Las inversiones extranjeras directas disminuyeron un 2% en 2023 y representaron US$ 1,33 billones, aunque este resultado refleja el impacto de fuertes oscilaciones de flujos financieros en un pequeño grupo de economías europeas, que si se dejan de lado tendrían como resultado una caída global de las inversiones del 10% frente a un año antes.
El informe anual sobre inversiones de ONU Comercio y Desarrollo, el organismo de Naciones Unidas dedicado a estas temáticas, así lo indica, señalando que entre las causas destacan las modestas previsiones para la economía mundial, las tensiones geopolíticas (varios conflictos armados activos), así como cambios en las políticas industriales y en las cadenas de suministro.
En ese contexto, las grandes corporaciones y compañías se mostraron más cautelosas a la hora de ejecutar planes de expansión, señala el informe presentado este jueves en Ginebra por la directora general del organismo, Rebeca Grynspan.
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La jefa de ONU Comercio y Desarrollo dijo que esta evolución ha sido particularmente difícil para los países en desarrollo, que vieron las inversiones extranjeras directas declinar un 7% (hasta los US$ 867,000 millones), con variaciones entre regiones, con Latinoamérica como la que mejor soportó con una bajada del 1%, frente a la caída de 8% observada en Asia y del 3% en África.
Esto muestra que las economías en desarrollo no consiguen generar el impacto esperado de sus políticas destinadas a atraer las inversiones (86% de todas las adoptadas en 2023).
Grynspan dijo que una de las explicaciones de la débil inversión extranjera directa en los países en desarrollo “es la percepción de que siguen siendo de riesgo, una imagen a la que contribuyen las agencias de calificación de riesgo”.
En las economías desarrolladas, el aumento de las inversiones extranjeras fue del 9%, pero este resultado positivo se debió principalmente a operaciones en Irlanda, Luxemburgo, Países Bajos, Suiza y Reino Unido. Si se excluye a estos países del cálculo, Europa experimentó un 14% menos de inversiones en 2023 frente a un año antes.
En Estados Unidos, la primera economía mundial, la bajada fue del 5%, lo que se explica en parte por una reducción considerable de las operaciones de adquisición y fusión transfronteriza, lo que también se aplica en el caso europeo.
Todo ello en un contexto más bien proteccionista, que fue el trasfondo del 57% de las políticas relacionadas con este ámbito que se adoptaron en los países en desarrollo, que restringieron de algún modo las inversiones del exterior o buscaron filtrarlas de forma más estricta.
En su análisis de las tendencias, Grynspan también destacó un “fuerte declive” en la financiación relacionada con sectores sostenibles, tanto en fondos como en bonos, que están relacionados con el logro de los Objetivos de Desarrollo de Sostenible en 2030.