
Desde Chancay. A pocas horas de Lima se levanta un puerto del que ya se habla en todos los rincones del comercio exterior. El horizonte cambia apenas llegamos a Chancay.
Frente a nosotros se elevan las grúas, que parecían tocar el cielo y muelles interminables que se adentraban en el mar. El megapuerto ya no es un render ni una maqueta de presentación: es una obra viva, que respira y comienza a mostrar un importante movimiento económico.
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Después de un corto viaje de dos horas -que con tránsito fluido puede llegar incluso a ser mucho menos- ingresamos al moderno complejo, luego de cumplir un estricto protocolo de seguridad.
El gerente general adjunto de COSCO Shipping Ports, Gonzalo Ríos, nos esperaba en la sala principal, junto a una maqueta a escala que retrata el puerto como si fuese un pequeño boceto del futuro.
Allí, mientras recorría con el dedo las rutas trazadas sobre el mapa, detalló que la capacidad inicial proyectada se mantiene en un millón de TEUs al año, aunque este 2025 esperan cerrar con 350,000 contenedores movilizados.
“La meta es crecer a 1,5 millones en una segunda fase”, explicó.

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Con ese detalle, pasamos al recorrido más profundo. Mientras atravesamos la zona de contenedores vacíos, escuchamos sobre cómo funciona la ruta directa Chancay–Shanghái, capaz de reducir de más de un mes a apenas 23 días el trayecto hacia China.
Esa línea, que opera con dos viajes semanales, ha movilizado en apenas dos meses 22,000 toneladas de carga, equivalentes a unos US$ 84 millones, y ha logrado abaratar costos logísticos en al menos un 20%.

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Seguimos por el área de control de Aduanas, donde se alistan las oficinas de Sunat, Policía Antidrogas, Fiscalía y Senasa. El objetivo: que todos los trámites se resuelvan dentro del puerto, sin demoras externas.
La magnitud del proyecto también se mide en cifras fiscales. Según la Sunat, entre noviembre de 2024 y marzo de 2025, el puerto generó S/ 187,4 millones en ingresos tributarios, confirmando que ya no se trata de una obra en construcción, sino de una operación que empieza a devolver recursos al Estado.
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La visita organizada por el Ministerio de Transportes y Comunicaciones terminó en una terraza panorámica. Desde ahí, con el viento golpeando fuerte y el mar abriéndose frente a nosotros, se apreciaban los muelles y el movimiento de los vehículos eléctricos autónomos, diseñados para operar sin conductor.
Ríos aprovechó para recordar: “El Callao tuvo un récord histórico en 2023 con más de 3 millones de TEUs. Chancay no es competencia: es expansión de la capacidad portuaria del Perú”.
Ese horizonte también se proyecta hacia el futuro. Durante la construcción se generaron más de 1,500 empleos y hoy el puerto mantiene 720 trabajadores, más de la mitad de ellos de Chancay.

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El plan ahora es crecer: un informe del MEF proyecta que la segunda etapa arrancará en 2027, con una nueva inversión de US$ 1,300 millones para incorporar infraestructura adicional ante la demanda creciente.
De cierta forma, podría decirse que el avance de Chancay es palpable. Recorrerlo por dentro es la mejor prueba de que, más que un puerto, se ha convertido en un punto de quiebre para el comercio exterior del Perú.









