Ella promete una “transformación total” de Venezuela. La gigantesca y decrépita compañía petrolera estatal, PDVSA, será privatizada, al igual que todas las empresas de servicios públicos. “Tendremos mercados abiertos. Tendremos Estado de derecho… Este país se convertirá en el centro energético de las Américas”, promete.
Esas son las ambiciones de María Corina Machado, una exdiputada de 55 años que el 23 de junio anunció su postulación para convertirse en la candidata de la oposición para derrocar a Nicolás Maduro, el presidente autoritario del país, en las elecciones del próximo año. Ella es la favorita entre los 14 contendientes para ganar una elección primaria en la que votarán los simpatizantes de los partidos de oposición y que está programada para el 22 de octubre; el 57% de los votantes probables la respaldan, según Poder y Estrategia, una encuestadora.
Derrotar a Maduro en las elecciones generales debería ser fácil. Desde que asumió la presidencia en 2013, la economía se ha reducido en un 75%, lo que ha sumido a millones en la pobreza. Casi una cuarta parte de la población, unos siete millones de personas, abandonó Venezuela. Pero es probable que la votación sea poco fiable. En 2015 fue la última vez que en Venezuela se celebraron elecciones nacionales con un resultado legítimo, cuando la oposición ganó el control de la Asamblea Nacional. El régimen de Maduro despojó a la legislatura de sus poderes.
Machado, conocida por su estilo incendiario, se encuentra en la extrema derecha del espectro político de la oposición. En una entrevista* con The Economist en Caracas, nombró a Margaret Thatcher como la política que más admira.
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A pesar de las probabilidades en su contra, insiste en que la batalla por la democracia aún no está perdida. Aunque tiene fuertes reservas sobre participar en cualquier elección supervisada por el régimen, dice que las primarias “podrían ser el catalizador” del cambio. Será una oportunidad para que los votantes griten “no” a Maduro y hagan sacudir a su gobierno, al recordarle a otros países que los venezolanos aún quieren democracia.
Machado llega a la contienda con ventajas. Una vez confrontó personalmente a Hugo Chávez, quien inició el declive económico y democrático de Venezuela y nombró a Maduro como su sucesor en la presidencia. En 2012, mientras Chávez estaba en medio de un discurso de nueve horas ante la legislatura, ella interrumpió para denunciar como “robo” su expropiación de negocios (entre ellos, una acería propiedad de su familia). Irritado, Chávez trató de poner en su lugar a la joven diputada. “Águila no caza moscas”, respondió, respaldado por un coro de burlas de sus lacayos.
Machado no tuvo participación formal en el fallido “gobierno interino” de Juan Guaidó. Eso debería ayudarla ahora. En 2019, Estados Unidos, la Unión Europea y docenas de otras naciones reconocieron a Guaidó, quien era jefe de la legislatura, como presidente legítimo de Venezuela, pero nunca estuvo cerca de alcanzar el poder.
El proyecto terminó en enero de este año, cuando la oposición votó para disolver el supuesto gobierno que este presidía. Guaidó está ahora en Estados Unidos. Machado, quien respaldó las sanciones estadounidenses al régimen de Maduro, “ahora tiene el monopolio del sector más radical de la oposición”, dice Luis Vicente León, un encuestador que vive en Caracas.
Venderlos
Privatizar PDVSA es el núcleo de la política de Machado y eso la distingue de sus rivales. La que alguna vez fue la principal compañía petrolera más rentable del mundo ha sido derribada por la corrupción y la mala gestión durante los gobiernos de Chávez y Maduro. Pero los rivales declarados de Machado en las primarias dudan que la privatización sea la respuesta.
“El petróleo pertenece al pueblo”, declara Henrique Capriles, exgobernador estatal que se ha postulado dos veces a la presidencia y que espera, al igual que Machado, ser el candidato de la oposición esta vez. Los venezolanos no deben asumir que “todo lo público es malo y todo lo privado es bueno”. Machado no está de acuerdo.
Venezuela “solo ha conocido el estatismo y el socialismo en diferentes colores y maneras… Hay que desmantelar esto”. Machado insiste en que tiene mucho en común con todos los venezolanos, aunque es hija de un industrial. “Hay miles de nosotros que hemos sido robados por el régimen”, dice en el impecable inglés que aprendió en un internado en Massachusetts. Sus tres hijos viven en el exterior, pero el régimen le impide a Machado salir del país desde 2014. Muchas otras familias se han visto divididas por el éxodo de los últimos años. “Todos queremos que nuestras familias vuelvan a estar juntas”, dice ella.
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Los 14 candidatos de la oposición aún tienen que llegar a un acuerdo respecto a cómo funcionarán las primarias. El 16 de junio, los principales partidos decidieron organizar ellos mismos la logística en lugar de depender del Consejo Nacional Electoral, que está controlado por el régimen. Eso significa que la oposición tendrá que pagar por la realización de las elecciones e incluso por la instalación de colegios electorales en todo el país.
En una elección normal, Machado sería la primera favorita para derrotar a un presidente que ha traído el desastre a su país. Pero Maduro, descrito por un diplomático radicado en Caracas que lo vio recientemente como “definitivamente jovial”, no ha dado señales de que permitirá que lo despidan. Si Machado es su oponente, su renuencia se profundizará. Ella ha pedido repetidamente que el dictador y su séquito sean juzgados. Una vez, cuenta, le dijo en su cara que no quiere que se muera porque más le valdría “vivir y enfrentarse a la justicia”.
Es probable que Maduro permanezca en el poder durante otra década, según estima Vicente León. Eso podría cambiar si permite una elección justa con la creencia de que es más popular de lo que realmente es. Pero hay una pequeña posibilidad de eso.
*El viernes pasado, la Contraloría General de Venezuela inhabilitó por 15 años a la exdiputada María Corina Machado para que se postule a cargos de elección popular, cuando asomaba como favorita para ser la candidata de la oposición a las elecciones presidenciales de 2024, según las encuestas.
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