Recientemente la isla Santa Rosa, ubicada cerca de la frontera con Colombia, ha estado en el centro de lo que podría convertirse en una nueva tensión diplomática con este país. Algo francamente impensado hasta hace muy poco, pero que no sorprende si uno considera el deterioro institucional que ha tenido no solo el Estado peruano en los últimos años, sino las tensiones diplomáticas ya existentes con el Gobierno de Gustavo Petro.
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El asunto escaló rápidamente a la discusión pública luego de que, el pasado 8 de julio, un diplomático colombiano pusiera en duda la soberanía del Perú sobre dicha isla durante un evento oficial. Si bien el Gobierno colombiano de disculpó posteriormente por estas declaraciones, tampoco las contradijo directamente, lo que deja abierta la posibilidad de que este se convierta en un nuevo impasse entre el Gobierno peruano y el colombiano.
En tiempos no tan lejanos, lo normal sería esperar que una disputa como esta sea resuelta amistosamente tras puertas cerradas. Pero en el contexto actual y con una Cancillería que ha cometido recientemente más de un exabrupto , hoy lamentablemente no se tienen las mismas esperanzas.
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Hace poco más de un mes, publicamos en Gestión los resultados de un estudio comparativo “de acciones gubernamentales frente a la minería ilegal e informal en América del Sur” elaborado por el IPE. Este reveló que nuestro país es el principal exportador de oro ilegal en la región y el más expuesto de todos a este delito. De hecho, el 44% del oro que exporta el Perú sería ilegal. En buena cuenta, nuestras fronteras vulnerables facilitan esta actividad ilegal que mueve millones y atenta contra la seguridad de personas y empresas.
Por otro lado, hemos sabido también esta semana por denuncia de la Sociedad Nacional de Industrias que embarcaciones extranjeras (aparentemente chinas) estarían pescando ilegalmente en el mar peruano. Según la denuncia, este sería un problema recurrente y que no es nuevo.
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¿Qué está ocurriendo con el control de nuestras fronteras? El retroceso institucional que ha sufrido nuestro Estado ya se había hecho notorio en otros aspectos, como en la lucha contra la corrupción y la inseguridad, así como contra la minería ilegal. Pero los hechos antes narrados dejan claro que el cuidado de nuestras fronteras también viene siendo un frente que el Ejecutivo ha descuidado y sobre el que hoy no ejercemos control.
¿Será capaz este Gobierno de manejar esta nueva tensión diplomática con Colombia de forma asertiva? ¿Y de al menos empezar a dar signos de recuperación del control de nuestras fronteras para evitar el contrabando? Sin que hayan señales reales de que vaya a ser así, solo queda ser optimistas.
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