Si bien en colegios y otros centros de estudios ya se dictan las clases 100% de forma presencial, otro grupo mantiene el formato virtual o híbrido.
Tras dos años de haber llevado clases virtuales, ¿cómo estar seguros que los estudiantes están aprendiendo? Antonio Rodríguez – Campra, director de la Unidad Virtual de la Universidad Privada del Norte (UPN) resalta la importante trabajar en el diseño y la producción de cursos virtuales, porque son la carta de enseñanza para los docentes y el acceso de los estudiantes a instrumentos de aprendizaje.
“En toda oferta educativa, independientemente de la modalidad, la experiencia de aprendizaje debe incorporar elementos que soporten el proceso de aprendizaje; en el caso del aprendizaje virtual, el aprendizaje se da a través de interacciones entre estudiantes, docentes y contenidos, que se basan en la tecnología educativa”, explicó a gestion.pe. En ese sentido, resalta que es indispensable diseñar el curso o programa con un enfoque digital, usando todos los elementos tecnológicos que estén a disposición y sean útiles para el tipo de curso.
“La tecnología debe usarse poniendo al estudiante siempre en el centro y como vehículo para materializar las distintas metodologías de enseñanza”, señala el director de la Unidad Virtual de la UPN.
A modo de ejemplo, indica que, en un proceso de diseño de un curso, se tienen en cuenta el tipo de estudiante, sus capacidades, la duración, los distintos roles del docente, los logros de aprendizaje.
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“Una vez se tienen estos elementos claros, se eligen las metodologías adecuadas para el propósito del curso, como juego de roles, análisis de casos, investigación, simulaciones, entre otros; los contenidos, los elementos de interacción, los recursos tecnológicos como multimedia, videoconferencias, simuladores, foros, etc.”, precisa.
Metodologías
Son muchos los factores que entran en juego para lograr que el estudiante alcance los objetivos de aprendizaje en un curso virtual.
Alguna de ellas:
- Metodología de aprendizaje alineada con el objetivo del curso: se entiende que no puede ser lo mismo abordar un curso práctico únicamente con lecturas o videos que con actividades o laboratorios multimedia. - Fomentar el aprendizaje activo y colaborativo: que el estudiante adquiera un rol protagónico en el momento de aprendizaje.
“El estudiante aprenderá más desarrollando un trabajo en equipo o investigando que como lector u oyente pasivo en una videoconferencia”, señala Rodríguez - Campra.
- Contar con docentes especializados en educación virtual, que generen empatía con los estudiantes e interacción con los distintos elementos del curso: todos comprendemos las diferencias entre una clase magistral a través de videoconferencia y una videoconferencia diseñada con elementos participativos, en la que el docente puede combinar momentos de presentación, con otros más dinámicos en los que solicita una votación, feedback sobre lo que está exponiendo a través de chat o división de la sesión en grupos reducidos para discutir y plantear propuestas.
- Definir un esquema adecuado de evaluación del curso: garantizando que esté alineado con los objetivos de aprendizaje, proporcione una adecuada retroalimentación (a través del docente o de la inteligencia artificial).
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“Asimismo, que garantice la probidad académica, tratando de evitar a través de la tecnología las posibilidades de fraude académico, plagio o suplantación de identidad. Existen distintas soluciones basadas en IA”, advierte.
Así, por ejemplo, una opción para evitar la copia entre estudiantes es la asignación de evaluaciones con preguntas distintas a la de cada compañero y/o que funcionen de forma aleatoria.
Otras herramientas, además de tener encendida la cámara, es optar por la instalación de un software que evite que los estudiantes abran otras pestañas del buscador durante la evaluación.
“Las herramientas que previenen el plagio, cuentan con la función de comparar la originalidad de las tareas que el estudiante sube al aula virtual, comparándolos con distintas bases de datos y bancos de documentos académicos. Por su parte, las herramientas que previenen la suplantación son capaces de identificar patrones biométricos (como el rostro o los gestos del estudiante), patrones de tecleo e incluso rastrear dispositivos cercanos, cerrar aplicaciones no permitidas o registrar páginas abiertas en el navegador durante la evaluación”, precisa el especialista.
Habilidades de los docentes
Si bien la tecnología cada vez está más cerca y/o dentro de los centros de estudio, las instituciones deben contar con un adecuado perfil, evaluación y plan de desarrollo docente, “que incluya elementos como diseño instruccional y desarrollo de contenido online, capacidad para crear y mantener una comunidad de aprendizaje, habilidades personales y tecnológicas”.
“Esto a fin de mediar en el proceso de enseñanza-aprendizaje, capacidad de generar interacción, enfoque en el estudiante, capacidad para aprender, desaprender y reaprender. Estas son algunas de las habilidades que, por la actual relevancia de la educación a distancia, se hacen cada vez más necesarias en nuestros cuadros docentes”, resaltó Rodríguez Campra.
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