
Luego de crecer 3.3% en el 2024, la economía peruana mantendría su dinamismo en los primeros meses de este 2025. El mayor avance del consumo y el despliegue de inversiones este año impulsarían a las economías regionales, sobre todo en un contexto de menores riesgos climáticos.
No obstante, resulta crucial asegurar el despliegue de grandes proyectos mineros y de infraestructura que impulsen la competitividad de las regiones. Ello, asegurará la continuidad de las inversiones incluso durante el entorno de incertidumbre que generarán las próximas elecciones generales.
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Balance de la economía del Perú en el 2024
En el 2024, el crecimiento nacional fue impulsado por Lima, que creció 3.5% ante el dinamismo del consumo –por el mayor ritmo de creación de empleos de calidad y el aumento de los ingresos– en un entorno de inflación dentro del rango meta.
Así, el porcentaje de la población con subempleo cayó a 36.3%, su nivel más bajo desde inicios del 2020. Ambos factores han permitido que la capacidad de compra de los hogares limeños se recupere, lo que favoreció el dinamismo del comercio y servicios.
También contribuyó el desempeño positivo de la macrorregión norte (3.3%), vinculado al rebote del agro (8.6%), tras la normalización de las condiciones climáticas. Asimismo, del sector transportes (5.8%), ante el mayor tráfico de pasajeros y de carga marítima y terrestre.
Aunque el sector pesquero registró una caída de 3.0%, destaca el desempeño de la pesca de anchoveta, cuya captura de 2.8 millones de toneladas triplicó la del año pasado.
La macrorregión sur también creció 3.2% debido al rebote de la producción agropecuaria (10.9%) –vinculada a la mayor producción de papa (35.6%) y avena forrajera (153.1%)– y un aumento de 20% en la inversión pública.
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En cambio, el crecimiento de la producción minera y de hidrocarburos en el sur fue más moderado (2.6%), en parte debido al bajo avance de la extracción de cobre (0.1%) ante menores leyes del mineral.
Las macrorregiones oriente (2.9%) y centro (2.7%) tuvieron los menores crecimientos durante el 2024. En la primera, el dinamismo de la construcción (16.4%) e hidrocarburos (8.7%) se vio contrarrestado por la caída del agro (-4.8%), producto de la menor producción de cacao (-15.3%) y café (-6.6%) por condiciones climáticas adversas.
En la segunda, destaca el desempeño de la actividad manufacturera primaria ante el aumento de 137% en la captura de anchoveta, principalmente en Áncash. Asimismo, resalta el caso de Huancavelica, que creció 10.4% por la reactivación de la Mina Cobriza (73.2%), lo que estimuló también la producción de electricidad.

¿Cómo empezó la economía de Perú el 2025?
Los indicadores disponibles para los primeros meses del 2025 indican que el dinamismo del consumo se mantendría, en un contexto de mayor creación de empleos de calidad.
En enero, el empleo formal del sector privado creció 6.7%. Si bien este avance está influenciado por el rebote en el agro formal (25%), incluso sin dicho efecto el empleo formal privado habría crecido 4.3%.
Asimismo, en Lima Metropolitana, la proporción de trabajadores con un empleo adecuado ascendió a 63.7% en el periodo noviembre 2024-enero 2025, la tasa más alta en cinco años.
Además, la demanda de electricidad de usuarios regulados, que incluye hogares y negocios pequeños, creció 6.7% en lo que va del 2025 (hasta el 12 de marzo), lo que está vinculado a una mayor actividad económica en estos segmentos.
En cambio, en el mismo periodo, el consumo de energía decreció en empresas mineras (-0.1%), cementeras (-3.1%) y en el resto de los usuarios libres (-3.2%), que son los de mayor consumo eléctrico. Este menor dinamismo en los sectores vinculados a la inversión se evidencia en el comportamiento del consumo de cemento, que cayó 2.4% en enero, según Asocem.
La menor demanda privada por construcción se habría visto compensada por el aumento significativo de la inversión pública, que creció 27% entre enero y febrero, debido al mayor gasto en los tres niveles de gobierno. En particular, las regiones con la mayor expansión fueron Madre de Dios (294%), Lima (138%) y Amazonas (106%), aunque se registraron contracciones en Pasco (-58%) e Ica (-34%).

Perspectivas y riesgos
Para este año, sobre todo en lo que resta del 2025, las perspectivas de crecimiento regional son positivas, sobre todo ante la ausencia de choques climáticos adversos como los que afectaron la economía en el 2023. Las expectativas empresariales sobre la economía en los próximos 12 meses se mantienen en el tramo optimista y son ligeramente mejores que en los últimos meses del 2024.
Las expectativas son particularmente optimistas en la zona norte, en línea con los menores riesgos climáticos esperados. Si bien la Comisión Multisectorial Encargada del Estudio Nacional del Fenómeno El Niño (ENFEN) reportó un aumento de la temperatura del mar en febrero, que causó intensas lluvias en el norte, por el momento mantiene un pronóstico de un Niño Costero débil y de corta duración.
De mantenerse estas condiciones, el avance del agro y la pesca continuarán aportando positivamente a las economías regionales del norte. Dicho escenario debe aprovecharse para desplegar estrategias efectivas que reduzcan la vulnerabilidad de estas regiones frente a fenómenos climáticos.
Entre las zonas con mayor potencial de crecimiento para los próximos años destaca el sur. Este año se prevé el inicio de construcción de cuatro proyectos mineros que sumarían inversiones por más de US$ 5 mil millones hasta el 2028: Tía María, Zafranal y Pampa del Pongo en Arequipa; y Corani en Puno.

El despliegue de estas inversiones impulsará la construcción y, a través de encadenamientos, la actividad y el empleo en sectores como transporte, energía y otros servicios. Con ello, por ejemplo, Arequipa podría reactivar su economía, luego de caer 0.7% en el 2023 y crecer apenas 0.2% en el 2024.
Así, el desarrollo de estos proyectos es de suma importancia y el potencial retraso en su ejecución impactará sobre el desarrollo regional y el apetito por mayores inversiones en el resto del país.
En el Sur, además de minería, existen proyectos de infraestructura productiva vinculados a gas, puertos, aeropuertos, irrigación, trenes, y centrales termoeléctricas, entre otros.
Así, por ejemplo, a través de la modernización de los aeropuertos regionales (como Cusco, Moquegua y Puno), el destrabe de proyectos de irrigación (como Majes Siguas) y la construcción de ferrocarriles y puertos modernos (como Marcona) es que puede concebirse un crecimiento regional y para el Perú por encima del 3% anual.
Por otro lado, el entorno de menor inflación permitirá que el avance del empleo y de los ingresos se traduzca en una mayor recuperación de la capacidad adquisitiva de los hogares a nivel nacional.
En cuanto a los riesgos globales, si bien Estados Unidos ha anunciado la imposición de aranceles a productos relevantes como el cobre y productos agrícolas, por el momento el impacto de estas medidas aún es reducido ante la falta de claridad respecto del alcance y duración de estos.
En esa línea, el principal riesgo para la economía regional en los próximos años es la incertidumbre electoral, así como el deterioro institucional que ha venido limitando el despliegue de reformas para impulsar su competitividad.