Escribe: Rodrigo Isasi, director ejecutivo de Viernes.la y miembro de Es Hoy.
Al recibir un premio de honor en la edición número 37 de los premios de la Cinemateca Americana, Helen Mirren, actriz reconocida entre otros papeles por su protagónico en La Reina, pronunció un breve discurso.
Empezó con un agradecimiento a la industria y a los individuos que la habían apoyado en su carrera, referidos así, de manera genérica, sin mencionar a nadie en específico. Las líneas siguientes elogiaron el arte de contar historias con adjetivos grandiosos.
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Pero algo pasa en su discurso: la cadencia con la que lo pronuncia y el contenido trillado proyectan una sensación de mensaje convencional, no emociona, casi que cae en la categoría de un discurso más para salir del paso. Finalmente, cierra la última oración y declara: “y eso, señores, fue escrito con inteligencia artificial”, acto seguido rompe el papel que estaba leyendo, dando lugar a las risas del público y a su verdadero mensaje. Un mensaje cargado de vulnerabilidad, en el que comparte sus emociones y miedos al recibir un honor que por dentro le pregunta: “¿es este el fin de mi carrera?”, para luego expresar de manera vívida e irreverente cómo ha sentido su verdadero viaje por este arte a lo largo de los años.
¿Qué hizo que el discurso pasara de monótono y convencional a interesante y cautivador? Sin duda, la originalidad. La sensación de escuchar algo que solo podría venir de esa actriz provoca la curiosidad, manteniendo vivo el espacio para lo inesperado.
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En un nuevo mundo donde la inteligencia artificial, en sus formas actuales y evoluciones futuras, prevalecerá de manera ubicua en nuestras vidas, cada sector y por ende cada servicio que recibimos se va a reinventar. Hemos entrado a una carrera que no podemos dejar de correr y que nos provocará la sensación abrumadora de estar continuamente solo poniéndonos al día para llegar al nuevo estándar.
En ese contexto, hay una oportunidad de dar un salto, de distinguirse o como dice Mohanbir Sawhney, profesor de Kellogg School of Management, de distanciarse de la competencia. Esa oportunidad radicará en la originalidad, en nuestra capacidad de crear y entregar servicios tan cautivadores como el verdadero discurso de Helen Mirren, servicios que sorprendan y emocionen.
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¿Pero cómo lograrlo? ¿Cómo se llega a lo original? La fuente es precisamente aquello que varios estudios han reafirmado será lo más difícil de emular por una inteligencia artificial: empatía, colaboración, pensamiento crítico, creatividad y ética. Estas cualidades profundamente humanas, donde la lógica conversa con la intuición, serán las nuevas ventajas competitivas de las organizaciones. ¿Estamos realmente fomentando estas cualidades en nuestra cultura y logrando que se vivan en nuestros servicios, o estamos produciendo un “discurso monótono y convencional” que no vale la pena escuchar?
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