Cinco semanas después de abandonar su referencia al coronavirus como un lastre para la economía, la Reserva Federal (Fed) se enfrenta a un nuevo y desafiante aumento de casos que genera dudas sobre la recuperación mundial y está obligando ya a otros bancos centrales a analizar la modificación de sus políticas.
El ritmo diario de nuevas infecciones se ha más que duplicado desde la reunión de la Fed del 16 de junio, cuando su presidente, Jerome Powell, dijo que si bien era “prematuro cantar victoria” dada la aparición de la variante Delta, la disminución de contagios, hospitalizaciones y muertes “debería continuar”.
No ha sido así. Las noticias sobre un aumento de casos que vuelven a presionar la capacidad hospitalaria se contagiaron a los mercados financieros, con una fuerte liquidación sufrida el lunes.
El rendimiento de los bonos del Tesoro de Estados Unidos se ha desplomado, una señal de pérdida de confianza tanto en las perspectivas de crecimiento del país como en la capacidad de la Fed para navegar entre una pandemia resurgente que podría requerir más estímulos y una alta inflación que puede exigir un enfoque más restrictivo en política monetaria.
Los analistas aún esperan que el crecimiento económico en el 2021 sea el más fuerte desde 1984, pero ahora nuevamente están extrayendo datos en tiempo real en busca de señales de que la variante Delta está cambiando el comportamiento.
“¿Las personas vacunadas se mantienen fuera de los aviones? Ese es el riesgo a la baja”, dijo Jay Bryson, de Wells Fargo, que mantiene un pronóstico de crecimiento del 7% para el 2021. “No creo que nadie espere confinamientos como los de hace un año. La población no lo va a tolerar. Pero no es necesario que haya confinamientos. Sólo tiene que haber gente que diga: ‘Yo me voy a quedar en casa’”.
Aún no hay pruebas obvias de que eso esté pasando. Los viajes aéreos se han mantenido estables en torno al 80% de su nivel prepandémico, según estadísticas de la Administración de Seguridad del Transporte, y no ha habido una caída en los comensales que regresan a los restaurantes, según datos del sitio de restaurantes OpenTable.
Sin embargo, la reunión de la próxima semana de la Fed volverá a ser complicada, eclipsada por algo que los epidemiólogos advirtieron incluso cuando se lanzaron las vacunas: el coronavirus no desaparecerá fácilmente y es probable que siga siendo un riesgo cíclico para la salud de las personas y la economía en los próximos años.
En junio, la Fed señaló que había comenzado a planificar un cambio hacia una política monetaria pospandémica, con el riesgo de una aceleración de la inflación visto como primordial. Algunas autoridades están listas para reducir los US$ 120,000 millones en compras mensuales de bonos y acelerar aumentos de las tasas de interés.
El caso del Banco de la Reserva de Australia puede aportar una lección. La entidad comenzó su propia “reducción” de compra de bonos, pero el país reimpuso nuevos confinamientos, por lo que los economistas creen que el banco deberá cambiar de rumbo.
Mientras tanto, la variante Delta “podría pisar el freno” de la recuperación de Estados Unidos, dijo el presidente de la Fed de Mineápolis, Neel Kashkari, a la National Public Radio el fin de semana, “lo que sería un gran revés para nosotros”.