En agosto pasado, Petroperú justificó su nueva solicitud de rescate financiero en la necesidad de “mantener la sostenibilidad del mercado de combustibles”, pero ni el titular del MEF, Alex Contreras, ni el premier Alberto Otárola cedieron ante ese chantaje. Ambos basaron su negativa en la obligación de cubrir prioridades de gasto público y en mantener la meta de déficit fiscal del 2023. Si bien el Gobierno volvió a debatir el salvavidas este mes, anoche en Punto Final, Otárola reiteró que no habrá dinero fresco para la empresa y que, más bien, será reimpulsada sobre “soluciones pragmáticas” y se reformará su directorio “para generar eficiencia e independencia”.
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Lo curioso (y criticable) es que el hasta ahora presidente de su directorio, Pedro Chira, haya intentado hacer “contabilidad creativa” para explicar la naturaleza de los recursos que Petroperú necesita. Pero antes, habría que aclarar que al ser una empresa estatal, sus accionistas son los peruanos, de modo que cuando Chira habló de “aporte de accionistas”, parecía ignorar que el salvataje habría salido de la recaudación de impuestos. Además, prometió que ese dinero “va a volver al Estado, con creces”, gracias al elefante blanco que es la refinería de Talara. Pero no señaló en cuánto tiempo.
Volviendo al rescate, Chira sostuvo el jueves que “el pedido al accionista en dinero o capital es US$ 1,150 millones”. Pero ese monto solo correspondía a un nuevo aporte de capital, pues había otra solicitud de capitalización, por US$ 750 millones, provenientes del apoyo financiero otorgado en octubre del 2022 (el primer salvataje) y la gestión de un préstamo con garantía del MEF por US$ 650 millones (Gestión 08.01.2024). Al parecer, para el presidente de la estatal, una cuenta del pasivo es dinero “que ya entró a Petroperu”, y no hay que devolverlo al acreedor. Hay que recordar que el primer salvataje también incluyó un aporte de capital por US$1,000 millones.
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Es positivo que el Gobierno no haya cedido a las presiones de la petrolera, aunque Otárola no aclaró si habrá otro tipo de rescate (por ejemplo, la capitalización de deudas o nuevos préstamos). También es preocupante que se le haya otorgado lotes operativos, a fin de que pueda mejorar su flujo de efectivo, sin importar criterios de eficiencia. Su situación es tan complicada, con una deuda financiera de US$ 6,095 millones al tercer trimestre del 2023 y otros indicadores igual de preocupantes, que emitir bonos (Gestión 20/12/2023) no sería una opción. Ya es tiempo que pague lo que deb