Retos y oportunidades para el desarrollo del Perú

En los últimos meses, la economía peruana ha experimentado una ligera mejora, con proyecciones al alza, que giran en torno al 3% para este año. Esta es una noticia alentadora, que demuestra el potencial que tiene el país hacia adelante. Sin embargo, no basta con el mero crecimiento económico para generar desarrollo; sino que se requiere apostar por factores paralelos, tales como la generación de empleo.

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Si bien el crecimiento económico tiene el poder para transformar sociedades, la generación de mayores ingresos y la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos, crear puestos de trabajo de calidad es vital para garantizar una prosperidad compartida, que permita a una mayor cantidad de ciudadanos salir de la pobreza.

En el Perú hay mucho trabajo por hacer en este acápite, sobre todo si tomamos en cuenta que, el año pasado, la tasa de pobreza monetaria aumentó a 29%, desde el 27.5% del 2022. Es decir, en el 2023 hubo 9 millones 780 mil peruanos en condición de pobreza, 596 mil personas más en comparación con el año previo. Esta problemática tuvo su raíz en –entre otros factores– la falta de empleos dignos, punto en el que, aunque se vienen realizando esfuerzos desde los sectores públicoy privado, aún se requiere un mayor empuje para que el impacto sea realmente efectivo.

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Es correcto señalar que el empresario responsable puede generar un impacto positivo y sostenible en la economía local al emplear a miles de personas directamente, pero hay aún un potencial mayor si logramos amplificar las buenas prácticas a aliados estratégicos para nuestras operaciones, como es en nuestro caso, los bodegueros y bodegueras, con quienes trabajamos de la mano para su desarrollo y crecimiento. Según la Asociación de Bodegueros del Perú, existen en el país alrededor de 535 mil bodegas, de las cuales aproximadamente 150 mil se encuentran en Lima. Un dato relevante es que el 60% de estos negocios son conducidos por mujeres, quienes se convierten en pieza angular para sacar adelante a sus familias.

Esto nos deja el reto de realizar los esfuerzos necesarios que permitan la mejora de capacidades y el desarrollo de programas para reforzar el talento de pequeños emprendedores, lo cual se traduce en una mejora en la calidad de vida de las familias, fortaleciendo el tejido social y económico del Perú. Según Produce, en el país existen más de 3.27 millones de micro y pequeñas empresas (mypes), donde los emprendedores son sus propios CEO. Por eso es importante aprovechar esta ventaja competitiva que tienen los peruanos y contribuir con su desarrollo.

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Es importante que el emprendedor fortalezca la imagen de negocio, desarrolle estrategias de atracción y retención de clientes, use herramientas digitales para impulsar sus ventas y consolide la relación y confianza con potenciales clientes. De la misma forma, es fundamental impulsar la inclusión financiera que permitirá acceder a créditos con condiciones más favorables, invertir en infraestructura, tecnología y capital humano, lo cual no solo incrementa la productividad y competitividad de sus servicios, sino que también contribuye a la formalización de la economía, fomentando una cultura de ahorro y planificación financiera, aspectos esenciales para la sostenibilidad y expansión de los negocios.

Todas las empresas debemos generar valor compartido e impactar positivamente en las comunidades a las cuales servimos y sobre todo haciéndolas sostenibles en el tiempo. No obstante, para que el alcance de estas iniciativas sea mayor, esta labor debe realizarse en colaboración con diversas organizaciones y el Estado. Esto impulsará la generación de condiciones que propicien un mejor clima de negocios, permitiendo que más empresas apuesten por el país. Se trata de una tarea de todos. Hagámoslo posible.