Crecen en Argentina las protestas sindicales, como la huelga en el sector de la sanidad de este jueves o en el ferroviario en la víspera, debido a la fuerte caída del poder de compra de los salarios frente a una inflación elevadísima, en un contexto de severo ajuste económico.
Tras el paro de este miércoles de los maquinistas de trenes, que afectó a miles de usuarios, este jueves estarán de huelga trabajadores del sector sanitario de todo el país, que, sin actualización salarial de momento, advierten de que los índices de inflación registrada en enero (20.6% mensual, 254.2% interanual) “pulverizaron definitivamente el poder de compra” de sus ingresos.
Otro frente de conflicto es el educativo. Gremios docentes amenazan con no iniciar las clases en las próximas semanas si no hay recomposición salarial y si el Gobierno de Javier Milei, quien ha emprendido un fuerte recorte de gatos, no revierte su decisión de eliminar el Fondo de Incentivo Docente, por el que se destinaban recursos a las provincias para fortalecer los sueldos de maestros y profesores.
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Los reclamos, que también se dan en otros sindicatos, han crecido tras el fogonazo inflacionario de diciembre (25.5% mensual) y el menor pero aún muy elevado ritmo que los precios llevaron en enero, sin que los salarios fueran actualizados en igual medida.
Por su parte, las patronales -tanto las empresas como el propio Estado en el caso del sector público- se muestran reacias a convalidar ajustes que compensen la inflación, alegando, en el caso de los privados, el deterioro de sus ingresos por la caída de la actividad y el consumo, y, en el caso del Gobierno, la necesidad de ajustar las cuentas públicas para lograr superávit fiscal este año.
De hecho, las recientes negociaciones entre patronales y centrales sindicales para establecer el nuevo salario mínimo obligatorio fracasaron y el Ejecutivo resolvió este miércoles aumentarlo por decreto, con un alza del 30% en el sueldo de marzo respecto al de enero pasado, muy por debajo de la inflación acumulada en diciembre y enero.
“La pérdida es brutal. Proyectado, el salario mínimo habrá perdido casi la mitad de su poder adquisitivo para junio”, dijo a EFE Hernán Letcher, director del Centro de Economía Política Argentina.
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De acuerdo a datos de la Fundación Capital, en el acumulado de los primeros dos meses del Gobierno de Milei (diciembre y enero), los ingresos formales evolucionaron muy por debajo de la dinámica de los precios (38.4 % promedio versus 51.9 % de inflación acumulada).
En el primer mes del año muchos gremios lograron acordar ajustes de entre el 17% y el 25%, pero esto excluye a muchos otros sindicatos con negociaciones salariales estancadas y a los trabajadores informales.
La evolución futura dependerá del comportamiento de la inflación, que tenderá a desacelerar en la medida que el consumo siga en derrumbe, aunque una eventual nueva devaluación de alta magnitud, como la concretada en diciembre, podría disparar nuevamente los precios.
“Otra cuestión a observar son las discusiones paritarias. La caída de la actividad económica es tan fenomenal que va a traer aparejado pérdida de puestos de trabajo. Y esto va a moderar los reclamos salariales, lo cual es un gran problema”, apuntó Letcher.
De acuerdo a cálculos de la Fundación Capital, los salarios del sector privado sufrirían este año una pérdida real del 10.5%, un recorte que en el sector informal llegaría al 25%.