El Congreso adelantó la Navidad. Y no solo para los legisladores, sino que aprobó un Presupuesto Público para el 2025 que contiene gastos que serían más apropiados para un país con una economía boyante –que posea la capacidad de generar los ingresos que financien esos gastos–. Para el próximo año, el Congreso ha autorizado al MEF distribuir S/ 251,801 millones, lo que significa que tendrá que prever la disponibilidad de dinero por el mismo monto. Dado que no todo provendrá de la recaudación y otros ingresos corrientes, quedará un forado (el déficit fiscal) que tendrá que ser cubierto con endeudamiento.
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La semana pasada en CADE Ejecutivos, el presidente del BCR, Julio Velarde, alertó que “en varios niveles del Ejecutivo y del Congreso, me da la impresión que no se entiende la importancia de la disciplina fiscal”. En realidad, no es una percepción sino la verdad. Y para muestra está la casi inexistente mención a las fuentes de ingresos del Presupuesto 2025, en los debates llevados a cabo en el Legislativo. ¿Creerán los congresistas que el dinero crece en los árboles? La actitud del titular del MEF, José Arista, tampoco ayuda.
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Su inicial estilo estricto se ha ido suavizando, y ahora se muestra muy optimista con las proyecciones macroeconómicas y permisivo con los despropósitos que aprueba el Congreso. Por ejemplo, la meta de déficit fiscal para este año era 2% del PBI y cuando asumió, en febrero, Arista dijo que la iba a cumplir, pero en julio, con la venia del Congreso, emitió un decreto legislativo que elevaba la meta a 2.8% del PBI. En vista que el desequilibrio ha aumentado en lugar de bajar (fue 4.1% del PBI en octubre), hace unos días predijo que sería “un poco más” (que la meta oficial). Pero será bastante mayor y no fue él sino el premier, Gustavo Adrianzén, quien señaló que cerraría el año en 3% o 3.1% del PBI.
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Con estos antecedentes, ¿qué asegura que se cumplan las proyecciones del MEF, que sirven como base para el Presupuesto Público 2025? Tales cálculos figuran en el Marco Macroeconómico Multianual 2025-2028. Por ejemplo, para el próximo año se prevé un déficit fiscal de 2.2% del PBI y un crecimiento del PBI de 3.1%. Sin embargo, lo más preocupante es que Arista ha tolerado que el Congreso utilice la reserva de contingencia para el pago de nombramientos y remuneraciones, pese a que su función es cubrir necesidades imprevistas o emergencias. En suma, dado que el desequilibrio fiscal será cubierto con endeudamiento y artilugios contables, el Presupuesto Público 2025 arrancará más desfinanciado que los de años previos.
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