Corrado Sforza Fogliani está en la primera línea de los esfuerzos europeos por mantener viva la economía de la región en medio de la pandemia de coronavirus.
Su pequeño banco cooperativo, Banca di Piacenza, en la región norte de Italia devastada por el virus, ha recibido un aluvión de solicitudes de clientes que buscan aplazar sus préstamos, aliviar sus deudas y renovar las líneas de crédito.
Agobiados por la burocracia, y con Roma y las patronales bancarias todavía sin ponerse de acuerdo sobre quién debe asumir los impagos cuando termine la moratoria de deuda de seis meses, los responsables de crédito de Banca di Piacenza apenas han podido procesar una pequeña parte de las 1,000 solicitudes que han recibido.
Es un escenario que se presenta en los bancos de toda la región -el temor a los impagos y las trabas burocráticas que ralentizan lo que se supone debería ser una rápida inyección de dinero en efectivo para las empresas en dificultades- y amenaza los esfuerzos de Europa para rescatar a una economía en declive.
Ante la peor crisis desde la Segunda Guerra Mundial, Europa confía en los bancos para que canalicen una barrera de recursos a las empresas mientras los Gobiernos imponen cuarentenas para detener la propagación del virus, alterando las cadenas de suministro y diezmando los ingresos.
Los costos de financiación de los bancos se han reducido drásticamente, los requisitos de capital se han relajado y se ha comprometido más de 1 billón de euros en avales para créditos y ayudas para los pagos.
Sin embargo, para algunos bancos europeos, que todavía están lidiando con la última crisis financiera, el brote amenaza con hacer descarrilar su recuperación.
Incluso con las garantías del Gobierno, los bancos todavía tendrán que asumir algún riesgo de morosidad, lo que, junto con los tipos de interés negativos, erosionaría sus ya bajos márgenes de beneficio. Deutsche Bank, el mayor banco de Alemania que finalmente estaba dando señales de recuperación, advirtió el viernes sobre la posibilidad de no cumplir con sus objetivos por el impacto del coronavirus.
La gama de desafíos plantea una amenaza para los bancos europeos, cuyas cotizaciones en bolsa han tocado mínimos históricos, pero también para las empresas a las que surten de crédito y la economía europea en general.
En España, donde las muertes por el virus ya han superado las 2,000, hay cierta confusión sobre qué parte de los 100,000 millones de euros en líneas de crédito avaladas por el Estado debe soportar el sector financiero.
Los bancos están presionando para que el estado garantice de media el 80% de los préstamos y para que se aplique tanto a los préstamos existentes como a los nuevos. La ministra de Economía española, Nadia Calviño, dijo que el gobierno discutiría los detalles de las garantías estatales en la reunión del consejo de ministros del martes.
Para animar a los bancos a proporcionar un salvavidas a las empresas que se quedan sin efectivo, el gobierno italiano está trabajando en una garantía que cubre el 90% de los nuevos créditos.
Y Alemania, cuya economía dependiente de las exportaciones está muy expuesta a los problemas de la cadena de suministro causados por el coronavirus, ofrece fondos ilimitados a las empresas a través de su banco KfW, que fue fundado para financiar la reconstrucción del país tras la Segunda Guerra Mundial.