David Bahnsen tiene una previsión positiva sobre el regreso de Donald Trump a la Casa Blanca, que también funciona como una evaluación psicológica: el presidente electo está tan interesado en encajar con la élite financiera de Manhattan que no se atreverá a poner en peligro su fortuna.
“La razón por la que se preocupa tanto por los mercados financieros es que representan una validación para él”, afirma Bahnsen, cuyo Bahnsen Group gestiona US$ 6,500 millones. “Ha pasado toda su vida adulta sintiéndose un extraño en Manhattan, sin obtener nunca el crédito o el respeto que sentía que merecía”.
Es una muestra del pensamiento positivo que prospera en Wall Street desde que Trump ganó un segundo mandato. Banqueros, inversionistas, ejecutivos y sus asesores ansían la desregulación y los recortes fiscales que prometió. Y aunque el aumento de los rendimientos de la deuda pública estadounidense sugiere que algunos inversionistas están preocupados por los mayores déficits presupuestarios y la inflación que se espera como resultado de sus promesas de deportación masiva y aranceles gigantescos, los optimistas de Trump no esperan que las cumpla.
El vértigo es generalizado. El bitcóin se ha disparado, impulsado por la promoción de Trump. Los inversionistas acapararon las acciones de los mayores bancos, apostando a que, además de la desregulación, Trump marcará el comienzo de una nueva fase de acuerdos corporativos.
El resto del mercado bursátil también subió, gracias en parte a sus propuestas de reducir la tasa del impuesto a corporaciones del 21% al 15%, recortar 10 regulaciones por cada una nueva que promulgue y destituir al presidente de la Comisión del Mercado de Valores, Gary Gensler.
Mark Zandi, economista jefe de Moody’s Analytics, advierte que inversionistas ultraemocionados están haciendo subir demasiado los precios de las acciones.
Algunos expresan su preocupación por los posibles efectos de los planes de Trump. Nathalie Molina Niño, cofundadora y presidenta de Known, una gestora de activos cuyo objetivo es hacer un buen trabajo para el planeta y las personas, afirma que los recortes fiscales no compensan unas políticas que serán perjudiciales para el medio ambiente y la economía.
Pero otros, incluso Nouriel Roubini, el famoso y sombrío consultor macroeconómico, mantienen la calma. Roubini dijo a Bloomberg Television que la afición de Trump por los mercados podría frenar sus inclinaciones radicales haciendo que sus políticas reales sean “más moderadas”.
Dos altos ejecutivos de Wall Street, que pidieron el anonimato, tienen razones similares para mantenerse optimistas. Uno de ellos es un exbanquero que ha pasado años cerca de Trump. Según él, la flexibilización de las normas y la previsible destitución de la presidenta de la Comisión Federal de Comercio, Lina Khan, permitirán a los bancos ser más rentables y emprender una oleada de fusiones y adquisiciones.
El segundo ejecutivo, que trabaja en capital riesgo, dice que los banqueros y los inversores de capital riesgo están ocupados preparando operaciones porque la desregulación está muy cerca.
El inversionista y ejecutivo Tom Glocer, principal director independiente de Morgan Stanley, no duda de que las revisiones antimonopolio de las fusiones “serán menos agresivas y, más importante aún, menos efecto paralizador”. Pero también le preocupa que el mercado tenga más en cuenta ese tipo de cambio que lo que él llama “el riesgo de caos”.
¿Por qué suben los mercados? Porque los inversionistas creen que los propios mercados mantendrán a Trump a raya. Es una lógica circular, sin duda. Y puede resultar embarazoso (o peor) si las cosas no salen como se espera.
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