
“Después de casi una década de medición, el Perú muestra una situación de leve deterioro de la competitividad regional y, por ende, nacional, en comparación con los primeros años de la serie y evidencia que los avances logrados hasta el año 2022 se han erosionado ante la constante inestabilidad política, el deterioro de la estabilidad jurídica y el debilitamiento institucional”. Así empieza el último Índice de Competitividad Regional del Perú (ICRP) 2025, de Centrum PUCP, compartido con Gestión.
El índice, que mide cinco pilares: Economía, Gobierno, Infraestructura, Empresas y Personas, asigna puntajes del 0 al 100 a las regiones (en la lista, se considera Callao, Lima Metropolitana y Lima Provincias) y las divide según “sus notas” en extremo bajo, muy bajo, bajo, medio bajo, medio alto, alto y muy alto.
En esta edición, sube de 17 a 18 las regiones en un nivel “extremo bajo”. Mientras que en el lado opuesto Lima Metropolitana es la que tiene un mejor resultado, aunque solo recibe una calificación de “medio bajo”.
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Otra manera de verlo es por el puntaje recibido: solo 6 de las 26 regiones aumentaron su puntaje, una se estancó y 19 redujeron su nivel de competitividad. Las que aumentaron son: Puno, San Martín, Cajamarca, Loreto, Lima Provincias y Tumbes, pero solo una está en el top 10 (Lima Provincias) cuando se revisa la posición.
“El ICRP 2025 evidencia con claridad que el Perú no transita hacia una convergencia competitiva. Lima Metropolitana y un grupo reducido de regiones de la costa sur continúan concentrando las principales capacidades económicas y empresariales, mientras que gran parte de la sierra y la Amazonía permanece atrapada en un equilibrio de baja competitividad”, precisó Ruben Guevara, director general de Centrum PUCP.

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Menor dinamismo productivo
Guevara agregó: “El retroceso del puntaje promedio desde el pico alcanzado en 2022, junto con la caída simultánea de los pilares de Economía y Empresas y la persistencia de brechas territoriales muy marcadas, confirman que el país sigue operando sobre fundamentos frágiles y con avances insuficientes para cerrar sus desigualdades regionales”.
El pilar económico muestra una realidad que preocupa: 23 regiones están en un nivel “extremo bajo” (antes eran 21). ¿Qué se mide? Por ejemplo, algunos indicadores son el PBI per cápita, ingreso promedio del hogar, tasa de empleo formal, valor agregado industrial per cápita.
“En el pilar Economía, el promedio nacional cayó, reflejando un menor dinamismo productivo, una inversión privada debilitada y una mayor vulnerabilidad frente a la incertidumbre interna y externa”, refiere el ICRP.
Solo Lima Metropolitana, Moquegua e Ica se separan de este grupo, aunque en niveles “medio bajo”, “bajo” y “muy bajo”, respectivamente.
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Empresas: concentración en la metrópolis y capitales regionales
Empresas, también revela un descenso notable, “asociado a un entorno de negocios más incierto y menor confianza para invertir”, refiere el índice. En la cima se encuentran Moquegua (73.2), Lima Metropolitana (52.6) e Ica (52.2), frente a rezagos en Huancavelica (27.5), Amazonas (25.6), Tumbes (25.0).
En este pilar, algunos indicadores se destacan como empresas formales per cápita, tasa de emprendimiento, volumen de exportación, tasa de innovación empresarial.
Solo para dimensionar el deterioro, se revisa que el número de regiones que están en nivel “extremo bajo” subió de 5 a 6, y aquellas que están en nivel “muy bajo” subió de 13 a 15.
“En el pilar empresas, el sistema financiero y el tejido empresarial formal están fuertemente concentrados en la metrópolis y en las capitales regionales. Allí se localiza la mayor densidad de oficinas bancarias, se registra una mayor penetración del crédito, se observan más empresas innovadoras y se genera una proporción superior de empleo estable”, explica el ICRP.
En contraste, los territorios intermedio-diversificado y minero-energía presentan una base empresarial más débil y menos diversificada, con menor acceso a servicios financieros y niveles inferiores de innovación. Y, los rurales andinos y amazónicos muestran una escasa presencia del sistema financiero formal y un tejido empresarial reducido e informal, lo que refuerza la brecha en oportunidades económicas.

Infraestructura: situación es “dramática”
En infraestructura, la situación es incluso algo más “dramática” pero, lamentablemente, es la “usual”: 24 regiones están en nivel “extremo bajo”, mientras que solo Lima Metropolitana y Callao se destacan, en niveles “medio bajo” y “bajo”, respectivamente.
Aunque la figura no ha cambiado en los últimos años para este indicador, regiones como Áncash, La Libertad, Lima Provincias, San Martín, Loreto, Ayacucho, Apurímac, Huánuco y Amazonas han registrado caídas en puntaje y/o posiciones.
Lima Metropolitana y Callao representan un “outlier” en términos de red vial pavimentada, tráfico de pasajeros, acceso a energía y telecomunicaciones, infraestructura de servicios productivos y sociales. Las capitales regionales se posicionan en un segundo nivel, con redes relativamente densas y mejores condiciones logísticas. En los demás, las posiciones quedan rezagadas.
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Lima y Moquegua lideran el pilar de Gobierno
En Gobierno -así como Infraestructura- los avances fueron etéreos y no lograron revertir el estancamiento estructural, evalúa el ICRP. Lima Metropolitana, Moquegua y Tacna encabezan el pilar Gobierno, mostrando los niveles más concretos en desempeño institucional.
A diferencia de lo observado en el pilar Economía, aquí se aprecia una distribución más equilibrada, lo que evidencia una brecha menos pronunciada entre los primeros lugares.
Un elemento destacable es que el sur del país presenta, en conjunto, resultados más favorables que las regiones del norte, lo que refuerza la idea de que esta zona posee mejores prácticas de gestión pública y estabilidad administrativa.
Los cuatro primeros lugares del pilar se mantienen respecto a 2024; sin embargo, se observa un deterioro general en su desempeño. Los cambios en el ranking responden menos a mejoras sustantivas y más a la caída de varias regiones, junto con incrementos moderados en otras.
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Desempeño bajo para favorecer desarrollo de la población
Lima Metropolitana, Moquegua y Arequipa conforman el top 3 del pilar Personas, todas ubicadas en un nivel “medio bajo”.
En conjunto, el país muestra un desempeño bajo en su capacidad para ofrecer un entorno competitivo que favorezca el desarrollo de su población.
La costa sur destaca como la zona con mejores indicadores, mientras que las regiones de la selva continúan rezagadas en los últimos lugares, reflejando profundas brechas territoriales en acceso a servicios, calidad educativa, salud y oportunidades laborales.
Crecimiento económico sin competitividad: ¿Qué rol juega la economía informal?
Por: Ruben Guevara, director general de Centrum PUCP
Durante dos décadas, el Perú ha sostenido el crecimiento del PBI gracias a las exportaciones y al impulso de sectores como la minería, la manufactura, los servicios, agricultura, los agronegocios, y la construcción, incluso en medio de una creciente inestabilidad política. Sin embargo, este dinamismo no ha cerrado las brechas económicas y sociales territoriales ni ha fortalecido la competitividad regional.
El ICRP 2025 confirma que el crecimiento económico sigue disociado del desempeño regional: la costa es claramente más competitiva que la sierra y la selva, formando “tres países en uno”. En este contexto, la informalidad —y en algunos territorios incluso las economías ilegales— parecen convertirse en importantes motores de crecimiento, profundizando desigualdades, exacerbando la seguridad pública y limitando el desarrollo sostenible.
El país requiere urgentemente de instituciones fuertes, un marco jurídico estable, predecible y efectivo y políticas públicas de largo plazo que potencien la justicia, las personas (educación), los territorios (buen gobierno, infraestructura e inversión estatal y privada), que le despejen la cancha a las empresas, para que crezcan y que impulsen el talento y la innovación, alineando las competencias y los recursos regionales para mejorar competitividad regional, creando así más bienestar y progreso social en todas las regiones.

Editora de Economía y coordinadora de ESG del diario Gestión. Licenciada en Ciencias de la Comunicación. Con casi 10 años de experiencia profesional en el rubro.







