Las elecciones municipales en Brasil confirmaron la fuerza del campo conservador, pero a la vez expusieron dudas sobre el liderazgo del expresidente de extrema derecha Jair Bolsonaro, que mira hacia las presidenciales de 2026.
Los resultados de la segunda vuelta del domingo muestran que la derecha logró aumentar su número de votantes en las ciudades del país más poblado de América Latina, pero el detalle fino indica que ese buen desempeño es ajeno al bolsonarismo y se atribuye en especial a la centroderecha.
De los 27 candidatos apoyados personalmente por Bolsonaro en los comicios del domingo, 17 sufrieron derrotas.
A su vez, la fuerza política que integra el expresidente, el Partido Liberal, creció en cantidad de votos totales, pero ganó apenas cuatro de las 26 capitales en ambas vueltas, pese a las expectativas que tenía.
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“Estos comicios serán apenas el embrión del regreso de Bolsonaro en 2026″, había dicho a la AFP Fabio Wajngarten, asesor del expresidente y exjefe de la Secretaría de Comunicación Social durante su gobierno (2019-2022), durante un acto en Sao Paulo días antes del segundo turno.
Bolsonaro, de 69 años, quien perdió su reelección en 2022 contra el actual presidente de izquierda Luiz Inácio Lula da Silva, de 79, se encuentra inhabilitado políticamente hasta 2030 por haber cuestionado sin pruebas el sistema brasileño de voto electrónico.
Pero el expresidente y referente de la extrema derecha latinoamericana se declara un “perseguido político” y apuesta a una anulación de su condena antes de las presidenciales de 2026.
Nuevos líderes
Los resultados del domingo, no obstante, dan margen al crecimiento de rivales conservadores, frente a una izquierda liderada por Lula que por su parte salió más fragilizada.
En Sao Paulo, capital económica de Brasil, el bolsonarismo apostó a ganador. Pero el alcalde conservador Ricardo Nunes, reelecto, le dio la espalda a Bolsonaro al dedicar su victoria al gobernador del estado paulista, el también conservador Tarcísio de Freitas, de 49 años, a quien calificó como “líder mayor” y “futuro” del país.
Nunes apenas mencionó a Bolsonaro, quien lo había apoyado a medias tintas durante la campaña.
Su triunfo fortalece a su padrino político Freitas, exministro de Infraestructura durante el gobierno del expresidente ultraderechista y señalado por la prensa brasileña como alternativa viable para la derecha en las próximas presidenciales.
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“Está claro que el resultado en Sao Paulo fue muy importante para consolidar a Tarcísio entre los nuevos nombres”, dijo a la AFP una fuente del entorno del gobernador paulista, aunque a la vez agregó que “vale dejar en claro la fidelidad de Tarcísio a Bolsonaro”, a quien reconoce como “gran líder de la derecha”.
La campaña en Sao Paulo también dio protagonismo a Pablo Marçal, un outsider ultraconservador de 37 años que se volvió muy popular en apenas unos meses, atrayendo votos precisamente del bolsonarismo.
Marçal estuvo a punto de disputar el segundo turno de las elecciones para la alcaldía y ha dicho abiertamente que quiere ser el candidato de la derecha brasileña en las presidenciales de 2026.
Con la mirada en EE.UU.
Mientras irrumpen nuevas figuras, Bolsonaro empieza a perder su aura de líder indiscutido entre los conservadores.
“Hoy en el Congreso, por ejemplo, hay cerca de un 40% de partidos de centro-derecha pragmáticos que no abrazan toda la agenda bolsonarista”, sostenida en valores ultraconservadores, destacó Geraldo Monteiro, politólogo de la Universidad Estatal de Rio de Janeiro.
De todos modos, los analistas coinciden en que las elecciones municipales no necesariamente funcionan como predictivo de las presidenciales.
Según Carolina Botelho, politóloga de la Universidad de Sao Paulo, “las municipales están mucho más ligadas a cuestiones locales y los alcaldes responden a las ansias y preocupaciones de la vida en sus municipios”.
En las próximas semanas, el bolsonarismo también estará pendiente de los comicios presidenciales del 5 de noviembre en Estados Unidos.
Una derrota del republicano Donald Trump, aliado de Bolsonaro, podría desgastar aun más la vigencia del expresidente brasileño como opción de poder. O potenciarla en caso contrario.
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