El 14 de abril, el FMI alertó de que la recesión global sería la más profunda en casi un siglo. Pero la severidad de la pandemia y la incertidumbre en torno a la duración de las cuarentenas son tales que los modelos basados en ciclos económicos son de poca utilidad. Solo parece haber una certeza en medio de la confusión: unas economías sufrirán mucho más que otras.
Las crisis económicas exponen y exacerban debilidades estructurales. The Economist analizó cinco décadas de data del PBI de países ricos y sus tasas de crecimiento tienden a converger en expansiones. Pero en recesiones, su desempeño diverge marcadamente. En la primera mitad de la década del 2000, la brecha promedio anual entre el crecimiento de los países ricos de mejor y peor desempeño fue de cinco puntos porcentuales, mientras que en el periodo 2008-2012, durante la recesión que siguió a la crisis financiera, fue de diez puntos.
La actual recesión no será diferente. Tres factores permiten separar los resultados económicos malos de los graves: estructura productiva, composición del sector empresarial y eficacia del estímulo fiscal. The Economist ha usado indicadores de estos factores para ranquear la exposición a la recesión de 33 países ricos. Algunos, como los del sur europeo, parecen mucho más vulnerables que los del norte europeo y que Estados Unidos.
Respecto del primer factor, las cuarentenas golpearán a países que dependen de actividades intensivas en capital humano. Muchas economías centroeuropeas con grandes sectores de construcción son vulnerables, lo mismo que las que dependen del turismo —que genera uno de cada ocho empleos no financieros en el sur europeo—. En cambio, aquellas con fuertes sectores mineros, que requieren menos empleo, podrían salir menos afectadas, caso de Canadá.
La estructura productiva también influye en el porcentaje de personas que pueden teletrabajar y, por ende, capear la alteración causada por las cuarentenas. Un artículo académico de Jonathan Dingel y Brent Neiman, de la Universidad de Chicago, publicado el 10 de abril, estima que el 10% de empleos en Suiza puede hacerse desde casa. Muchos suizos trabajan en sectores como finanzas, en los que todo lo que realmente se necesita es una laptop.
Otros países no pueden darse ese lujo. Menos de un tercio de trabajos en Eslovaquia, un hub manufacturero, puede hacerse de manera remota; dificultad que también se presenta en el sur europeo. Según una investigación del sitio web de empleos Indeed y el Banco Central de Irlanda, desde que comenzó la pandemia, los países donde el teletrabajo es menos prevalente han tenido mayores caídas en el número de avisos online de empleos.
En cuanto al segundo factor, las economías con alto porcentaje de pequeñas empresas tienen más probabilidad de sufrir ante cuarentenas prolongadas, ya que la sequía de ingresos dificulta su supervivencia. Una encuesta de las universidades de Chicago, Harvard e Illinois halló que el 25% de pequeñas empresas en Estados Unidos no cuenta con suficiente caja para un mes. Casi la mitad de italianos y australianos labora en empresas con menos de diez trabajadores, frente al 20% en Reino Unido y una porción aún menor en Estados Unidos.
El tercer determinante de la aflicción económica es el tipo de respaldo fiscal. Los países ricos han aplicado estímulos a una escala sin precedentes –más del doble que en 2008-2009–, aunque el tamaño varía ampliamente según el país. Como porcentaje del PBI, los de Estados Unidos y Japón son los más cuantiosos.
Los inversionistas, que ven en sus activos un refugio, están contentos con proveer el financiamiento necesario. Pero algunos gobiernos de la eurozona con altos niveles de deuda están más cautelosos. El impulso fiscal promedio en Francia, España e Italia, como porcentaje del PBI, es alrededor de la mitad del provisto por Alemania.
Pero también es importante el diseño del estímulo. En general, los países ricos han adoptado uno de dos enfoques. Unos se están concentrando en complementar los ingresos de los hogares. Estados Unidos envía cheques a familias y ha aumentado las ayudas por desempleo; Japón transfiere dinero a los necesitados. En contraste, el norte europeo y Australia se enfocan en preservar el empleo vía subsidios salariales.
Normalmente, las promesas de proteger empleos son mala idea. Evitan que los trabajadores se trasladen a sectores con buenas perspectivas, lo cual ralentiza la recuperación. Sin embargo, la actual recesión podría ser distinta. Si las cuarentenas se levantan pronto, algunas economías europeas podrán retomar su producción rápidamente, aunque en otras, las personas tendrán que buscar empleo y empleadores.
Algunos trabajadores estadounidenses estarán mejor sin empleo. Según Noah Williams, de la Universidad de Wisconsin-Madison, los beneficios de desempleo en seis estados superan en 130% el salario promedio. Eso significa que el PBI demorará más en recuperarse cuando se levanten las cuarentenas. En lugar de unos meses dolorosos, el daño podría ser más duradero.
Traducido para Gestión por Antonio Yonz Martínez
© The Economist Newspaper Ltd, London, 2020