Los contaminantes atmosféricos dañan la salud humana, y una nueva investigación acaba de confirmar que también ponen en riesgo la llegada de los alimentos a la mesa, debido a que estos agentes están dificultando la polinización a nivel global.
El estudio, recogido este jueves en la revista de la Asociación Americana para el Avance de la Ciencia (AAAS, por sus siglas en inglés), basa sus conclusiones en una serie de minuciosos experimentos llevados a cabo desde 2017 por parte de investigadores de la Universidad del estado de Washington con las polillas halcón que polinizan las flores de onagra pálida, ‘Oenothera pallida’.
Los investigadores han demostrado que la alteración del aroma floral que producen dos de los contaminantes atmosféricos más comunes, el ozono troposférico (O3) y el dióxido de nitrógeno (NO2), disuade a los polinizadores de acercarse a las flores en busca de alimento.
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Origen de los contaminantes
Ambos contaminantes provienen de los gases que se emiten en los procesos de combustión relacionados con el tráfico (sobre todo vehículos automóviles, y en especial de motores diésel) y con el transporte en general, así como en instalaciones industriales de alta temperatura y de generación eléctrica de origen fósil.
Su afectación negativa a la vegetación, además de a la salud humana, ha sido probada ya previamente en numerosos estudios: concentraciones no muy altas pero persistentes pueden actuar como un agente debilitador o que predispone a la vegetación a ciertas enfermedades, mientras que en acumulaciones importantes provoca la muerte prematura de las hojas.
Mediante observaciones de campo en el este del estado de Washington y experimentos de laboratorio, los autores de este estudio descubrieron que el NO2 degrada rápidamente compuestos específicos del aroma floral, haciendo que las flores sean indetectables para los polinizadores nocturnos.
El deterioro del aroma debido a estos contaminantes hace que la visita de los polinizadores se reduzca en más de un 70%, lo que debilita el proceso de fructificación de la planta.
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El más dañino
Según los resultados, el dióxido de nitrógeno es aún más reactivo que el ozono troposférico a la hora de alterar los componentes del olor floral que hace que las polillas reconozcan la flor y acudan a ella a alimentarse.
Es más, los científicos han visto cómo las altas concentraciones de NO2 eliminan directamente la llegada de polinizadores a la flor.
Los modelos atmosféricos globales de oxidación del aroma floral debido a estos contaminantes que han desarrollado los científicos revelan que la mayoría de las zonas urbanas cuentan con unos niveles de O3 y NO2 lo suficientemente elevados como para reducir significativamente las distancias a las que los polinizadores pueden percibir las flores.
“Estos resultados ilustran el impacto de los contaminantes antropogénicos, causados por la acción humana, en la capacidad olfativa de un animal e indican que tales contaminantes pueden ser reguladores críticos de la polinización global”, advierten los autores.
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