Las lluvias que anuncian el final de la devastadora sequía de La Niña podrían llegar demasiado tarde para evitar que la cosecha de soja de Argentina se marchite y termine siendo la más pequeña de los últimos 14 años.
El fenómeno meteorológico de La Niña está remitiendo para dar paso a un patrón climático más neutro, pero lo está haciendo a un ritmo más lento de lo que se pensaba.
Las lluvias que se pronosticaban para fines de enero ahora se esperan dentro de semanas más, demasiado tarde para aliviar los cultivos de soja y maíz argentinos que requieren más agua en febrero, el corazón de verano en el hemisferio sur. La cosecha de soja produce en el segundo trimestre.
“Si bien se espera que las lluvias vuelvan en los próximos meses, aliviando la situación de los suelos en la campaña 2023/24, las mismas no permitirán mejorar el presente ciclo productivo”, señaló la Bolsa de Cereales de Buenos Aires en un informe. La Bolsa de Comercio de Rosario dijo que espera que las lluvias se normalicen más cerca de abril.
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Argentina es el mayor exportador mundial de harina y aceite de soja y el tercer proveedor mundial de maíz. El Departamento de Agricultura de Estados Unidos disminuyó drásticamente sus proyecciones para la producción de soja y maíz del país, advirtiendo la posibilidad de nuevas reducciones.
Las autoridades argentinas siguen de cerca las previsiones de cosecha, ya que las exportaciones agrícolas son cruciales para la economía del país.
La bolsa de Rosario recortó en un 46% su pronóstico para un triángulo clave de la región productora de La Pampa. Los mapas meteorológicos del Gobierno publicados el lunes mostraban lluvias que traerían alrededor de 50 milímetros al triángulo durante la próxima semana. Sin embargo, los modelos globales pronostican lluvias por debajo del promedio a más largo plazo hasta febrero y marzo.