El sentimiento pesimista de las empresas está vinculado principalmente al entorno político. Sin señales radicales como la del cambio constitucional se pudo tener más optimismo por parte de las empresas, y con ello una inversión privada creciendo, pero ahora se proyecta una contracción de la inversión privada para el 2022, señaló Elmer Cuba, economista y socio de Macroconsult.
Si bien en mayo se vio una mejora marginal en las expectativas de las empresas sobre la economía, esto se revirtió en junio, pues todos los indicadores de situación actual (manteniéndose en el tramo pesimista) y expectativas empeoraron, con excepción de situación de la empresa y contratación de personal a tres meses, según datos del Banco Central de Reserva (BCR).
Ante ello, cinco indicadores (de un total de 18) se ubicaron en el tramo optimista, mientras que dicha cifra fue de seis en el mes previo. Cabe mencionar que el indicador de expectativa sobre la economía a tres meses está 15 meses consecutivos en el tramo pesimista (índice menor a 50).
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Macroconsult espera una caída de la inversión privada de 3.3% en el 2022 y de 2.3% en el 2023. Cuba señaló que la situación para el presente año hubiera sido más bien de crecimiento de haber tenido a las empresas optimistas.
Explicó que el principal golpe a las expectativas de las compañías ha sido las intenciones del gobierno de cambiar la constitución, postura que, por ahora, no han anunciado que dejarán de lado.
Destacó también que la gestión deficiente respecto a conflictos sociales mineros y no mineros, medidas laborales como la restricción a la tercerización, y el que no se reponga el empleo de calidad, han contribuido al escenario.
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“Con las expectativas de las empresas en terreno positivo, la proyección de inversión privada sería también positiva. Una cosa sería tener un gobierno que mantenga la línea respecto a lo que ha funcionado en los últimos veinte años y que implemente reformas sociales técnicamente correctas. Eso hubiese entusiasmado. Por ahora no se espera que las expectativas salgan del pesimismo”, señaló.
Cabe resaltar que, según analistas, las expectativas empresariales se mantendrían en terreno negativo en el 2022 y 2023.
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Agregó que el clima de negocios pesimista impacta a través de un deterioro en la contratación laboral, por la menor necesidad de ampliar capacidad de producción.
“Hasta ahora hay un rebote de inversión por el lado minero (crecimiento de 5.7% en el primer trimestre) y no minero (0.3% en los primeros tres meses) por construcción, pero las expectativas tarde o temprano se expresan en acciones, en particular, en que la inversión privada se empiece a estancar. Es muy posible que entre en terreno negativo en el cuarto trimestre de este año. Menor construcción y ampliación, y menor importación de bienes de capital sería reflejo de ello”, indicó.
Para el 2022 se espera una caída de 2.3% en la inversión privada, y mucho de ello se explica por las expectativas empresariales, sobre todo de corto plazo, en el tramo pesimista. Con empresas positivas se hubiese tenido una inversión privada creciendo ligeramente este año, señaló Mario Guerrero, subgerente de Economía del Departamento de Estudios Económicos del Scotiabank.
“Con señales favorables se podría haber enfrentado mejor los impactos internacionales como los efectos de la guerra en Ucrania sobre los commodities o el aumento de las tasas de interés”, agregó.
Al igual que Cuba, señaló que la intención sobre cambios constitucionales, la deficiente gestión de conflictos sociales y medidas populistas como el retiro de la Compensación por Tiempo de Servicios (CTS) y fondos privados de pensiones, comprometieron las perspectivas de inversión por parte de las empresas.
Destacó que son principalmente las expectativas de muy corto plazo las más deterioradas, entre ellas las de inversión, economía, y sector a tres meses (estas llevan 15 meses en terreno negativo), pero que, sin embargo, los indicadores a mediano plazo podrían verse cada vez más comprometidos por un entorno externo más complejo, teniendo en cuenta que Perú es una economía pequeña y abierta.
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“En Chile las expectativas de inversión se han deteriorado por el cambio de constitución. Reflejo de ello es que las proyecciones de crecimiento (del PBI) para ese país en el 2023 son casi cero (el FMI estima 0%), y algunos analistas esperan una recesión”, advirtió.
Inflación
Guerrero mencionó también que con empresas optimistas se hubiese contribuido a compensar el aumento de precios, pues se habría tenido una mayor oferta de bienes. “Probablemente la inflación conservaría la misma dirección, pero se habría atenuado el escenario y el descenso sería más rápido”, señaló.
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Agregó que tendría que haber un cambio de postura del gobierno muy contundente para que las expectativas se reviertan en el corto plazo; sin embargo, resaltó que reconstruir la confianza es un proceso que tarda. En ese sentido, dijo que, luego de un bajo crecimiento de la inversión privada en el primer trimestre (0.8%), es probable que este haya sido negativo en el segundo.
“Por ahora, no se espera que salgan del tramo pesimista, pues a lo que pasa localmente se agrega un entorno internacional más adverso. La falta de inversión hace que se reduzcan las posibilidades de tener un mayor crecimiento en el futuro. Se percibe la ausencia de nuevos proyectos. En particular muchas empresas mineras ven al país y a la región con menos atractivo para invertir, a pesar de que aún los precios del cobre se mantienen altos”, comentó.
Dato
- BBVA Research proyecta que la inversión privada caería en 1.5% en el 2022.