la mayoría de sus calles son de tierra, sin asfaltado, y la mayoría de sus habitantes no tienen acceso a agua potable.
El plan significaría que el Gobierno central trabaje con la autoridad local para hacer los proyectos necesarios. Pero no como ahora, a través de municipalidades ineficientes, muchas de ellas con alta corrupción. El modelo que propongo es lo que se hizo en Colombia en la década de los años 1950 – 1960, con ayuda del Banco Mundial, cuando se creó la autoridad del valle del Cauca, un ente financiero y políticamente estable que reunía los mejores talentos y cuya vida no estaba circunscrita a una elección u a otra. Recuerdo mucho a don Bernardo Garcés Córdoba, el gran impulsor de esta idea, quien la ejecutó con éxito, poniendo a Cauca y su capital Cali en un pedestal en Colombia, en vez de ser un lugar atrasado. Aquí podríamos hacer algo similar en la Corporación Juliaca/Puno y si tenemos éxito, trasladaremos el concepto a otros lugares que necesitan inversión a gritos, como Piura, Iquitos y muchos más.
Para que esta idea ayude a generar una reconciliación entre Puno y el Perú, debemos ir más lejos que un simple plan urbano para Juliaca y Puno. Tenemos que organizar que Juliaca y Puno tengan acceso al gas de Camisea. El gasoducto sur peruano, que iba a construir Odebrecht, nunca se llevó a cabo y, además, no incluía gas para Puno.
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¿Cómo vamos a traer el gas a Juliaca y Puno? El proyecto es menos complicado de lo que se piensa y mucho menos costoso que el gran tubo que no se hizo. Ya el gas de Camisea llega a Quillabamba y de ahí el ducto se va hacia Pisco y Lima. El proyecto del Gasoducto del Sur estuvo diseñado para otra cosa, con tubos inmensos que hoy están guardados a lo largo de esa ruta y que requerían altísima compresión para empujar el gas. El proyecto del pequeño ducto a Juliaca y Puno es distinto: es pequeño (diámetro de 12 o 15 pulgadas en vez de 36) y por consiguiente requiere menos compresión y así costará menos su construcción y operación.
Llegado el pequeño tubo al sur de la ciudad del Cusco, fuera de la zona arqueológica, se crearía un mercado para el gas residencial y después en línea casi recta, siguiendo la vía del ferrocarril a Puno, a una distancia prudencial de la vía férrea, en 350 kilómetros estaríamos en Juliaca. La ventaja de anclar el proyecto en paralelo a la vía férrea existente es que se facilita enormemente la construcción, porque los materiales, tubos y maquinaria pueden venir por el ferrocarril sin necesidad de hacer muchas y difíciles pistas de acceso.
El objetivo es gasificar a Juliaca y a Puno, que serían las primeras ciudades fuera de Lima (aparte de Talara y Piura) que tendrían red de gas a domicilio, en una zona donde hace mucho frío y donde se verá que hay una verdadera demanda que no ha sido satisfecha. Además, la mencionada planta de cemento se podría convertir a gas, reduciendo sus costos y mejorando la posibilidad de aumentar la producción.
¿Cuánto cuesta todo esto? Calculo que el miniducto paralelo al ferrocarril se puede hacer desde Quillabamba, pasando por el sur de la ciudad del Cusco y llegando a Juliaca y Puno, en unos US$ 500 millones, menos del 10% de lo que hubiera costado el gran ducto hacia Matarani. Luego viene la distribución, que tendría que ser concesionada. La construcción de la red de distribución será más fácil que en Lima: Juliaca es plano, pocas calles tienen cemento, o sea que es territorio de relativamente fácil acceso.
¿Quién debe hacer el proyecto? Si seguimos con la misma y fallida desorganización actual, nunca haremos el proyecto. Tenemos que buscar otra vía, quizás la Corporación Juliaca/Puno. Va a requerir mucho trabajo convencer a la población del altiplano, en el cual yo viví de niño como hijo de un médico de salud pública, que esto no es una conspiración limeña y habrá sin duda oposición política, que vendría del expresidente boliviano, quien hoy se ocupa demasiado de los asuntos del Perú. Pero yo creo que bien explicado, este pequeño proyecto podría ser la primera piedra de la reconciliación nacional entre el sur del Perú y todo nuestro bello país.
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