Los precios internacionales del café, que en el 2019 sufrieron una caída histórica y en el 2022 han llegado a niveles récord, solo se “acomodarán” en el 2023, afirmó la brasileña Vanusia Nogueira, elegida este mes como nueva presidenta de la Organización Internacional del Café (OIC).
Nogueira, que en mayo próximo asumirá como la primera mujer en comandar la organización multilateral que reúne al 98% de los países productores del grano y al 67% de los consumidores, afirmó que los precios bajarán en el 2023 pero que espera que no caigan nuevamente a los valores del 2019, que considera inviables para los agricultores.
Según esta especialista, consultora de varios organismos del sector e hija y nieta de cultivadores y comerciantes del producto en Brasil, el mayor productor y exportador mundial del grano, con 35% de la producción mundial y 32% de los embarques, los actuales precios, pese estar en niveles récord, no satisfacen ni a productores ni a consumidores.
“Estamos en un momento de una complejidad impar porque (el actual) es un precio alto con el que nadie está satisfecho, ni el lado comprador ni los propios productores”, afirmó Nogueira.
Nogueira dijo que los precios subieron porque, además de una menor producción prevista para este año, los agricultores están pagando caro por los insumos y sufren con la escasez y los altos precios de defensivos agrícolas y fertilizantes.
Agregó que ese problema tiende a agravarse por la actual crisis en Ucrania ya que esa región es importante productora de fertilizantes.
“Por el lado de los (países) compradores, además de pagar precios más elevados, hay aumento de costos y escasez por una crisis muy compleja de fletes, contenedores y navíos”, agregó.
“Estamos teniendo una presión de precios por todos los lados y no creo que eso pueda cambiar en lo que resta del año. Creo que vamos a tener una acomodación mayor en el 2023″, dijo.
La cotización internacional del grano llegó a caer en el 2019 a menos de un dólar por libra (US$ 0.95), su menor valor en 12 años y un precio en un 45% inferior al que tenía en el 2011, pero en febrero de este año ha saltado a US$ 2.58 por libra, su mayor valor desde setiembre del 2011.
La caída en el 2019 fue provocada por el exceso de oferta, ya que Brasil recogió en el 2018 una cosecha entonces récord (61.7 millones de sacas de 60 kilos) y equivalente al 37% de la producción mundial.
Y la subida de los últimos meses es atribuida a la sequía y las heladas que Brasil sufrió el año pasado y que redujeron la producción del grano desde 63 millones de sacos en el 2020 a 47.7 millones en el 2021. Pese a que la previsión es que la cosecha aumente en el 2022 hasta 55.7 millones, el volumen es insuficiente para atender la demanda mundial.
“Si San Pedro continúa ayudando tendremos un período más tranquilo este año. Los cafetales ya se están recuperando y tendremos una cosecha bastante interesante el próximo año. Creo que a comienzos del próximo año podremos iniciar una promoción con una cosecha mayor y con una demanda que espero que esté creciente de nuevo, que permitirá una acomodación de los precios”, afirmó.
Aclaró que espera que esa acomodación no provoque los problemas de hace tres años, cuando los precios se hundieron y ni siquiera cubrían los costos de producción de muchos agricultores.
“El próximo año habrá una acomodación hacia abajo pero espero que el nivel al que lleguemos no sea otra vez el de un dólar la libra porque ahí nadie aguanta. Ahí vamos a volver a hablar de éxodos de las zonas rurales y de abandono de producciones en todo el mundo, y será muy difícil mantener el sector como un todo”, dijo.
“Si regresan a los dos dólares la libra, y tengo que tener mucho cuidado con lo que diga a partir de ahora (como presidente de la OIC), habrá una acomodación con una pérdida del 20% de lo que está hoy”, señaló.
Según Nogueira, en ese sube y baja de precios, la OIC tiene que asumir el papel para la que fue creada y convocar a todas las partes para dialogar sobre los problemas y la forma de solucionarlos.
“Creo que en las primeras discusiones vamos a tener mucha pelea, pero después podemos llegar a un denominador común. Porque si no hay café o el café cae a un precio muy bajo no habrá solución, y si el precio sube mucho y la industria no tiene cómo aguantar y el consumidor no quiere pagarlo tampoco la habrá”, añadió.