Singapur, la próspera ciudad-Estado del Sudeste Asiático que actúa como centro financiero regional y puente entre Oriente y Occidente, se despide el miércoles del primer ministro que ha dirigido la isla en las pasadas dos décadas siguiendo la ya caduca hoja de ruta trazada por su padre, Lee Kuan Yew.
Lee Hsien Loong, primogénito del bautizado como “padre” de la patria, abandona el cargo tras dos décadas y después de haber fijado la fecha para su salida el pasado mes.
Su retirada y la subida a primer ministro de su número dos, Lawrence Wong, de 51 años, suponen un antes y un después, pues se trata de la primera vez que esta pequeña nación no cuenta, al menos de momento, con un sucesor de la popular dinastía Lee en escena.
Fallecido en 2015, Lee Kuan Yew lideró Singapur desde antes de su independencia de Malasia (1965) hasta 1990 y es considerado el artífice de una de las transformaciones más radicales de un lugar que pasó en solo unas décadas de ser una isla de pescadores a ser uno de los países con mayor PIB per capita del mundo.
“Es el momento de que se produzca el relevo de poder en Singapur. A Lee se le veía cansado en los últimos años”, afirma a EFE Ja-Ian Chong, analista político de la Universidad Nacional de Singapur.
Centro financiero regional
Mientras entre las prioridades de Lee Kuan Yew estuvieron modernizar la economía atrayendo empresas extranjeras con bajos impuestos, armar el modelo de vivienda pública, que acoge a alrededor del 80 % de la población local , y formar el Ejército, su hijo, hoy de 72 años, consolidó el rol de Singapur como centro financiero regional.
El aún dirigente aprovechó para ello la etapa álgida de la globalización, si bien tuvo que bregar con la debacle global de 2008 y la pandemia de covid-19, que aisló a la hiperconectada y dependiente isla.
El septuagenario lo ha hecho aplicando la fórmula de su padre: un combinado de aperturismo económico y control de las libertades. Bajo su gobierno, Singapur ha mantenido la censura, el cerco a los activistas y la mano dura contra las drogas, cuyo tráfico se castiga hasta con la pena de muerte mediante la horca.
Durante su mandato también se han vivido algunas conquistas sociales, como la derogación en 2022 de la ley que penalizaba desde el periodo colonial británico el sexo homosexual, si bien se aprobó en paralelo una enmienda constitucional para blindar el matrimonio como unión heterosexual.
Aunque se espera que Wong, miembro como Lee de la formación que ha gobernado Singapur desde su independencia, el Partido de Acción Popular (PAP), adopte una política continuista con respecto a sus predecesores, la coyuntura actual, tanto doméstica como internacional, no juega a su favor.
Envejecimiento y rivalidad China-EE.UU.
“Wong tendrá que hacer frente a mayores fricciones entre China y Estados Unidos y a una menor aceptación en general de la liberalización, que ha sido la fórmula del éxito de Singapur”, afirma Chong.
La neutralidad que hasta ahora ha favorecido a Singapur, que tiene a Pekín como su mayor socio comercial y a Washington entre sus principales inversores directos, así como a un gran aliado en defensa, será más difícil de mantener, a lo que se unen los retos domésticos.
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En particular, el aumento del coste de vida y de las desigualdades y el enjevecimiento de la población, ya que la isla presenta una de las tasas de fertilidad más bajas del planeta, por primera vez por debajo de 1 (0.97) en 2023.
Wong deberá gestionar estos problemas mientras la población local reclama mejores puestos de trabajo en un país que ha dependido en gran medida de la inmigración (alrededor de 1.7 millones del total de 5.6 millones de habitantes) y presume de mantener la armonía en una sociedad multiétnica: el 75% china, el 14% malaya y el 9% india.
Aunque no es imposible que emerja una tercera generación Lee, con la mirada puesta en el hijo de Lee Hsien Loong, Li Hongyi, Wong será la prueba de si el país está listo para disociarse de la dinastía y aun así mantener al PAP en el poder, con las próximas elecciones previstas antes de noviembre de 2025 y la oposición en auge, además de preservar su estatus en la escena internacional.
“Para crecer en un mundo menos globalizado, Singapur necesita un proyecto nuevo. Y Lawrence Wong todavía no ha explicado cómo será”, dice a EFE Chong.
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