Incluso para los estándares de la crisis de deuda de Argentina y el default del 2020, los bonos soberanos del país se cotizan ahora en mínimos sin precedentes.
Los bonos de referencia con vencimiento en el 2030 se han desplomado casi cuatro centavos por dólar, hasta los 20 centavos, desde que Silvina Batakis fue nombrada ministra de Economía el 3 de julio, amenazando con un giro a la izquierda en un Gobierno que lucha contra la turbulencia económica. Antes de la reestructuración de deuda hace dos años, los bonos, que tenían cupones más altos que los actuales, nunca cayeron por debajo de los 23 centavos.
En una señal de lo mal que están las cosas, incluso los bonos con vencimiento en el 2046 se negociaban recientemente por debajo de los 20 centavos, aunque el Gobierno confirmó la semana pasada que realizará un pago de cupón de casi US$ 700 millones con vencimiento el 9 de julio. Si bien eso habría dado a los inversores un rápido retorno del 5.5% sobre los bonos en unos pocos días, no fue suficiente para despertar su interés.
“El mercado ya está descontando una catástrofe, o algo parecido”, dijo Joaquín Almeyra, operador de renta fija de Bulltick LLC en Miami. “Nadie puede predecir lo que sucederá en seis meses, y no hay forma de que uno pueda hacer una inversión en ese contexto”.
Los actuales problemas de la deuda argentina se producen aun cuando el Gobierno no paga casi nada por sus bonos soberanos. Hace dos años, la deuda tenía cupones de hasta el 8%, y esos activos llegaron a caer hasta los 23 centavos por dólar antes de que un acuerdo de reestructuración diera a los acreedores unos 53 centavos. Los bonos actuales tienen cupones que suben desde un 0.5% y no hay pagos de capital hasta 2024.
¿Y ahora qué?
El pesimismo de la semana pasada se debe a la incertidumbre sobre cómo dirigirá la economía Batakis, una burócrata poco conocida vinculada a la facción izquierdista del Gobierno encabezada por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.
Por el momento, Batakis está dando señales de que continuará el camino trazado por su predecesor. En una entrevista televisiva el 6 de julio, dijo que el Gobierno no devaluará el tipo de cambio oficial, no aumentará más los impuestos a las exportaciones y se mantendrá la meta de déficit fiscal del 2.5% del producto bruto interno para este año.
Pero en una economía golpeada por una letanía de problemas que incluyen una inflación del 60%, un tipo de cambio paralelo que se desploma y la caída de la demanda de rollovers de deuda local, hay poca confianza en que el país cumpla los objetivos establecidos en el programa crediticio de US$ 44,000 millones con el Fondo Monetario Internacional. Y eso es lo único que mantiene a flote las reservas de divisas de Argentina y, con ello, los pagos de la deuda en dólares.
“Creo que el Gobierno usará la devaluación como último recurso”, dijo Javier Casabal, estratega de renta fija de la casa de bolsa local Adcap. “Además, hay que tener en cuenta que uno de los principales problemas del déficit son los subsidios energéticos, que deberían aumentar con una devaluación, agravando el problema”.
Disputa por los subsidios
Batakis dijo el jueves que Argentina “buscará avanzar rápidamente con la baja de los subsidios”, según un resumen de declaraciones a los medios de comunicación locales enviados por una portavoz.
Los esfuerzos de su predecesor, Martín Guzmán, para aumentar los precios de la energía se encontraron con la oposición de los legisladores de izquierda en el Ministerio de Energía argentino, y su incapacidad para avanzar en el tema fue una de las principales razones de su renuncia, según un informe de Portfolio Personal Inversiones.
Una portavoz de Batakis no respondió a las solicitudes de comentarios adicionales.
Mantener el statu quo no servirá para reconstruir la confianza de los inversores en esta nación en crisis. Hay perspectivas de un cambio de régimen en las elecciones de octubre del 2023, pero los inversores son cautelosos a la hora de volver a poner su dinero en Argentina, especialmente cuando otros países con menor riesgo de default ofrecen retornos similares.
“El problema es que las elecciones están bastante lejos, y aunque la oposición tiene muchas posibilidades de volver, aún podríamos enfrentar un mayor deterioro”, dijo Nathalie Marshik, directora gerente de renta fija de Stifel Nicolaus & Co. en Nueva York. “Batakis no sacudirá el barco, pero el barco puede hundirse por sí mismo”.