Por Mohamed A. El-Erian
En un intento por evitar un default desordenado, el Gobierno de Argentina extendió durante el fin de semana el período para las negociaciones con acreedores de bonos y señaló su voluntad de considerar una contrapropuesta a lo que muchos percibieron anteriormente como una oferta a tomar o dejar.
El cambio en la postura del gobierno devuelve la pelota a los acreedores, generando dos dinámicas que se pueden analizar mejor a través del lente de la teoría de juegos.
Los acreedores se autoorganizaron en tres grupos, y algunos no quedaron incluidos en ninguno de los tres. Inicialmente, cada grupo estaba por su lado y luego los tres grupos se unieron hace una semana para emitir una declaración conjunta rechazando la oferta argentina.
Esto sugirió que el país había logrado que muy pocos acreedores estuvieran dispuestos a aceptar sus términos. Ante un default desordenado, el gobierno decidió mostrar una mayor flexibilidad de negociación, extendiendo el plazo sobre su oferta de deuda al 22 de mayo.
Durante el fin de semana, tras reunirse con su ministro de Economía al frente de la negociación, el presidente, Alberto Fernández, tuiteó que seguían dialogando de buena fe con los acreedores con el objetivo de llegar a un acuerdo sostenible.
Pasando de la defensa a la ofensiva, los acreedores en general podrían ahora enfrentarse a un plazo ajustado para considerar los pros y los contras de dos enfoques de las negociaciones.
Bajo el primer enfoque, la mayoría de los acreedores se unirían y se acercarían a Argentina con una contrapropuesta común. Esto aumenta la probabilidad de unidad de acreedores, pero podría requerir más tiempo de ejecución que el que Argentina pone a disposición.
El otro enfoque implicaría que una cantidad significativa de acreedores avance con una propuesta, busque negociaciones constructivas con Argentina y al mismo tiempo se esfuerce por atraer a un grupo más grande de acreedores.
Una segunda dinámica se vuelve obvia si se considera el “juego” de negociación más amplio, a saber, la presencia de un tercer jugador importante que, hasta ahora, ha estado esencialmente al margen.
Al estimar el valor presente neto de las propuestas para cambiar los términos contractuales, los acreedores también adoptan implícitamente una visión sobre el rol futuro del Fondo Monetario Internacional, un “acreedor senior” tradicional que tiene US$ 44,000 millones pendientes en reclamos de deuda sobre Argentina.
Nuevamente en términos de teoría de juegos, los términos preferidos de Argentina, particularmente los pagos mínimos de intereses a corto plazo y sin garantías de capital, permiten al FMI libertad de opción en el sentido que conserva una flexibilidad considerable sobre la posibilidad y la manera de refinanciar de facto los pagos argentinos adeudados en los próximos años.
Es difícil, si no imposible, pronosticar con precisión cómo evolucionarán estas dos dinámicas de teoría de juegos en los próximos 10 días. Esto podría explicar la reacción relativamente moderada de los mercados el lunes ante la postura suavizada de Argentina.
Además, impone una pregunta intrigante para el gobierno: dado que está interesado en evitar un default desordenado, ¿debería contribuir a enfoques más proactivos para resolver las incertidumbres?
(Divulgación completa: soy asesor de Gramercy, tenedor de deuda argentina, y miembro del grupo asesor externo del FMI).