Debo confesar que El Niño me tiene preocupado. Si bien ya estamos pasando por El Niño costero y no podemos saber aún si el próximo verano vamos a tener un evento especialmente fuerte, la probabilidad de ocurrencia no es baja. Y lo que menos necesita la economía peruana en esta coyuntura de desaceleración y expectativas deprimidas es destrucción de infraestructura, cierre de vías de comunicación y pérdida de producción.
También me tiene preocupado el hecho de que el Ejecutivo no transmita el sentido de urgencia que requiere la preparación para un evento tan destructivo. En 2015, la última vez que el Gobierno se preparó en serio para un evento El Niño especialmente disruptivo (que no ocurrió en 2016 sino en 2017), la situación era diferente.
Para empezar, con anterioridad se había provisto a las Fuerzas Armadas y policiales del equipamiento necesario para atender este tipo de desastres: un satélite de observación, el BAP Tacna, helicópteros, aviones de carga, vehículos anfibios, bases móviles, puentes Bailey, maquinaria pesada, entre otros. ¿Cuál es el estado de esos equipos? ¿Se han renovado o mantenido? No lo sé. Espero que sí. En los meses previos al verano de 2016, la maquinaria pesada fue usada para implementar un programa de obras de prevención a marcha forzada que incluyó la descolmatación de ríos, la ampliación de los cauces y la instalación de mallas geodinámicas.
LEA TAMBIÉN: El Niño Global: Estas son las acciones que se alistan para enfrentarlo
Para que ello sea posible, el Ministerio de Economía y Finanzas reasignó presupuestos por S/3,000 millones (no existen razones para pedir créditos suplementarios cuando hay presupuesto sin gastar) y creó un mecanismo de compras ágil (que incluyó a la Contraloría y el Congreso); y varios ministerios asumieron la construcción de obras de responsabilidad regional o municipal.
Para gestionar este esfuerzo, el Ejecutivo creó una comisión especial de ministros que recibía información y coordinaba con el Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN) y que reportaba semanalmente los avances al Consejo de Ministros. Más importante, se designó a un ministro (el de Agricultura) como el responsable. De no haber sido por estas medidas, El Niño de 2017 hubiese tenido un impacto muchísimo peor.
Como sabemos quienes hemos ejercido cargos de gestión en el sector público (yo fui testigo de excepción de los esfuerzos que estoy describiendo), para que se pueda implementar un proyecto de esta importancia y magnitud, y a tiempo, es necesario establecer prioridades claras, designar responsables y el involucramiento directo del Palacio de Gobierno. Hoy, sin embargo, no se notan intenciones en el Ejecutivo de replicar lo que se hizo bien (o de hacerlo mejor de otra forma). Y eso implica apostar el bienestar de miles de peruanos a que El Niño no vendrá.
LEA TAMBIÉN: Destinan más de S/ 219 millones a favor de agricultores en nueve regiones
Disfruta tus descuentos del Club de Suscriptores cuantas veces quieras gracias a tu suscripción a Gestión. Más de 300 promociones esperan por ti, descúbrelas Aquí. Y si aún no eres suscriptor, adquiere tu plan AQUÍ.