Muchos profesionales exitosos tienen dificultades para disfrutar de sus logros. Aunque la mayoría de nosotros sabemos intuitivamente que la felicidad no se obtiene a partir de la búsqueda de dinero, estatus o fama, no podemos dejar de intentarlo.
En lugar de tratar la satisfacción como una consecuencia de resultados particulares, dejándola a merced de correlaciones poco saludables con cosas como la riqueza, el estatus o más trofeos (estaré satisfecho cuando...), deberíamos tratarla como una habilidad, un comportamiento aprendido (estaré satisfecho porque...).
Si realmente desea una satisfacción duradera en la vida, deberá reaprender su enfoque para encontrarla.
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Si usted es propenso a la insatisfacción en momentos en los que espera estar satisfecho, debe redefinir su relación con la satisfacción.
Para comenzar, identifique qué criterios se le dificultan:
Reexamine su relación con el dinero
Hay cierto grado de satisfacción que el dinero puede comprar, pero en su mayor parte, las ciencias sociales han demostrado desde hace mucho tiempo que, al final, el dinero en sí mismo no satisface.
La pregunta más profunda a examinar entonces es: “¿Qué significado le he dado a tener más dinero?”. Hasta cierto punto, todos tenemos una relación compleja con el dinero. Cuando esa relación pasa de permitir nuestro bienestar a definir nuestro valor, hemos confundido los medios con el significado.
Reexamine su relación con el logro
La sensación de alcanzar una meta ganada con tanto esfuerzo es estimulante pero, ¿cuánto tiempo dura la euforia? Cuando conoce gente nueva, ¿en privado está ansioso de que sepan sobre sus éxitos?
Cuando nuestro historial de logros nos define, y alcanzar el siguiente peldaño en cualquier escalera que estemos subiendo nos consume, nuestra relación con el logro se ha vuelto poco saludable.
Reexamine su relación con el reconocimiento y el estatus
La admiración de aquellos a quienes respetamos se siente comprensiblemente gratificante, pero cuando nuestro disfrute de la importancia percibida degenera en un deseo insaciable por ella, estamos en problemas.
Para ser claros, no hay nada intrínsecamente malo con el dinero, los logros o el reconocimiento. Sin embargo, cuando nuestra satisfacción depende de ellos, los hemos vuelto contra nosotros mismos.
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Reconfigure sus herramientas de medición
Si bien los últimos años ciertamente han hecho mella en el cambio de los valores de las personas, tenemos un camino por recorrer antes de que la retórica del cuidado personal y la vida con propósito se conviertan en la norma, colocándonos en caminos saludables hacia una satisfacción duradera.
He aquí tres cambios que pueden ayudarlo a reconfigurar la forma en que mide la satisfacción:
Pasar de la comparación a la compasión
En lugar de sentir o tratar de provocar envidia a través de la comparación, una respuesta más compasiva es la gratitud por el privilegio de hacer el trabajo que hace, por las experiencias positivas que ha tenido al hacerlo e incluso por los dolorosos reveses que lo han hecho mejor.
Pasar del conteo a la contribución
En lugar de mantener un puntaje perpetuo, contar su dinero, trofeos o seguidores, haga un balance de dónde está haciendo contribuciones. ¿En la vida de quién ha marcado una diferencia positiva? ¿Para quién ha creado oportunidades de crecimiento?
Pasar del desprecio a la conexión
El desprecio hacia nosotros mismos conduce al aislamiento y la soledad. Es entonces cuando la conexión con los demás es precisamente el antídoto que necesitamos para sentirnos satisfechos. En lugar de volverse contra sí mismo o alejar a los demás, tenga el valor de acercarse y pedir ayuda.
Si anhela una satisfacción profunda y duradera, reaprenda a sentirse satisfecho.
(Por Ron Carucci es cofundador y socio directivo de Navalent, y trabaja con CEOs y ejecutivos que buscan un cambio transformador)
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