Periodista de Negocios
Cuando la mira de Perú seguía apuntando a alcanzar a Chile en la producción de cobre, una alerta llegó este mes con un país a 10,000 km de distancia: Congo nos había superado como productor del metal rojo. El reporte fue corregido rápidamente. El país centroafricano lo haría recién el 2026.
La noticia sonó fuerte. No era un país vecino, ni la competencia traía cierta rivalidad histórica. La irrupción del Congo evidenciaba que la inversión puede ir a cualquier territorio con condiciones atractivas. En ese país, la alta ley de cobre (2.6% frente 0.41% de Perú) está pesando más que su conflicto armado y otros problemas.
Desde el 2016, Perú es el segundo productor global. La ampliación de Cerro Verde y la operación de Constancia y Las Bambas lo hicieron posible. Sin embargo, la crisis política, la demora en los permisos (dos años frente a seis meses en Argentina o Chile) y los conflictos sociales impiden un desarrollo más rápido de más megaproyectos.
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En nuevas operaciones cupríferas, la Sociedad Nacional de Minería, Petróleo y Energía señaló que la producción peruana de cobre (2.4 millones de toneladas en 2022) podría acercarse a la chilena (5.3 millones) con 15 proyectos. De esa cartera, Zafranal es el más tangible. La construcción iniciaría el 2025.
Además, figuran proyectos brownfield como la ampliación de Antamina, pero su aprobación se sigue dilatando.
En febrero último, Gestión adelantó que el Congo amenazaba con desplazar a Perú en la industria del cobre. Si bien el nuevo Gobierno anunció un plan para destrabar proyectos mineros por US$ 10,555 millones, no solo basta explorar las vías, sino encontrar la veta para hacerlo.
Y es que, en el primer cuatrimestre, la inversión minera cayó 19.2%, reflejando que las intenciones declarativas no son suficientes. Urge seguir optimizando los plazos para la obtención de permisos, sensibilizar a las comunidades sobre el impacto de una minería responsable, promover sinergias para hacer rentables las operaciones y mejorar la infraestructura de transporte.
En el plano político, es necesaria la coherencia y constancia del Gobierno en sus políticas públicas y las acciones concretas.
Más allá de ostentar una posición en una lista global, el retroceso frente a otros productores de cobre haría más evidente la incapacidad del Perú de capitalizar este recurso con una minería moderna. Detrás de esa situación, la pérdida de credibilidad, la consolidación de otros territorios y una inversión cada vez menor son riesgos aún más críticos.
El precio del cobre sigue en su nivel más bajo en seis meses. Sin embargo, las expectativas a largo plazo son positivas por su demanda para la transición a nuevas fuentes de energía y electromovilidad. Perú debe ser protagonista de esas transformaciones y, con cerca del 10% de reservas globales de cobre, es factible. Hay que hacer brillar el metal rojo para seguir promoviendo desarrollo.
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