Periodista
Desde hace algunos meses, desde esta columna, hemos señalado en reiteradas oportunidades, y casi tercamente, que este Ejecutivo, que en realidad tiene solo dos años de gestión efectiva y de oportunidad de mejora, debía concentrar sus mayores esfuerzos en tres temas fundamentales y urgentes para la población: i) lucha contra la delincuencia; ii) promoción de la inversión; y, iii) la prevención para hacer frente al fenómeno de El Niño.
La creciente y descontrolada inseguridad es el mayor flagelo para la ciudadanía. Porque no se puede vivir, trabajar, emprender, invertir, estudiar, trasladarse, o tratar de sobrevivir, en un país en el que, a la vuelta de la esquina, en la misma puerta de la casa, caminando en una vereda, en un taxi, o en el negocio propio se puede ser asaltado, extorsionado y asesinado.
La promoción de la inversión (privada y pública) es la mejor de las formas de reactivar cualquier economía nacional o regional, promover el crecimiento de los sectores productivos, generar empleo, reducir la informalidad, reducir la pobreza, recaudar impuestos para mejorar la infraestructura y la calidad educativa y de salud, y brindar mejores servicios al ciudadano.
Concentrarse en avanzar en las obras de prevención para enfrentar el fenómeno de El Niño, es dejar de patear la misma piedra todas las veces y todos los años. Es dejar de mirar como las lluvias y los huaycos se llevan todo, dejando a la población, una y otra vez, a la intemperie y estirando la mano para recibir alguna ayuda.
Si el gobierno se concentrara principalmente, y de manera muy seria, en esas tres tareas, que no son poca cosa, y que, por el contrario, son tremendos retos, podría dejar esas insignificantes cifras de aprobación y podría mostrar algunos logros de los cuales adolece desde el inicio de su gestión.
Sobre lo de las tareas de prevención, la Contraloría ha puesto el dedo en la llaga y nos ha mostrado la lamentable ineficiencia del Estado (en todos sus niveles) que no llega, siquiera, a porcentajes razonables de ejecución.
Respecto a la promoción de la inversión, privada y pública, la corrección de las expectativas de crecimiento por parte del propio MEF, así como las cifras que nos muestran los casi inexistentes niveles de crecimiento de la inversión, y las bajas cifras de las expectativas empresariales, nos relevan de cualquier comentario.
Y, con relación al tema de seguridad ciudadana, si bien el gobierno por fin le puso el reflector a este asunto, aunque bastante tarde, lo presentado por el Ejecutivo ante el Congreso esta semana, así como su análisis y anuncio de medidas, parece que no ha sido todo lo coherente, consistente, y necesario que debió ser, y que las circunstancias exigen.
Una presentación de medidas aisladas, que no llegan a constituirse en una estrategia integral e integrada, y que no alcanza la fuerza que requiere la lucha contra una criminalidad organizada, de dimensión internacional, y que cuenta con muchos recursos y una red contactos y complicidades en muchas de las instituciones que deben combatirlas, dan poco para el entusiasmo, y mucho para el apoyo cauto y crítico.
Haberse dejado llevar, o haber llevado el debate previo al terreno de Bukele si o Bukele no, fue muy poco productivo y feliz para el gobierno. Es verdad que esa discusión fue previa al pronunciamiento de los más altos niveles de gobierno, pero meterse a ella con entusiasmo o con la intención de usarla a su favor, para después mostrar contradicciones internas y declaraciones poco claras, no ayuda y, por el contrario, perjudica.
De igual manera, que los ministros salgan a comparar el plan Bukele con su propuesta local, o decir que el plan Boluarte (bautizando el plan con el riesgo que ello conlleva) será mejor que el plan Bukele, ha sido absolutamente innecesario y podría ser seriamente contraproducente. Lo que nos lleva a señalar que, a todas luces, algo falla en la comunicación del gobierno, que no logra posicionar temas o acciones importantes, no maneja la agenda política, y tampoco es eficaz al momento de poner de relieve la intención y la acción gubernamental.
En estos tres temas el gobierno se juega su estabilidad. Porque si el pedido de facultades para la lucha contra la delincuencia termina en un debate inútil y en unas normas que no van ayudar a la población; si las proyecciones de crecimiento siguen a la baja; y si El Niño causa los estragos a los que nos tiene acostumbrados; la credibilidad y aprobación del gobierno se podrá medir con los dedos de una mano, y a muchos ministros se les moverán sus fajines.