(Foto: USI)
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Diversos reportes señalan que el riesgo para la economía está en el entorno internacional. ¿Usted también lo ve así?
La situación mundial, si bien no está exenta de riesgos, está tranquila. Si uno evalúa las cifras, sumando y restando, está bien y no es una fuente importante de preocupación. La economía americana está creciendo a su nivel potencial y el índice de la bolsa de valores está en sus niveles históricos más altos. Seguramente en algún momento se caerá, pero ese riesgo siempre está presente.

¿La guerra comercial entre Estados Unidos y China no es una
preocupación?
Es cierto que tiene alguna implicancia, pero uno ve en concreto la tasa de crecimiento de los Estados Unidos y la tasa de crecimiento de China, que se ha desacelerado un poquito; están en su nivel potencial. Mientras esas variables no se muevan cualquier ruido noticioso es solo ruido.

¿Hay alguna posibilidad de que estas cifras se muevan este año? 
La tendencia es a que están comenzando a arreglarse, no parece que se estén acentuando los problemas. El año pasado más bien la tensión era más alta que en este año.

Entonces, ¿a nivel local, podríamos lograr el 4% de crecimiento? 
A nivel local, hay varios temas. Desde el lado del Banco Central, ninguna preocupación. Ocho meses en que la inflación está en su rango meta quiere decir que va a dejar tranquila la tasa de interés  bastante tiempo. La inflación se está pegando un poquito al techo superior, pero nada de qué preocuparse.

¿Y por parte del Gobierno? 
Desde el lado del MEF, el ritmo de la inversión pública va a descender respecto al año anterior, cuando creció 10%. Este año sería solo 3%, porque obras grandes, como los Panamericanos, se han reducido. Parece que la Reconstrucción con Cambios finalmente agarró viada y este año va a tener un impacto importante.

¿La reconstrucción por fin despegaría? 
Tiene un presupuesto de S/ 7,000 millones para este año y S/ 2,000 millones más pendientes del año pasado. Dado que los expedientes técnicos parece que ya están casi listos y, al parecer, van a ejecutar cerca de lo que se han planteado. Con una ejecución de S/ 9,000 millones, la Reconstrucción con Cambios sería el principal dinamizador de la inversión pública y de la economía, porque esto es como 1.3% del PBI. Por allí tampoco hay preocupación.

¿Y la situación política?
La incertidumbre política se ha reducido. Que en el Congreso la fuerza mayoritaria no tenga la fuerza de antes, hace que gobernar sea más fácil. Eso también contribuye a esta calma para hacer políticas apropiadas. Eso debe reflejarse en que la inversión privada también va a crecer más que el año pasado, que estuvo en 5% y este año llegaría a 7%.

Entonces, ¿se aseguraría el crecimiento de este año? 
La minería crecería este año luego de caer en el 2018; la construcción mantiene su dinamismo, de tal manera que seguramente el PBI, sin mayores problemas, va a crecer entre 3.5% y 4%, lo cual está bien. En un contexto latinoamericano complicado es una tasa alta y cercana a nuestro nivel potencial. No hay motivo para hacer política fiscal y monetaria expansivas. La macroeconomía está un poco aburrida.

¿Cuál es el crecimiento potencial del país? 
Está alrededor de 3.5%. El MEF y el BCR tienen que pensar en cómo hacer para incrementar esta tasa, porque sin mucho esfuerzo estamos creciendo a esta tasa.

¿La política de competitividad ayudará a este objetivo?
Hay dos documentos importantes que he revisado con cuidado. Uno es el Informe de Competitividad presentado en CADE por el Consejo Privado de Competitividad y el otro es el Plan de Competitividad y Productividad del MEF. Son documentos muy parecidos, pero tienen un problema conceptual: el de las políticas transversales y las sectoriales.

En estos documentos se habla de políticas transversales... 
En ambos documentos se hace un diagnóstico y se llega a la conclusión de que tenemos problemas por todos los frentes: en la justicia, en el mercado laboral, en las instituciones, en la infraestructura, educación, salud y en 20 cosas más. Entonces, ¿por dónde empiezas?

¿Por dónde debería empezarse? 
No he visto en mi experiencia de políticas de crecimiento, de impulsar nuevos motores, diagnósticos que te lleven de este tipo, que te lleven a políticas. Si vamos a esperar que el tema institucional o el de justicia o el de salud se solucione, van a pasar 30  años. No es un instrumento para la acción. Al tipo que está en el Ministerio de Trabajo o en el MEF, no le dice nada.

¿Estos documentos no dicen hacia dónde ir? 
Tres autores, Hausmann, Rodrick y Velasco, señalan que de los 80 problemas que puedes encontrar en el diagnóstico, se debe decir cuáles son los más importantes o los dos más importantes. Los cuellos de botella que están impidiendo crecer a una economía en este momento. Si ellos leyeran el documento del MEF o del sector privado, les dirían que si sus documentos dijeran por dónde empezar, serían útiles para la economía.

¿El problema es que no hay priorización de los problemas?
No se prioriza. Hay el problema conceptual de las políticas transversales, donde piensas que todo es transversal y tienes que atacar los 200 frentes y eso nunca se ha hecho en el mundo, ni se hará, ni en la vida práctica.

¿Se tiene que ser más sectorial que transversal?
Hay que determinar qué sectores tienen potencial, no todos lo tienen. Hay que definir qué es “potencialidad” y yo creo que un sector puede tenerla si es que desde el lado de la oferta tiene un montón de cosas que ofrecer. Por ejemplo, la costa peruana con su agua y su llanura tiene un potencial inmenso para la agricultura de exportación, o la minería que la tenemos desde hace 500 años. Son los dos sectores principales.

¿Y qué pasa con la demanda?
Un sector con potencialidad tampoco debe tener problemas de demanda. Por ejemplo, la papa tiene potencial, pero si la ayudas tendrás mucha producción y el precio local se te irá al piso y se acabó el sector. Tienes potencialidad, pero no tienes mercado. Por eso es preferible que la demanda sea externa, que sea de exportación, que te permite vender a nivel interno a precios del exterior, está pasando con la palta o con la uva.

Las mesas ejecutivas buscan potenciar sectores específicos. 
Apuntan en la dirección correcta, pero es enana en términos macroeconómicos.

¿A qué se refiere con “enana”?
Los dos ejemplos son la minería y la agroexportación, que tienen dos elementos comunes: son cosas que Dios nos había dado, estaban allí, y se les dio incentivos y un marco jurídico especial para que puedan desarrollarse. En minería, se les dio estabilidad tributaria y una legislación que atrajo las inversiones. En 1993 exportábamos US$ 1,473 millones de minerales y en el 2017 US$ 27,200 millones. Esto sale de lo que Dios nos ha dado, una política sectorial y una demanda externa grande. En agroexportación es similar. En el 2000 exportábamos US$ 390 millones en agro no tradicional, ahora exportamos US$ 5,200 millones.

¿El efecto de estas políticas va más allá de las transversales? 
No tenemos que esperar a que todo se solucione para hacer cosas como esas. La minería ha avanzado con la misma justicia e institucionalidad que tiene el país, igual que la agroexportación. Es por eso que estos dos documentos no me gustan, porque no sirven para buscar nuevos motores de crecimiento.

¿Ha identificado algún sector con estas potencialidades?
Yo no, pero por lo que he leído, de los trabajos que hizo el Produce en el Gobierno anterior, parece que el sector forestal tiene una inmensa potencialidad, pero tienen que darle alguna certeza, algún crédito promocional, algo de lo que hicieron con la minería y la agroexportación.

Se trató de hacer en la delegación de facultades, pero pensando en el régimen laboral... 
Es una parte importante, pero se necesita una política completa, identificar cuellos de botella y solucionarlos con medidas específicas. Pero el tema laboral es uno de los más complicados, porque hay un fuerte rechazo a la flexibilización. Es una incomprensión del mercado laboral. En realidad, estamos hablando del desempleo versus algún trabajo. Tengo la impresión de que los críticos prefieren el desempleo al trabajo de este tipo, que yo diría que es recontra digno, porque si uno ve la evolución de los salarios en la agroexportación con el resto de la agricultura, no hay punto de comparación y es con flexibilidad laboral.

La política de competitividad habla de reducir la informalidad. ¿Es posible o es mejor ir a combatir la rigidez?
Cuando Alfredo Thorne era ministro de Economía, se hizo un documento para combatir la informalidad y decía casi lo mismo que el Plan de Competitividad, que depende de la justicia, la institucionalidad, etcétera, pero no dice cuál es la más importante. La variable más importante para combatir la informalidad es el crecimiento económico, no hay otra cosa.

¿Es un error que el Gobierno haya dejado de hablar de nuevos motores?
No tengo idea sobre qué está haciendo el ministro de la Producción. Se ha retrocedido un montón. Este tema de las mesas es como jugar a la comidita. Pasa las mesas, es legislación, es pensar cómo se hizo con minería y agroexportación.

¿No debió salir de la agenda?
Por supuesto, estamos creciendo porque están las cosas para crecer. Está la inversión pública, la inversión privada, una que otra obra de envergadura.

¿Estamos en piloto automático?
Sí. Estamos creciendo casi sin hacer mucho esfuerzo. Un esfuerzo deliberado es pensar en 20 años qué otro sector nos va a hacer crecer.

¿El turismo es una opción? 
Se habla del turismo, pero es mucho más descentralizada. Suena bien, pero hay que hacer esfuerzos mucho más heterogéneos. En todo caso, es un tema que se puede hacer sin grandes cambios.

La ruta para que Venezuela reactive su economía

El economista Waldo Mendoza se refirió a cuál debería ser el camino a seguir en Venezuela una vez que Nicolás Maduro salga del poder y se inicie un proceso de transición democrática. Mendoza considera que, en el tema económico, el Perú tiene mucho que enseñar a los venezolanos pues el país en los 80 tuvo una crisis conceptualmente muy parecida a la que actualmente tiene Venezuela.

“Creo que la de ellos es 10 o 20 veces más grave, pero conceptualmente es bien parecido”, precisó. Estas coincidencias se dan por la hiperinflación, hiperdeflación y por la gran cantidad de empresas públicas que operan en el país llanero, tal como sucedió en el Perú durante el primer Gobierno de Alan García.

Es por ello que en la ruta para rescatar la economía venezolana la primera preocupación será cómo desaparecer la hiperinflación. Refirió que, tal como ocurrió en el Perú, hoy en Venezuela el Banco Central le presta a Ministerio de Economía toda la plata que necesita para gastar.

¿Cómo se hace para que este crecimiento monetario se reduzca rápidamente? El economista señala que el Banco Central debe dejar de prestar, pero eso significaría que el ministerio se quede sin recursos.

“Seguramente tendrán que elevar la recaudación rápidamente y conseguir ayuda internacional. Pero los ingresos van a subir porque habrá un superajuste de los precios públicos como los combustibles”, dijo. Recordó que en el Perú con el shock de los 90 los precios de los combustibles subieron 2,000% y consideró que en Venezuela será mucho mayor.

“Creo que a diferencia del Perú, Venezuela tendrá muchísimo apoyo internacional, no los van a dejar solos”, afirmó. Dijo que, como al Perú, a Venezuela le pueden esperar 20 años de fuerte crecimiento.